Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)

🔴Capítulo 22🔵Un peligro inminente

Llegó a las puertas de salida donde Janice me está esperando. Me escribió sobre el entrenamiento para que lo aplazáramos hasta el miércoles. Al parecer tiene que pedir una autorización con dirección. Además, quiere salir conmigo para evitar el acoso de los medios.

—Es preferible prevenir, aunque Lewis me aseguro que la guardia estatal está resguardando las entradas — me dice caminando a mi lado, su cabeza se voltea como un resorte, para ver si caza algún periodista —, no, no hay moros en la costa, puedes ir en paz — me sonríe.

—Muchas gracias por la ayuda — le digo antes de acercarme al auto del chofer —, ¿mañana tendremos la misma bienvenida?

Niega —, al parecer los directivos se confiaron y pensaron que ningún medio iba a tener la osadía de meterse a los jardines — me cuenta mientras nos metemos al auto —, cuando llamaron a los guardianes ya era imposible contenerlos, eran demasiados y estaban desesperados.

—Es eso cierto o se pusieron de acuerdo con ellos — le comentó desconfiada —, ya vez con el montón de mentiras con las que están colaborando...

—No lo creo, mi media hermana podrá ser una sumisa molestamente obediente, pero nunca se mete en los asuntos internos de los Cacciatore — la volteo a ver —, si los patriarcas publicaron los hechos, así será cómo se tratarán en Saint Lincoln y no cuestionara nada.

—Es de las pocas veces que te escucho llamarla media hermana — comentó sin ninguna mala intención, solo por curiosidad.

—Porque lo es — se encoge de hombros —, con Sharon no seremos unidas, pero nos tenemos estima, me lleva diez años así que tengo una excusa válida — alzó ambas cejas con el dato novedoso —. Mis padres se casaron cuando mi papá ya tenía a Sharon, de niña me odiaba porque le quitaba la atención de papá.

—Sabía que era la mayor, aunque no me imaginaba que tanto — le digo emocionada por su humor. — ¿Ella también estudió en Saint Lincoln?

—Claro, pero solo la secundaria — responde —, cuando yo empecé la secundaria ella ya llevaba la mitad de su carrera universitaria.

—Una vez me dijiste que no pertenecían a ningún lado — le recuerdo —, ¿en ese momento era igual?

Suspira, intentando buscar las palabras correctas —, no crecimos en Nueva York, sino en Jamaica. Mi padre era contador y laboraba en una empresa de restaurantes que quebró, tuvimos que emigrar por la falta de empleo en el país — me relata, dejándome muda por su sinceridad —. Resulta que el sueño americano no es como lo pintan y mis dos padres empezaron a trabajar por largas jornadas, eran meseros.

—¿Cómo terminaron en la escuela?

—Tenía tan solo tres años así que aún no la iniciaba, Sharon no pudo estudiar por un año y medio — me dice sin un ápice de pena —. Mi padre logró conseguir un trabajo más, lo que facilitó que mi madre renunciara y pudiera encargarse de nosotras. En cuento a mi padre, por las mañanas era mesero y por las tardes conserje de Saint Lincoln.

Abro más los ojos, creo que ya puedo entender la conexión.

—Me imagino que nunca intentó buscar una vacante de contador — adivino, pensando en el contexto —, wow, debió ser matador — susurro pensando en voz alta.

—Y lo fue, éramos indocumentados, el título de mi padre era equivalente a un papel higiénico de un restaurante — sus palabras a pesar de ser duras, no afectan el humor de Janice —. Con dos empleos logramos rentar un apartamento más grande mientras mi madre nos cuidaba, mi padre salía a trabajar.

—¿Cuánto tiempo estuvieron así?

—Un año, mi padre era un hombre muy inteligente y siempre busco una manera de ascender de puesto — sonríe orgullosa —. Paso de conserje a ser ayudante de uno de los contadores, era un trabajo un poco estresante, ya que ese contador lo trataba como un esclavo — suspira como si odiara tener que hablar de eso —. Incluso le dio un celular para mantener el contacto todo el día.