🔵Capítulo 80🔴Un malentendido atroz

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Una persona se acerca a Donato y le dice algo en voz baja, Kathia y él se excusan, pero no se van del todo lejos, a un par de metros platican con su asesor.

Mi hermano está por decir algo que claramente es un comentario sarcástico, pero alguien se acerca y se pone a mi lado. Solo me basta un segundo para que se me erice la piel por completo y tenga ganas de desaparecer.

—Buenas noches — dice Fabiola, que claramente no deja lugar a dudas su preferencia de equipo. Viene impecable con un traje azul, unos aretes del mismo color, además porta la pañoleta atada a su muñeca. — Nataly, querida, tiempo sin verte, ¿cómo has estado?

Siento la lengua más pesada, tanto que olvido lo que tenía planeado decir, por suerte Violet llega al rescate.

—De maravilla, venimos por las fotografías Fabiola — se pone a mi lado.

—Con ese peinado no lo parece querida — le dice entrecerrando los ojos —, traje a mi estilista por si lo necesitas.

—No me gusta tu estilo estrafalario, no estamos en un circo... — le responde con una sonrisa sutil, ambas lo han practicado tan bien. Aún no me sorprende como no se han arrancado la cabellera.

—Ah, me gusta la idea de sobresalir, no le veo lo malo — le contesta sin lucir ofendida —, es un partido, no un funeral, quita esa cara de cadáver que parece que la pasas fatal.

—Entiéndeme un poco, no me gustan las cucarachas — empieza y ya siento el golpe —, por desgracia me veo en la obligación de estar rodeada de ellas.

Trago, no extrañaba esas batallas verbalmente violentas.

—Oh, yo conozco un repelente maravilloso, la salida más cercana — le dice antes de suspirar y mirar a mi hermano. — Joseph, querido, ¿cómo estás?

—Bien —su voz se debilita —, gracias.

—Me alegro, qué lindo es verlos, ya los extrañábamos — su tono se torna más suave —, bueno tener estos momentos recreativos. Quizás los invitemos a la fiesta de Alfonso, su cumpleaños es en dos semanas.

Mi hermano y yo compartimos una mirada fugaz.

—Muchas gracias... — empiezo a decir con la mandíbula tensa.

—Pero ese día no pueden — dice Violet —, no importa que día pongas, no van a poder.

—Deja que al menos sean ellos los que me rechacen — le responde, pero me está viendo a mí —, algo me dice que es tu especialidad, o en verdad deseas hacerlo Nataly.

La enfrentó —, no sé qué pretendes lograr con esa invitación...

—¿A qué te refieres?

—Que escojamos a tu candidato, eso está claro — suelto sin más —, invitarnos a cenar, sobornos... creo que es evidente — digo bajando un poco la voz.

Para nada es sorpresa que se ría, no es escandalosa pero si me dice que mi comentario fue absurdo —, si eso es lo que piensas querida, bueno estás equivocada.

—¿Para qué más te somos útiles? — la interrumpo, alza ambas cejas.

—Siempre tan directas... — susurra, aunque lo hace con la intención de que pueda escuchar —, sin embargo demasiado ciega para poder darte cuenta.

Ahora soy yo la que se burla —, debo estar muy mal, ¿de qué se supone que debería darme cuenta?

Suspira y ve a Violet de repente —, ¿no les has pasado ninguno de mis mensajes?

—No, lo pensaría dos veces si fuera Alfonso, pero contigo solo hay una respuesta — le dice con descaro, lo que me deja muda.

Así que ha intentado contactarnos, interesante y a la vez aterrador. Hasta mi hermano luce contrariado, como si no quisiera tenerla cerca pero a la vez tiene esa mínima curiosidad para saber que tiene para decir.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now