🔵Capítulo 56🔴Enfrentarme

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—Hola, habla Merlyn, ¿necesitan ayuda?— dice el hombre moviendo a los lados la manija —, a menos que este hablando solo, en ese caso me siento muy estúpido...

—No está hablando solo — le responde Skandar sin necesidad de alzar la voz y aun con sus manos sobre mí —, estaba hablando por teléfono y le pedí a Bertha las llaves, ya sabe por privacidad.

Merlyn no responde por los siguientes segundos, tal parece que reconoció la voz del desalmado.

—Oh, está bien, perdone la molestia, volveré más tarde...

Un ataque de alarmismo y quizás la cobardía me hace moverme. No, no puedo seguir más tiempo con Skandar, no después de lo que le planeaba decir. Debe ser por la interrupción la que me hizo arrepentirme,  si el hombre se va, este demonio querrá que termine lo que iba a decir.

Estoy por contestarle, pero la voz de Skandar me manda a callar —, no es necesario, ya había terminado Merlyn — le contesta sin darse cuenta del alivio que eso me provoca —, espera un momento.

Busca las llaves, y aprovecho la distracción para salir de su agarre, me hago a un lado y me alejo lo más que puedo, aunque no tanto como para poder salir lo más pronto en cuanto abra.

Aunque quizás fui demasiado evidente de mi estado de alarmismo, porque no pierde el tiempo en verme de reojo —, ¿por qué tan alarmada? ¿Acaso estabas haciendo algo indebido? — Pregunta con un indicio de sonrisa, una que me eriza los vellos.

—Abre la puerta Cacciatore — le digo demandante.

Se toma su tiempo para responder, antes pasa su mirada de mis pies hasta mi cabeza —, péinate y cuando salgas lávate la cara, luces demasiado evidente.

—Abre la puerta...

—Lo digo por ti, imagínate si primero entro yo y tiempo después entras en ese estado. 

Me acerco sin aviso y le arrebato las llaves, voy a la puerta y espero que me las arrebate, pero no pasa nada. Skandar se queda detrás de mí de brazos cruzados. Meto la llave y tras varios intentos logro abrir la puerta, cosa en la que no me hubiera demorado, de no ser por el temblor de mis manos.

Merlyn, un señor larguirucho de unos cincuenta años se sorprende al encontrarse conmigo.

—Buenas tardes — le sonrió mientras doy un paso al frente —, perdone la tardanza — termino de decir de manera acelerada y sin esperar su respuesta lo evado y corro buscando el baño más próximo.

Avanzo demasiado rápido, que tan solo en segundos dejo de escuchar la conversación de Skandar y Merlyn. Me meto al primer baño que encuentro y lo primero que hago es lavarme la cara, incluso me limpio el sudoroso cuello.

Mi corazón golpea contra mi pecho, pero no es lo único que me mantiene así de acelerada sino esa sensación que tengo en la parte baja de mi estómago. Esa que fue la que me motivo a iniciar esa guerra de posesión en el beso... y que por alguna razón me gustaría terminar.

Sacudo esos pensamientos tan rápido como puedo. Es peligroso además de estúpido de mi parte.

Me miro al espejo, está claro que estoy sonrojada y mi estado de alarmismo no me ayuda a disipar rumores, en especial si entro antes o después de Skandar. Me amarro el cabello en una coleta alta y estiro como puedo mi blusa, debo pretender que no ha pasado nada. 

Estoy lavándome las manos cuando escucho una discusión afuera del baño, un pequeño sollozo es el que me hace acercarme a la puerta. La abro tan solo un centímetro, pero el pasillo, desde el punto de vista, deben estar del otro lado.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now