🔴Capítulo 112🔵Aliado omnisciente

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—¿Cómo supiste mi talla? — le pregunto, es lo único lógico que me alcanza a decir, mi mano se ve demasiado extravagante. Es irreal. Es nauseabundo. 

—Pensaba que lo ibas a tirar por la ventana — me dice, ambos lo estamos viendo, aun sin alejar su mano de la mía.

—Todavía lo puedo empeñar Cacciatore — digo sin saber cómo me alcanza a bromear. — Debiste de planear todo esto con antelación, no es posible que me quede tan bien.

—Soy observador — me dice como si fuera una respuesta suficiente. 

Me quedo en silencio, pensando en mis últimas 24 horas, y luego en mi último mes, después pienso en todo lo que me pasó desde hace un año. Mi vida se ha vuelto un turbulento viaje de intereses que no me ha tenido piedad.

—¿Todo esto por un trono real en los puertos? — le pregunto y siento que fue como sacar una astilla de mi dedo. — Sabes, es hasta ridículo, ¿qué piensas hacer con eso? ¿volverte el administrador? Solo te has hecho un miembro de una junta, y el mismo Alfonso movió sus piezas. Perdí mi libertad por eso...

Se queda en silencio —, te dije que son negocios, ambos la hemos perdido, hasta Joseph lo hizo, esto se ha vuelto una guerra y te aseguro que ni Alfonso ni mi padre han terminado.

Me quedo pensando en sus palabras, tratando de hacer sentido de todo esto. Es claro que no se conformarán por ser un simple miembro de una junta, esto debe ser como la última parada antes de la tormenta. Ellos buscan el premio, el puesto más alto.

—No te nombraremos administrador y... — me quedo en silencio —, Dios, tampoco nombraremos a Leonardo, no sucederá.

—No está en mis planes, no cuando estoy en otra línea de sucesión — me dice y me doy cuenta de que su mano sigue sosteniendo la mía, parece opresiva casi dominante. El acuerdo se ve más plasmado con ese escandaloso anillo.

Me burlo de sus palabras —, oh, déjame adivinar, será la nueva integrante de tu familia.

—Tampoco, no podemos nombrar a uno si todavía hay enemigos que desean hacer lo mismo, primero debemos encargarnos de eso — me dice con simpleza —, y luego resolver esos problemas tontos como el nuevo administrador.

—Si su idea es exterminar a cada norteño entonces no había necesidad de meternos en esto... — me quedo de piedra, ahora solo puedo pensar como Joseph, Anni, Claire, Ted son parte de esos enemigos de lo que mi prometido se quiere deshacer. — Si eres ese maldito ganador no nos tenías que amarrar...

Ver este anillo duele, ver mi mano entrelazada es peor. Alzó la mirada, sus ojos me perforan, es ahí donde aprieto su mano con fuerza, desde que sienta mi frustración la falta de mi hermano y quizás la ilusión de libertad.

—Estás equivocada, porque de ninguna manera hemos ganado — me dice, me hace recordar a las palabras Joseph —, no solo tememos de los norteños. 

Eso me deja aun más pensativa —, ¿ah no? Ahora temen de ustedes mismos, no me extraña nada. 

—Correcto, pero es más complicado — me dice antes de hacer una pausa —, desde que tengo uso de razón, no hemos sido solo dos bandos, existe un cierto grupo selecto que no está dispuesto a sernos fieles.

Los aliados de Violet, esos que solo conozco una cuarta parte. Esos que eran fieles a mis padres y que han logrado hacer una fuerza invisible pero poco eficiente.

—¿Traidores? — alzó una ceja —, ¿estoy yo ahí?

—Por supuesto que no lo estás — me dice, me doy cuenta que pasa su otra mano detrás de mi cuello —, y no son traidores si nunca han sido aliados.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora