🔵Capítulo 101🔴Mi mejor castigo

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Me besa despacio y me deja en el suelo, de hecho a diferencia mía, Skandar prefiere ir con calma. Al separarnos, nos quedamos mirándonos por un instante. Con delicadeza, coloca sus manos detrás de mi espalda antes de obligarme a dar la vuelta, quedando yo de espaldas pero sin perderlo de vista, reflejado en la ventana.

La imagen que veo en el reflejo parece surrealista, mientras me concentro en su tacto y en cómo está más concentrado en mí que en nuestra imagen reflejada. Su mirada es insondable, como si nada pudiera apartarlo de mirarme.

Deja caer mi sostén al suelo y es ahí cuando la vergüenza comienza a aflorar. Intento cubrirme, pero él me detiene. Toma mis manos y las deja caer a los lados, luego desliza sus manos por mi abdomen, subiendo hasta acunar mis senos, apretándolos antes de buscar mis labios. No espero mucho antes de girarme para unirnos en un beso, breve pero difícil de detener, hasta que nos separamos.

—Debo ser el más afortunado —susurra, ambos viendo nuestro reflejo en el espejo. Sus brazos me abrazan con fuerza —, no creo que vaya a ser suficiente...

—Entonces termina con esto — le digo y apenas reconozco mi propia voz, suena ronca, temblorosa, decidida —, por lo menos déjame este momento...

—Egoísta —dice, aunque sin ningún tono ofensivo—, eso significa que te aprovecharás de mí —alza una ceja.

—No quiero hacer nada que tú no quieras —le digo, volviendo a mirarlo, y él hace lo mismo.

—He pensado en esto desde ese castigo — me dice, no le cuesta admitirlo —, desde que estábamos solos en esa bodega — siento sus dedos en mi cabello —, tienes una manera de seducir muy discretas.

Me burlo —, no lo estaba haciendo Cacciatore.

—Entonces era solo en mi cabeza — continúa con sus masajes.

—Por supuesto, contar papeles no es una cita romántica — le recuerdo.

—Eso es mentira — me dice pasado sus labios por mi mejilla hasta mi oreja —, sino no me hubieras seguido la corriente, desde que te robe ese beso.

—Eso fue poco apresurado.

Niega —, no, no era apresurado — continúa —, nunca lo ha sido contigo, no cuando me volví impaciente, no cuando contaba las horas para volver a verte, estar solos...

—Skandar, solo estábamos charlando —digo, recordando algo que parece haber sucedido hace años.

—Soy de pocas palabras, supongo que contigo he roto algunas normas —me dice, rodeándome, conmigo frente a él, sin soltar mi abdomen—, he roto el control del tiempo, la rutina, los límites del interés... —una de sus manos rodea mi cuello—, la relativa paz.

—Porque no soy más que una carga — recuerdo sus palabras —, una molesta...

—Una fascinante, una que no puedo descifrar, una que me quita el sueño — acerca su rostro, nuestras narices se tocan —, una con la que estoy perdido.

Me besa, pero es breve, se despega rápido —, ¿Stella se mía esta noche?

Esa pregunta no podría tener otra respuesta, no, ahora no con la carga que llevo. Hoy me daré el lujo de ser egoísta porque esto es lo que quiero.

—Y tú, ¿qué hay de ti, Skandar? —puedo sentir su aliento combinado con el mío—, ¿me dejarías hacer la misma pregunta? —demandé, pero sonríe.

—Siempre he sido tuyo, Stella —me dice, y apenas pasa un segundo antes de que nos reencontremos, antes de que nos unamos en un beso que sella algo más que no podemos definir.


Entre el canto de las aves, el susurro del viento entre las ramas y el aroma embriagador de la madera, encuentro la esencia de la magia

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Entre el canto de las aves, el susurro del viento entre las ramas y el aroma embriagador de la madera, encuentro la esencia de la magia. La mezcla de vergüenza y valentía se adueña de mí en un instante, revelando a un Skandar tierno pero sin control sobre sus propias emociones. Cada beso, cada caricia, incluso en las partes de mí que me avergüenzan, disipa cualquier rastro de timidez.

—Creo que ahora si me he condenado — susurra finalmente, antes de recostarse a mi lado, sin dejar que me aleje. Me atrae hacia su pecho, envolviéndome en un abrazo que me atrapa en su calidez.

Y no puedo, sino compartir el mismo pensamiento. No podremos escapar uno del otro.  

No hay resistencia en mí, no después de lo que hemos compartido. Rendida en sus brazos, me sumerjo en un sueño reparador. Es en su abrazo, con su respiración tranquila a mi lado, que encuentro plenitud y seguridad.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now