🔵Capítulo 7🔴 Brote de sinceridad

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Casi termino tragando mi comida. Me excuso con Cindy aunque no me presta demasiada atención, está demasiado embelesada con  la preparación del concierto de coro. 

Cuando los guardias me abren la puerta, me sorprendo al ver a un hombre con traje afuera, al parecer estaba esperándome.Solo me saluda y sin mediar más palabra me empieza a dirigir a la dichosa oficina en el ala oeste. 

En realidad, la arquitectura de la clínica también me sorprendió en cuanto la vi desde afuera por primera vez. Resulta que, desde Saint Lincoln, solo se miraba el diez por ciento de lo que en verdad es. Los edificios literalmente tienen forma de dos alas extendidas a los lados. Aunque se puede apreciar mejor si se está viendo desde un helicóptero o dron. Fue Martha la que me enseñó las fotografías, quedé fascinada.

Todo este tiempo he estado en el lado este, donde está la rehabilitación y el área administrativa. Por el lado oeste es un misterio, aunque se dice que es la parte en donde se tratan a los que tienen los peores trastornos. 

Ah, y también está mi hermano menor.

Ambas alas están unidas por un puente estrecho, las paredes de cristal me permiten ver por un lado el bosque y por el otro la punta de los edificios, que distinguen mi escuela y la ciudad. Cada ala tiene siete niveles, nosotros subimos solo uno. La oficina está tras pasar un pasillo, en la parte inferior del ala.

El hombre toca la puerta dos veces, se escucha un adelante, y  abre la puerta. Lo que había predicho desde ayer en la noche se hace realidad, estoy en una jodida sala de reuniones. Reconozco a Skandar que ya está sentado, y a los otros dos ancianos. Ambos son los asesores de cada lado.

Suspiró aliviada al no encontrarme a ningún patriarca. Aún no estoy preparada para enfrentarme a ellos. En especial a los norteños.

—Nataly, ya puedes sentarte — Skandar me señala la silla frente a él.

No tengo más remedio que sentarme ahí, hubiera buscado un lugar alejado, pero todas las demás sillas ya están ocupadas por desconocidos. Bueno, a excepción de la del costado, pero esa tiene una carpeta de cuero enfrente, supongo que esa persona ya no tarda en venir. Tomo asiento justo al lado de esa silla, al otro lado está el asesor de Alfonso.

—Buenos días señorita Sanderson — me dice el anciano muy amable, como si nuestro primer encuentro no hubiera sido escabroso y traumante.

Todavía tengo pesadillas con ese guardaespaldas que casi me quita la vida en el callejón.

No le contesto, solo me cruzo de brazos y miro a la única persona con la que puedo tener una conversación medianamente civilizada. Skandar mira mi corta interacción con el asesor, para mi sorpresa no hay ninguna burla o sonrisa, de hecho, se encuentra muy serio. Aunque esa mirada no se dirige a mí sino al hombre a mi lado.

—¿Qué estoy haciendo aquí? — le pregunto sin antelación.

—Buenos días señorita Sanderson — se adelanta el asesor de Donato —, la razón de esta cita es para discutir un par de cosas con usted.

—¿Qué clase de cosas? — la voz se debilita con cada palabra.

—Bueno, ya debe de saber un par, en realidad solo venimos a fijar fechas — interrumpe el hombre a mi lado —, estamos aquí para no tomarla por sorpresa en los próximos días.

Me burlo de sus palabras.

—Eso me hubiera gustado hacerlo hace más de un mes — lo volteo a ver —, ¿fechas para qué, señor?

—Me llamo Fabio, Fabio Grimaldi — me aclara —, me presento, soy el asesor del norte y mano derecha del patriarca Alfonso Cacciatore.

—Debe de haber estado muy borracho, usted y yo nos conocimos el día de la asamblea — le recuerdo sin importarme tener público. El resentimiento se apodera de mí —, ¿no sé recuerda?

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)On viuen les histories. Descobreix ara