🔴Capítulo 111🔵 Una promesa

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—Se ve demasiado bondadosa para este ambiente — admito —, ¿a eso también se acostumbró?

Se queda callada hasta que se vuelve incómodo.

—Todo matrimonio tiene sus altibajos, los bajos son los que te cuesta olvidar — me dice —, y si eres resentida se volverá un infierno, así que te tocara igualar su carácter, su indiferencia y ver como haces para ayudar.

Recuerdo la cantidad de obras de beneficencia que tiene, las veces en que Skandar me contaba de su labor como organizadora y cuantas donaciones da al año. Supongo que a veces si no puedes cambiar tu realidad buscas la manera de distraerte. Qué gran contraste.

Menos mal no comparto realidad con Kathia, menos mal mi pasado ha sido igual de crudo y menos mal he visto a su hijo, mi prometido en sus peores facetas. Esto no será un ríndete y conócelo, Skandar y yo acabamos de construir un ring de boxeo o un campo de guerra. Y temo que ambos terminemos por matarnos.

Me da tiempo de tomarme el té y dejó que platique sobre cosas triviales como su trabajo. Le preguntó sobre sus viajes y anécdotas cuando las puertas se abren en medio de la conversación.

Donato está al lado de Skandar. Ambos se encuentran enfrascados en una plática que cesa en cuanto nos ven.

—Señoritas — dice Donato besando a su esposa —, menos mal se adelantaron, tenemos que hablar del itinerario con Hanna.

Es como si alguien echará sal a la herida cuando lo escucho decir mi nombre real.

—Le estaba dando una introducción — dice guiñándome el ojo —, creo que puede estar más tranquila ahora.

—O más ansiosa — dice Skandar jalando una silla a mi lado, toma asiento antes de poder evitarlo —, no es como que no tuvieras una habilidad de exagerarlo todo.

Kathia pone los ojos en blanco —, exagerar o poner las cosas en orden, porque lo veo de esa manera — le dice —, en todo caso no creo que sea buena idea exponerla.

—Y pensaría lo mismo si no fuera por ese tercer enemigo — le contesta Donato, no toma una silla, es Kathia la que se la ofrece, así que termina sentándose poco después.

Me quedo pensando en sus palabras, hasta cierto punto pensaba que nosotros éramos el tercer enemigo, pero al parecer se han deshecho de él en menos de una hora.

—¿Quieres saber quién es? — me pregunta Skandar mirándome. — Te vas a sorprender...

No hay ni rastro de enojo, burla en su mirada, de hecho su tono es bastante serio. Quizás se trata de otra de sus bromas.

—¿Es un acertijo? — alzo una ceja, no deseo seguirle el juego de la adivinanza.

—No, de hecho es la respuesta más obvia — me contesta robando mi taza de té y tomando un sorbo —, ¿te molesta?

—Ya no puedes regresar lo que tomaste — me encojo de hombros, no soy la mayor fan del té —, me da lo mismo.

Escucho la risa de Donato, el hombre ya tiene la tasa de Kathia en sus manos.

—No es un acertijo muchacha, es un factor imprescindible.

Alzó una ceja —, no tienen un tercer enemigo... a menos que hablen de los desterrados.

—No es un enemigo físico, es más bien omnisciente — me dice Skandar, una sonrisa adorna su rostro.

Oh por el amor de Dios. Voy a matar a este tipo.

Me le quedo viendo, esperando un bufido de fastidio o una carcajada, nada viene.

—Entonces es una broma, no un acertijo...

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora