Proyecto Haema [Fanfiction EXO]

Capítulo 89: Chanyeol

Camino en un solitario camino, el único que conocí.

No sé a dónde va, pero está bajo mis pies y camino solo.

Camino esta calle vacía, en el boulevard de los sueños rotos,

donde la ciudad duerme y yo soy el único y camino solo.

(Green Day, Boulevard of broken dreams).

Fuente Google  

  —Solo tienes que dejar esto ahí —me dijo Seung Hyun por milésima vez. Yo tenía el paquete café en mi regazo, estaba sentado con Zico en los asientos traseros de un auto con los vidrios ahumados. Mi ex novio conducía con su actual novio como copiloto.

—Paga todo lo que has consumido —gruñó G.D. —, y no se refería precisamente a la comida.

     Me vi sin muchas opciones después de haber estado viviendo con ellos durante un tiempo, no sé cuánto, tal vez un mes. Salí del auto y entré al enorme jardín de esa casa en la que tres hombres estaban sentados en una mesilla jugando naipes.

—¿Quién eres? —preguntó uno de ellos de manera amable.

—Solo vine a dejar esto —entregué el paquete cuyo contenido ignoraba—. Es para el señor Yang Hyun Suk.

     Uno de ellos tomó el paquete y lo llevó adentro. Yo me di la vuelta para apresurarme a salir.

—Espera, chico, ¿eres del correo?

—No —contesté—, ese paquete es de parte de T.O.P.

     Nada más al mencionar su apodo, los dos hombres que quedaban se pusieron de pie y empezaron a gritarme. Cuando salí, tuve que correr porque Seung Hyun había arrancado el auto y estuvo a punto de dejarme tirado, pero conseguí alcanzarlos. Un disparo rompió el parabrisas trasero. Zico y yo nos lanzamos al asiento para protegernos. Al final de cuentas, logramos escapar. Nunca supe qué contenía ese paquete.

     Por la noche, mientras subía a mi habitación, Seung Hyun me interceptó.

—Hoy estuviste muy bien, Channie.

—Tú no, ibas a irte sin mí.

—Sigo la ley de la jungla, no es nada personal, pero solo los fuertes sobreviven.

—Y los cobardes, por lo que veo.

—No te enojes, tengo algo para ti —dijo antes de empujarme a la pared y besarme. Iba a apartarlo hasta que sentí lo que estaba haciendo. Me había pasado una píldora con su lengua. Inmediatamente, empecé a corresponder, buscando más. No me interesaba él, sino el pase al paraíso que me entregaba. Escuché su jadeo sobre mi boca y sin poder evitarlo, respondí del mismo modo, como cuando era un chiquillo, pero había una enorme diferencia. Antes, lo idolatraba; en ese momento, lo odiaba. Solo quería su droga.