🔵Capítulo 9🔴 El has bajo la manga de mis enemigos

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Todas las noticias son parecidas, en todas salen a relucir los Cacciatore. Porque si, no solo es Skandar el ciudadano de buen corazón. Hay noticias de Alfonso haciendo lo posible por encontrarme, hay fotografías de entrevistas que no pienso ver ni en un millón de años. No por Alfonso, sino por la tremenda actuación de Fabiola, en donde con lágrimas en sus ojos pide la unión para acelerar nuestra búsqueda.

Lo peor de todo es ese titular:

  El dolor de una madre.

 Fabiola Cacciatore expresa con lágrimas el dolor de perder dos hijos, y cómo lidia con la ausencia de ellos. Además, explica que es lo que la mantiene fuerte, y es la certeza de que los encontrarán.

Una batalla se forma en mi mente, la batalla entre los titulares de Skandar contra los de Fabiola. El ganador será el que más me enferme y el que más me enoje. Pero entre más leo, creo que no habrá un vencedor. Esto es un jodido empate. Solo eso.

No pienso lo que hago después, como puedo recojo algunas revistas y periódicos. Me pongo de pie con la misma velocidad y corro hacia la puerta. Jason me llama, pero no intenta detenerme. Eso solo me impulsa a correr más rápido, salgo de la hemeroteca, salgo del edificio y corro por todo el parque trasero. Busco un rincón solitario, tengo suerte, todos deben estar en clases de yoga.

En medio de una banca tiro todas las revistas que me alcance a tomar, me agacho y sin pensarlo dos veces, pego un grito. Un grito que hace que mi garganta rasgue. Me agarró la cabeza y la colocó entre mis piernas mientras recupero mi respiración.

Necesitaba hacer eso desde hace muchísimo tiempo, liberar mi enojo, mi frustración y mis ganas de querer matar a alguien. No voy a llorar, no les voy a dar el gusto. No después del horror que acabo de leer. Todos, todos son unos mentirosos, sabía que eran capaces de hacer cosas crueles, pero me sorprenden cada día más.

¿Lucrar con mi sufrimiento para ganar buena publicidad? ¡Asqueroso!

Pego otro grito de frustración, este con menos volumen que el alarido anterior, pero con igual efecto. Tomo todas las revistas y las comienzo a romper, una por una.

Estoy tan concentrada en mi trabajo que no escucho como una persona se acerca detrás de mí. No es hasta cuando me habla que me sobresaltó asustada.

—¿Perdón? — le pregunto a la hermana mayor de mi archienemigo —, no te escuche.

—Solo pregunté si te encontrabas bien, aunque creo que esta respuesta es obvia — me contesta y aunque tiene el ceño fruncido no se ve molesta, sino preocupada. — ¿Necesitas hablar Nataly?

Niego con rapidez.

—Lo que estás haciendo es bueno, sabes — me dice aun sin dejar ese tono de compasión.

Ugh, me enferma ver esa expresión de lástima.

—¿Qué cosa? — le pregunto preocupada por su comentario.

—Gritar, cuando lo haces liberas toxinas, también enfrentas los pensamientos crueles y tortuosos — se pone de cuclillas para estar a mi altura —, yo lo hago cuando siento que el mundo se me va encima.

Bufo.

—No creo que mis problemas vayan a desaparecer por gritar — contesto pesimista. — Solo lo hice porque estaba frustrada, pero...

—No tienes que seguir si no quieres, tus problemas no van a desaparecer nunca por un simple grito, pero sí que ayuda a la hora de liberar muchas cargas — le echa un vistazo a los papeles rotos —, grita de nuevo Nataly.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)On viuen les histories. Descobreix ara