🔴Capítulo 45🔵Los sutiles pretendientes

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Sé que el chofer me detesta, aunque sabe ocultarlo bien. Lo llamé el domingo y le pedí que viniera por mí una hora antes, a las seis de la mañana. Estoy segura de que al igual que yo, no le gusta madrugar.

En todo caso pase comprándole unos pastelillos de arándanos, sé que es su preferido. Quizás con eso le endulzo su mañana o más bien madrugada.

La razón de esa idea estúpida es sencilla, prevenir cualquier rastro de los medios como el caótico primer día. También es un intento vago de evitar miradas en los pasillos, por lo menos las primeras horas de la mañana, aunque a este punto me acostumbre a eso.

Al entrar a la escuela, resoplo al solo ver a maestros dando vueltas. Tampoco me logro librar de las miradas de ellos, pero es menos molesta que la de los alumnos.

Me dirijo al aula de historia y al sentarme el sueño me vence. Me recuesto en la mesa y sin darme cuenta caigo en la oscuridad.

Alguien me empieza a sacudir con delicadeza, o lo que Claire piensa que es.

—Muy buenas noches señorita — me dice casi en un grito que hace que me levante con brusquedad, me restriego los ojos y alzo la vista. No está sola, Edmon y Ted la acompañan, ambos me están viendo con las cejas alzadas, casi asustados.

—¿Todo bien Nataly? — pregunta Edmon cauteloso.

—¡Lo sabía! — suelta Ted —, te echaron de tu casa y desde el domingo has estado vagando por las calles, ¿verdad?

Niego —, no solo quise...

—No me sorprendería que lo hicieran — menciona Claire viéndome con una ceja alzada, desde que vino ha tenido esa mueca de molestia.

La razón de eso es más que obvia.

—Claire...

—Oh, no intentes decirme nada, las cosas han estado más que claras — me detiene.

—Déjame hablar por lo menos...

—No es necesario Nat — se encoge de hombros —, sea lo que tengas que decir media cuidad ya lo vio.

—¿Te puedes callar por un momento? — alzo la voz.

—¿Alguien tiene hambre? — pregunta Edmon sacando una bolsa roja —, porque traje...

—Mmm, huele a queso frito — dice Ted acercándose de manera feroz a la bolsa, que mi amigo aparta con rapidez.

—No me voy a callar — me dice Claire haciendo caso omiso a los chicos —, me sorprende que todavía quieras justificarte.

Me rio —, entonces suéltalo — le digo animada, me pongo de pie y de un segundo a otro el sueño que tenía desapareció —, di lo que piensas con todo lujo de palabras, solo no te contengas.

La sola acción manda a callar a los chicos, los dos se nos quedan viendo, aunque ambas no nos quitamos un ojo de encima. Es algo extraño, porque al mismo tiempo que nos estamos retando, de alguna forma deseamos entendernos.

Traga y toma asiento en el pupitre de al lado —, ¿por qué estás aquí, Sanderson?

—Porque quería evitar la mayor cantidad de mirada posibles — le digo imitándola.

—Lógico — dice Edmon sonando comprensivo, al parecer él también estaba ansioso —, ¿te sientes bien?

—Sí, gracias.

—Qué bueno Nat, lo que no entiendo es como te quedaste dormida en un pupitre — dice Ted sin verse afectado por los tensos segundos —, digo, te mirabas muy cómoda a pesar de la posición.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now