🔴Capítulo 118🔵 Revelaciones

663 77 25
                                    


Ir a la escuela en estas condiciones debería de considerarse como algún tipo de tortura. Al menos así lo siento, sobre todo si llego en el mismo auto de mi prometido. Con dos camionetas blindadas pisándonos los talones, vigilando que nadie nos intente atacar.

Un bostezo me despierta, es Skandar que me tira miradas repetidas veces. A la tercera se la regreso.

—¿Acaso conoces el significado de solidaridad? — me pregunta.

—Esa pregunta viene por...

—Son las cinco de la mañana...

—Cinco y media — me molesto en corregir.

—Lo que sea, a esa hora no hay ni un alma en este lugar — me dice cuando nos abren los portones de la escuela, como ya sabía solo hay tres autos, está oscuro así que tiene que encender las luces —, y todavía te tomas el derecho de dormir.

—Te dije que podría venir sola — me encojo de hombros —, además la escuela es segura, fue tu decisión.

Se queda callado por demasiado tiempo, tanto que al estacionarse suelta un suspiro.

—Si quieres puedes salir, tomaré una siesta — me dice mientras se pasa a los asientos traseros, lo volteo a ver un poco confundida. — ¿O te aterra salir a esta hora?

—Ya lo he hecho, solo que también tenía la idea de dormir un poco — admito un poco envidiosa, sin embargo se burla.

—Creo que cabemos ambos — me dice sugiriendo algo imposible.

—Paso — le digo antes de abrir la puerta, menos mal llevo puesto otro saco, es una mañana fría —, te veo después... o no.

Me quedo caminado por los pasillos, sin embargo, tengo que ir a unas sillas de la recepción para tratar de dormir. Pasan quizás unos cuarenta minutos, cuando el volumen de voces incrementa, ya está el sol mañanero y tengo que ponerme de pie. Me arrepiento de no subir antes y refugiarme en el aula, pero al parecer tendré que enfrentarme al escrutinio de primero.

No son tantos, pero hay alumnos que como si se tratara de un imán gigante me voltean a ver. Como si los atrajera, y es peor de lo que imagine. No hay muchas, burlas o miradas de lastima, me huyen. Me huyen, casi como si desearan estar en otra parte. Los veo moverse dejándome el camino libre y no se me pasa por alto algunas miradas de susto. Eso pasa con algunos conocidos, reconozco a Sucy, que no me devuelve la sonrisa. En parte lo entiendo, ahora me debe de ver como una sureña, pero no puedo evitar sentir dolor.

Tanto que acelero el paso, cosa que se me hace sencilla al ver cómo me siguen evadiendo. Es en el segundo nivel cuando respiro un poco más tranquila, no hay nadie, así que camino tratando de responder a esas preguntas que tengo.

Termino dando vueltas en el mismo sitio que no soy consciente de que alguien se acerca.

—No te mates pensando, es fácil entenderlos — Anni sale de una de las aulas, y me sorprendo al verla más pálida de lo normal —, es miedo, y sí un poco de traición al menos por los norteños.

Me quedo en silencio más de lo debido.

—¿Y tú me tienes miedo? — le pregunto —, también huiras de mí.

Niega —, no, ¿debería hacerlo?

—Jamás — respondo —, no creas que esto estaba en mis planes.

—Debí saberlo, pero fue tarde Nataly, tan tarde — me dice antes de restregarse los ojos.

Su reacción dramática me toma desprevenida, me acerco con cuidado tratando de consolarla, pero necesito que me explique.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now