🔵Capítulo 109🔴Aun no hay ganadores

733 90 35
                                    

Celebran, por supuesto que lo hacen. A este punto claro que se mordían las uñas de solo pensar en mi nombre plasmado en ese papel. Ahora siento que acabo de entrar a una cuenta regresiva de algo que va a explotar. Pero por lo menos buscaré un poco de consuelo.

Don Donato estrecha mi mano y luego una apenada Kathia lo imita, intenta sonreír pero no obtiene una respuesta de mi parte y se rinde. Después algunos me dan palmadas en el hombro y otros solo deciden darme las felicitaciones. Es la cosa más estúpida, de hecho por poco y me burlo en sus caras. Es de cínicos hacer esto, esta gente no conoce la vergüenza.

—Felicidades — me dice Skandar dejando esos malditos papeles que quisiera volver trizas en una maleta, y esta se la entrega a uno de los asesores, no sin antes darle un vistazo. Sus irises se agrandan, debe ser un precio exquisito el esfuerzo.

—Porque no me das un pésame — aprovechó que algunos ya se están alejando —, eso va más acorde, hasta te lo agradecería.

Se queda en silencio, hasta que me voltea a ver, no se ve arrogante, pero tampoco furioso. De hecho se encuentra demasiado serio, como en un transe.

—Ahora me tendrás que acompañar — me dice, ignorando mis palabras.

—¿A dónde? — alzo una ceja, dándome cuenta de que también los norteños se quieren llevar a Joseph —, no me alejaran de mi hermano, ambos tenemos casa, comida y paz, eso no me lo vas a quitar.

Violet está con mi hermano mientras Fabiola le dice unas cosas, sin embargo me está viendo. Me deja anonadada su actitud, no se ve berrinchudo, ni un rojo enrojecido ni palidez. No sé cómo demonios lo maneja mejor que yo, como un maestro pero es como si la misma decisión le hubiera dado paz.

—Llévame con él — le digo a Skandar —, tengo que ir a casa.

No me dice nada, ve alrededor, han salido algunos socios, sin embargo quedan los asesores centrales, los Blake y claro, Violet. Y no, no me olvido de los guardias, que no han movido ni un pelo.

—Ahora no — me dice y ambos estamos viendo lo mismo.

Los patriarcas de cada lado se miran, como si fuera parte del acto se acercan, dejando en evidencia la separación. 

—Sigo siendo un caballero — dice Donato viendo a Alfonso, cada lado alistándose para partir —, así que no me iré sin despedirme, espero que sea recíproco el detalle.

Alfonso sonríe, pero no dura mucho —, es la última vez Donato, la última.

El silencio que sigue es mil veces peor, las muecas que hacen algunos son palpables, demasiado angustiadas para mi gusto. Sin embargo hay fiereza, no me sorprendería que en otras circunstancias algunos ya se hayan rajado la garganta.

—Entonces espero que les haya dejado un buen recuerdo — responde viéndote —, te invitaré a su cumpleaños.

El escalofrío que me recorre es capaz de dejarme tiesa. La mandíbula de Alfonso se endurece, por poco tiempo me mira antes de sonreír.

—¿Será su cumpleaños o boda? — le pregunta alzando una ceja, me deja un mal sabor de boca, una me que hace querer huir y esconderme en el mismo infierno. — Por lo menos un anillo...

—Nos tenemos que ir — interrumpe Kathia, una que parece estar sufriendo cada segundo a comparación de Fabiola. — Por favor, esto ya fue suficiente.

—Podría ser ambas — le dice Donato antes de tomar a Kathia de la mano, la mujer no se ve complacida con el gesto —, fue un gusto Alfonso.

Se miran dudosos, sin embargo se estrechan la mano, escucho a algunas personas suspirar, al contrario yo tengo que inhalar para no perder la conciencia. Se siente como el fin de algo, como que algo se está rompiendo y a partir de aquí nada será igual. A partir de aquí inicia algo mucho peor.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now