🔴Capítulo 1🔵 Mi Propio Purgatorio

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Los rayos del sol siempre se le adelantan a las enfermeras, o como prefiero llamarlas, mis asquerosas alarmas. Es imposible que me acostumbré a madrugar, no lo hice en la primaria, no lo hice en la secundaria y mucho menos lo voy a hacer en esta bazofia. Digo, hospital de psiquiatría Ophelia, con sus siglas HPO. Aunque yo prefiero llamarlo hogar petulante horrífico.

Ya sé que la última palabra es incorrecta, pero me importa un bledo.

Últimamente, todo me importa un bledo, como las instrucciones de ese hijo de puta, y la de las enfermeras. Todo. Si fuera por mí, me quedaría en esta cama todo el día, toda la semana, pero a las enfermeras y al hijo de puta le importan un comino mis elecciones.

Como ahora.

—Muy buenos días, señorita Sanderson — me saluda como siempre Maggie. Una mujer cuarentona, que, a diferencia de las otras enfermeras, no duda ni un segundo en seguir órdenes de sus superiores, a pesar de mis súplicas. — ¡Ya son las siete de la mañana en punto, momento de levantarse y arrancar con todas las ganas! — me habla con ese tono animado, fabricado.

Me tapo por completo. Escucho que está abriendo las persianas, me acuesto boca abajo en cuanto siento un ápice de luz solar. 

Hace un par de semanas hubiera adorado levantarme temprano, no por la acción de madrugar, sino porque me deparaba un día maravilloso. La deliciosa comida de la mansión Cacciatore, ver a mis mejores amigos, reír con mi hermano y la pequeña Kalia... y ver a ese engendro que ahora me produce náuseas.

Ahora por más que me quiera dar ánimos, no puedo. No encuentro una jodida razón para levantarme. No hay nada, absolutamente nada que me haga desear continuar. Y con solo ver estos condenados pasillos blancos, la cosa se pone peor. Este lugar se ha vuelto mi propio purgatorio y me he convertido en un ánima en pena.

Maggie me zarandea de manera delicada —, señorita Sanderson, por favor levántese — gimo en negación, prefiero pudrirme aquí —. Señorita Sanderson no nos haga usar la fuerza bruta, otra vez — me arriesgo y vuelo a negar. — Bien, solo porque usted no coopera — dice y sin antelación me arrancan la sabana.

Me encojo lo más que puedo abrazando la almohada con todas mis fuerzas. Pero mi lucha dura muy poco, Maggie junto con Martha me sacan a rastras de la cama.

—¡Suélteme! — grito mientras mis tobillos son aprisionados por las salvajes manos de Marta —. No me toquen — sigo retorciéndome como loca, pero ambas mujeres ya tienen práctica en esto, Maggie me arrastra de los brazos como si tuviera el peso de una hoja de papel.

Ninguna me dice nada, como siempre me jalan hasta una de las sillas, me sientan a la fuerza y me dejan ahí para tranquilizarme, ese método no tiene ningún sentido para mí, sin embargo, no le pongo peros.

Maggie se pone de cuclillas frente a mí, esperando a que mi corazón se modere. La miro con todo el odio que me alcanza, me tiene muy enfadada y quiero transmitirlo. Pero la mujer al igual que Janice o Violet es impenetrable. Aunque esta es peor, no muestra algún sentimiento en sus facciones a diferencia de la entrenadora.

—Tú y yo quedamos en algo hace un par de días, si mal no recuerdo —me dice entrecerrando los ojos —. Pensaba que cumplías tus promesas, esto me deja muy decepcionada Sanderson.

Me río de su cinismo.

— Lo hago Maggs, soy muy cumplida — odia cuando la llamo así —, pero no con malditas traidoras — hago énfasis en esa última palabra.

—¿De qué estás hablando? — me cuestiona, fingiendo demencia.

—No te hagas la tonta, tú y yo teníamos un trato, ¿acaso se te olvido?

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now