🔴Capítulo 124🔵 Si esta de buenas

793 72 17
                                    


Me besa la oreja, la mejilla, el cuello, pasa sus manos por debajo de mi camiseta y yo decido hacer lo mismo. Debe ser la familiaridad lo que nos hace rendirnos, lo que no podemos controlar. Y creo que admitirlo es algo liberador.

—Skandar — susurro mientras repasa sus labios por mi mandíbula —, ¿en qué estás pensando ahora?

Regresa a mis labios por un segundo —, ya debes saberlo — sus palabras tropiezan.

—Me dijiste que había silencio — le recuerdo acercando mis labios de nuevo.

—Me refería a que hay paz, la encuentro con tu voz, con tus interminables preguntas — me responde, su respiración es más pesada —, con tu toque, estás solo tú y espero que contigo sea lo mismo.

—También me gusta pensar en mí — bromeo, su sonrisa se alarga.

Se termina acercando de nuevo, de nuevo necesitándolo, de nuevo probándonos quien aguanta más. Su toque, sus besos, sus susurros no es algo de lo que me pueda saciar. Sus comentarios sobre lo bien que se siente, sobre lo hermosa que soy, nuestras risas, me terminan embriagando.

Hasta que lo alejo, mi bostezo lo contagia, lo que me provoca otra risita.

—Entonces ya te dio sueño — le menciono en voz baja —, creo que es mejor que recobres fuerzas, pronto amanecerá.

—Tienes razón — dice haciendo algo que no me espero, se agacha antes de cargarme, suelto un grito antes de aterrizar en la cama.

—¿Qué estás...? — me quedo a medias cuando lo veo terminar de desabotonar su camisa, la deja colgada en una de las sillas, no se apena al proseguir con su pantalón, en menos de un segundo queda en bóxer —, no estarás pensando en dormir aquí, no...

Me responde acostándose a mi lado sin ningún tipo de explicación, extiende las sabanas y se acerca.

—No me mandarás allá con este frío, ¿no serás tan cruel? — me pregunta con una sonrisa burlona.

—Si tanto es el frío no te debiste casi desnudar — me digo —, ¿cómo te pondrás cálido?

—Con las sabanas — se encoge de hombros antes de taparse —, y contigo.

Debí echarlo cuando tuve la oportunidad.

Termino acostándome a su lado, aunque sin tocarlo —, te veo temblando.

—Eso es porque estás muy lejos — me dice antes de que se acerque, pasa una de sus manos por mí estómago —, si deseas abrazarme no pondré peros, sé que dormir solo, en un lugar desconocido no es fácil.

—Me dices esto después de dormir aquí por casi una semana — le recuerdo.

—Estaba a nada de proponerlo, pero no quería que me echaras a patadas — me dice bajando la voz —, además no es nada que no hayamos hecho antes, quizás fue un error no haberlo hecho en primer lugar.

—¿Te refieres a que nos acostara...?

—Termine deseando estar así las siguientes noches, no he dormido casi nada esta semana — me dice —, ha sido un castigo no pedirte entrar, es mi día de suerte que estés demasiado permisiva.

—Es mejor si no te acostumbras — menciono, aunque me ahorro la parte en la que imaginaba que me abrazaba, la manera en que deseaba regresar solo para sentir su calidez, su olor. Talvez por eso después de esa noche me ha costado recobrar el sueño. Hay un espacio vacío que me cuesta entender por qué lo veo con dolor.

—Entonces déjame acercarme hoy — me pide, no le contesto y lo toma como un sí.

Sus brazos no pierden el tiempo, se enrollan en mi estómago, nuestras piernas se enredan y su aliento me hace cosquillas en la nuca. 

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu