Capítulo 63 Vulnerable

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Abi no sabía cómo sentirse después de escuchar su explicación.

"¿Una fruta inmadura? ¡Oye! ¿Quién eres tú...?"

"Shh... sube ahora". La cortó y la medusa pasó de emitir un cálido brillo a emitir una fría y gélida penumbra. Abi sabía que no debía insistir más, pero en ese momento no le importaba. Estaba demasiado agitada por ser comparada con una fruta, ¡y además inmadura!

Abi infló sus mejillas y se marchó, pero no antes de fulminarlo con la mirada, haciéndole saber que no estaba contenta de que la compararan con un objeto inanimado inmaduro.

Por suerte para ella, ya estaba a medio camino de las escaleras -sí, tomó las escaleras para poder pisotear su cara imaginaria a cada paso del camino- cuando Xavier volvió a hablar.

"Oh, así que estás esperando hasta que esté madura y dulce, ¿eh?" Xavier soltó una carcajada y una fría ráfaga de viento le golpeó la cara, tan fría que llegó a temblar. Luego levantó las manos en señal de rendición, imitando la acción de cerrar la boca y tirar la llave.

...

De vuelta a la habitación de Abi, se dirigió al baño y llenó la bañera con agua muy caliente. Necesitaba relajarse y no había nada como un baño de burbujas para liberar la tensión de su cuerpo. Puso un poco de solución de burbujas en la bañera y ésta se llenó de ligeras y esponjosas burbujas en poco tiempo. Una vez llena, se metió en la bañera y se sintió mejor al instante.

Dejó que su mente vagara y reprodujo la escena de ellos en el tejado como si fuera una película. Cerró los ojos y sonrió. Realmente fue un momento mágico por más de una razón. La segunda es que consiguió que él accediera a su petición. Le pareció una tarea casi imposible, pero se alegró de haber perseverado. Sabía que había que pagar un precio, pero ¿había algo en el mundo que no tuviera un precio?

Al pensar en el cielo nocturno estrellado, en la estrella fugaz y en sus deseos, su estado de ánimo cambió a mejor. No pensó en el hecho de que él la describiera como una fruta inmadura, porque sabía que eso la pondría nerviosa. Pensó en él y en los dos puntos de su lista que ya había completado. Dos recuerdos que nunca quiso olvidar. Mientras pensaba en ello, treinta y un puntos y treinta y un días harían treinta y un recuerdos maravillosos que se llevaría al otro mundo. Estaba segura de que una vez que terminara este mes, y su corazón y su mente estuvieran llenos de todos los maravillosos recuerdos, no querría nada más.

Cuando el agua empezó a enfriarse, se secó, se puso una bata de baño y se dirigió a la mesita de noche. Abrió el cajón que guardaba su pequeño libro y lo abrió. Destapó el bolígrafo y dibujó otra gran marca junto a la nota que decía "Mirar el cielo nocturno desde una azotea con mi novio".

Luego sacó otro cuaderno -más bien un diario- y empezó a escribir los detalles de sus experiencias de la noche anterior y de esa noche. Quería anotar todos los detalles para que, cuando su memoria empezara a desvanecerse, pudiera leer lo que había escrito en este libro y revivir esas experiencias como si hubieran ocurrido ayer mismo.

Una vez que terminó con eso, se vistió con su pijama y se acostó en la cama mientras esperaba pacientemente la llegada de Alex. Después de ver el segundero dar cinco vueltas, decidió que no hacer nada no era un buen plan, así que fue a buscar un libro para mantener su mente ocupada.

Eligió un clásico, Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. Este libro era uno de sus favoritos. Se lo llevó a la cama para leerlo y no tardó en sumergirse en él.

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La aguja del reloj dio tres vueltas más antes de que Alex subiera finalmente. Se preguntó de qué humor la encontraría al imaginarse su cara cuando salió antes del comedor. ¿Seguiría enfadada con él o ya se habría calmado? Se detuvo un segundo al final de las escaleras, antes de dirigirse directamente a la puerta.

Abrió la puerta y entró sin molestarse en llamar. Entró como si su habitación fuera la suya.

En el momento en que sus ojos la encontraron, la esquina de su boca se inclinó un poco. Estaba acostada en la cama con la manta desordenada alrededor de ella y había un libro abierto sobre su pecho. Parecía que se había quedado dormida leyendo un libro mientras lo esperaba.

Se acercó a ella y se quedó mirando su pacífico rostro dormido. Su rostro parecía inofensivo, como siempre. Parecía tan vulnerable que Alex se mordió el labio mientras la observaba.

Al momento siguiente, se sentó en la cabecera de la cama, recogió el libro abierto de su pecho y lo colocó encima de la mesita de noche antes de volver a mirar su rostro.

Sus ojos se posaron entonces en su cabello, que estaba desparramado sobre la almohada blanca, y alargó la mano para recoger unos mechones. Se limitó a juguetear con su cabello, mientras parecía estar pensando en algo complicado.

Cuando se cansó de jugar con su suave pelo y de escuchar su uniforme respiración, los ojos de Alex se desviaron hacia sus largas pestañas y extendió de nuevo la mano para tocarlas.

"Aunque todavía eres una pequeña fruta inmadura...", murmuró de repente mientras su dedo bajaba hasta su pómulo y luego hasta sus suaves y seductores labios rosados.

Se quedó allí un rato más antes de dirigirse finalmente a la puerta. Apagó las luces antes de cerrar la puerta tras de sí.

HELLBOUND WITH YOU  TRADUCCIÓN AL ESPAÑOLWhere stories live. Discover now