🔵Capítulo 92🔵 La moneda de Cambio

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Intento tranquilizarme, pero es imposible. Está claro que Claire hubiera preferido la presencia de cierto sureño, y aunque nunca lo vaya a admitir yo también. No he lidiado lo suficiente con la elite norteña y lo de las pocas veces han sido solo malas experiencias. Me desprecian, sin razón aparente.

—¿Los habrá llamado? — susurra Claire mientras me ve con preocupación, de hecho se ve muy mal. Sus manos no paran de temblar y se ve rígida.

—Al parecer — digo tratando de mantener la compostura, no debo caer en el pánico. No me ayuda que salen más tipos de autos hacia nosotras.

—¿Vendrán armados?

Bufo —, ha de ser como llevar su celular, un accesorio.

El primero en acercarse es Bianchi, lo sé porque no se molesta siquiera en saludar.

—Asegura ese portón — le dice al guardián antes de vernos por completo —, pero miren que tenemos, un par de curiosos, apuesto a que ninguno de nosotros las invito, ¿A que no?

Claire y yo no decimos nada, y al verla no creo que se pueda encoger más en el asiento.

—No, creo que es obvio la razón por la que estoy aquí — le digo rompiendo el silencio —, a traerla...

—A salvarla más bien — dice otra voz, es Carol Bardi que se pone al lado de Gonzalo —, pensaba que ya estarías lejos Henderson, ¿no te quedó clara la lección?

Mi amiga palidece, aunque la veo apretar los puños, el comentario no le caló bien.

—Nos vamos a ir — le digo a Gonzalo —, solo vine a traerla, no queremos problemas, por favor.

El tipo me ve por los siguientes segundos antes de reírse. Se arregla su chaqueta para variar azul y se inclina.

—Vengan, estamos en medio de la fiesta de celebración — nos dice —, porque ganamos, esta victoria es de todos los que estamos aquí. Serán invitadas de honor...

Alcanzó a ver la mueca de asco de Valery, la chica se acaba de acercar detrás de sus secuaces. Aunque por suerte no veo a Montessori.

—Buen chiste Bianchi — le dice Carol —, pero estoy de acuerdo con Sanderson, deja que se larguen.

Suspiro, esa no me la veía venir. Aunque son evidentes sus intenciones es un logro ponerme de acuerdo.

—Porque como norte, debemos estar unidos Carol — le dice antes de recostarse en la portezuela —, hay bebidas, música y humillaciones de todo tipo.

—¿Qué? — suelta Claire por primera vez.

—Sí, tenemos atado a un poste de luz al pelirrojo — le dice Carol —, le estamos lanzando dardos, pero nadie tiene tan buena puntería para darle en la cabeza — su comentario hace reír a sus amigos, que me doy cuenta de que estamos rodeadas, son unos quince si calculo bien.

—Bianchi, no compliques las cosas, ni siquiera sabía que iban a estar aquí, solo vine por mi amiga...

—Amigos en realidad — dice uno de los amigos de Gonzalo viendo a la parte trasera, donde Jack está acostado —, oigan, ese no es... — dice antes de que presten atención a la fila trasera.

Maldición

Estoy por mover la llave de nuevo, pero más idiotas se ponen al frente.

—Justo al parásito sureño que estábamos buscando — nos dice Gonzalo sarcástico —, que caritativas en ayudarnos a encontrarlo.

—Lo vamos a llevar al hospital — le digo indignada.

—Oh, les hemos ahorrado el viaje — dice otro intentando abrir la puerta, es ese sonido el que despierta a Jack, el chico se remueve gimiendo de dolor —, abran, lo sacaremos.

Niego.

—¿Por qué no? — suelta Gonzalo —, les estamos ahorrando el viaje...

—Y problemas — dice Carol, lo que suena como advertencia —, abre ahora.

—No, no puedo — le digo nerviosa.

La mayoría se burlan de mi tono.

—Esta...

—¡Está herido! — dice Claire de repente —, ¿acaso no lo ven?

—Lo provocamos — dice uno de los tipos.

—Además él se lo busco — termina de decir Carol —, abran la puerta, y lárguense.

Dios, a penas y puedo creer que considere la opción de Bardi. No es mala, de hecho nos quitaremos muchos problemas. Pero hay algo que no me termina de cerrar, y es la ausencia de Lily y Jason. Aún no sé porque decidieron quedarse en la fiesta de celebración, pero no me huele que sea algo bueno o seguro. Y eso Claire lo piensa, porque mi amiga niega al instante.

—Se podría desangrar, tiene que ser hospitalizado — dice —, por favor...

Valery se carcajea —, eso viniendo de ti no me extraña, debe estar muy bien dotado el sureño para que seas esa perra traidora.

—No se trata de — intenta hablar Claire, pero tartamudea —, no tiene nada que ver mi relación en esto...

—Solo déjanos ir, si quieres síguenos — le digo a Gonzalo, ni de broma intentaré negociar con Bardi es inútil —, lo dejaremos en el hospital y después nos perderemos de su radar.

—Ojalá fuera tan cierto — refunfuña Carol  —, pero la idea no es estúpida, Gonzalo piénsalo.

—Sí, Gon por favor, perdemos más tiempo con ellas — le dice Val acercándose, lo toma del brazo de manera delicada—, ya arruinaron lo suficiente la celebración.

Algunos le piden lo mismo, lo que me debería generar paz, pero no es así. Gonzalo se la ha pasado callado, de hecho no ha parado de mirarnos a los tres. Suelta un suspiro y se quita a sus amigos de encima y se recuesta en la ventana.

—No, creo que ya encontré una moneda de cambio — dice y me pongo helada al darme cuenta  de que me está viendo.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora