—Sí.

Tao bufó. —Por supuesto que sí, eres Kris... y yo soy un idiota.

—¿Por qué te enojas tanto? Que me folle a ella no implica que no me gustes.

Tao lloraba cuando le contestó. —Es que yo no deseo gustarte, lo que quiero es que te enamores de mí, que tengas miedo de lastimarme o perderme; pero eso no va a pasar: no importa lo mucho que hayamos vivido juntos, no soy importante para ti.

—¿Estás llorando? Yo no la besé para lastimarte, Tao.

—Está bien, Kris, sé que no vas a entenderlo porque eres la persona más insensible que conozco. Incluso el psicópata de Kyungsoo tiene más tacto que tú. ¿Has visto el modo en que mira a Jongin? Quisiera que por una vez en la vida alguien me mirara de esa manera y de verdad deseé que fueras tú —lloró—, pero parece que no será posible. Volveré a China mañana.

—Oye, Tao, te digo que no es para tanto.

—Dejemos las cosas así. Muchas gracias por todos los cafés que me diste, Kris. Me enamoré de ti y perdí el juego. Déjame irme en paz. 

Tao giró y caminó a paso ligero en busca de un hotel donde pasar la noche. Kris volvió a su casa, en la que la ropa de su chino millonario ocupaba una pequeña parte de su armario. Las cosas estaban limpias y ordenadas: todo se mantenía de esa manera desde que Tao se había mudado. Se lanzó a su cama y se le antojó más amplia de una desagradable manera. Amplia y fría justo como la cama de aquella horrible clínica.

Pensó en la imagen de Tao llorando y creyó que incluso con lágrimas manchándole el rostro, ese chino era atractivo, no perdía su elegancia como Kyungsoo. Tao tenía clase hasta para llorar. Cuando se secaba las lágrimas levantaba el dedo pequeño y no se le desfiguraba la cara, lloraba como un actor de dramas en televisión. Suspiró porque el recuerdo de Tao llorando por su culpa lo hacía sentir muy incómodo.

Cuando estuvo internado, había meditado sobre muchas cosas y esa noche las volvió a recordar: A su padre retándolo por no haber tenido la nota perfecta en sus clases. Él disculpándose de rodillas teniendo apenas ocho años. Rememoró las cenas elegantes en su casa, las miradas cargadas de reproche por parte de su papá cuando él ponía los codos sobre la mesa, su colonia, la pequeña corbata que siempre le asfixiaba un poco, el peinado perfecto de su madre, las visitas distinguidas, los libros, las clases de etiqueta, las amantes de su papá... Esas que se encerraban en el estudio mientras su mamá fingía creer que solo era trabajo, pero para soportarlo, bebía a escondidas de todos menos de su hijo.

—Yi Fan... ¿es esa mujer más hermosa que yo?

—Mi madre es la dama más distinguida y bella —aprendió a responder lo correcto desde esa pronta edad.

Lo cierto es que en la familia Wu todas las cosas eran perfectas: el respetable padre, la refinada madre, incluso su pequeño bien educado hijo. Pero cuando las puertas se cerraban, el respetable padre se follaba a las empleadas en cualquier habitación, la refinada madre se embriagaba hasta desmayarse o vomitar en cualquier rincón de la casa y el bien educado hijo lloraba solo en su recámara.

Kris recordaba muy bien aquella noche en que su madre vomitó sobre él mientras intentaba llevarla a la cama. Al emplear su tiempo en limpiarlo todo no estudió como debería y la nota de su examen al día siguiente no fue perfecta. El compañero de trabajo de su padre presumió que su hijo había obtenido mayor puntaje que el pequeño Yi Fan, lo que le costó una buena zurra en las nalgas.

Él quiso llorar, pero su papá le advirtió muy bien que los hombres no lloraban y que nunca jamás debía perder la compostura, así que solo tragó grueso y antes de salir del estudio de su padre, le dio las buenas noches y se despidió con una respetuosa venia.

Proyecto Haema [Fanfiction EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora