⚫Capítulo 138⚪ Cautivo

344 47 5
                                    

No me dice nada por unos pesados minutos, su mirada queda posada en la mía por demasiado tiempo que me empiezo a preocupar. Eso hasta que comienza a ver alrededor, primero ve la ventana, que a pesar de que está oscureciendo aún se pueden ver los prados y los pinos al fondo. Luego repasa el resto de la habitación, las paredes vacías, la lámpara que tiene enfrente con una luz tenue y ambas puertas. Por último, vuelve al inicio, conmigo.

No me dice nada por unos pesados minutos, su mirada queda posada en la mía por demasiado tiempo que me comienzo a preocupar. Eso hasta que comienza a ver alrededor, primero ve la ventana, que a pesar de que está oscureciendo aún se pueden ver los prados y los pinos al fondo. Luego repasa el resto de la habitación, las paredes vacías, la lámpara que tiene enfrente con una luz tenue y la puerta cerrada. Por último, vuelve al inicio, conmigo.

Hasta que es consciente de su situación, más bien de su posición. Abre la boca, pero no dice nada, al contrario, se dedica a ver sus muñecas y sus tobillos, intenta jalar, pero las cadenas no ceden. Algo que agradezco.

—Yo que tú no haría eso — me atrevo a decir por primera vez —, no has comido nada en más de doce horas, no te conviene gastar fuerzas, mucho menos ahora.

Intenta jalar de nuevo, ignorando mis palabras, pero sus brazos caen flácidos. Es ahí cuando me doy cuenta de su palidez, y el sudor que empapa su camisa.

—¿Tienes sed? — le pregunto lo que resulta evidente —, tenemos agua de sobra, además hicieron sopa de papa.

No me responde de nuevo, comienza a ver alrededor de nuevo e intenta sentarse, pero las pocas fuerzas y las cadenas se lo impiden.

—Te dije que no gastes fuerzas, estás deshidratado...

Me mira de nuevo, esta vez no se ve curioso, sino asustado, aunque a pesar de su estado hay cierta furia en sus facciones.

—¿Cuál es mi primer nombre? — me pregunta de manera inesperada, su voz suena como un soplido, no intenta esforzarse.

Alzo una ceja —, ¿qué...?

—¿Cuál es mi primer nombre? — repite, como si su actitud no fuera extraña.

—Es... — me acerco de repente y toco su frente, cosa que no se espera, se remueve un poco, aunque no intenta evadirme —, no tienes fiebre Skandar, no estás delirando.

—Si no lo estoy, responde esa simple pregunta — me dice, esta vez se escucha más claro, más decidido y para mi sorpresa, eso me alivia.

—Es Michael, tu nombre es Michael — le digo a pesar de todo, y eso lo hace soltar un soplido —, no es un sueño, es demasiado real para tu mala suerte.

Mira de nuevo las cadenas, mira su ropa y cuando intenta sentarse de nuevo hace una mueca de dolor, termina recostado de nuevo.

—¿Qué está pasando? — susurra antes de verme —, mi cuello, duele...

Me quedo callada, entonces es posible que no recuerde nada.

—¿En verdad no lo sabes? — me pregunto en voz baja.

Bufa —, estoy en una habitación en quién sabe dónde, atado a una cama con unas cadenas casi asesinas, y me reencuentro con una mujer que posiblemente me desprecia... — se ríe antes de negar —. Solo para confirmar, ¿fuiste tú?

—¿Qué es lo último que recuerdas? — le pregunto, con seriedad a pesar de su sarcasmo.

—No te lo voy a decir — me dice —, al contrario, tú me vas a decir en dónde carajos estoy.

Esta vez sí sonrío —, no te lo voy a decir, esperaré a que me respondas...

—No puedo estar aquí, no puedo ir y... — respira antes de verme —, ¿dónde está mi teléfono?

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt