Proyecto Haema [Fanfiction EXO]

Capítulo 26: Chanyeol

Estoy en control cuando tú me das tu cuerpo, sí.

Siento nuestras almas ardiendo cuando estoy dentro de ti.

Estoy que dejo una marca solo para recordarte a dónde perteneces.

(The weeknd, Where you belong).

Fuente desconocida

  No me entendía nada, ni un poco; pero supongo que era el precio que tenía que pagar con tal de que Baek no conociera mi horrible pasado. Sin embargo, desde la enorme pelea en nuestra casa, nos volvíamos cada vez más irritables, deseando estar juntos a cada momento y al mismo tiempo, deseando golpearnos. Porque sinceramente adoro a Byun, pero puede ser tan obstinado que en ocasiones deseo solo meterle un rollo de medias en la boca.

     Se había hecho tarde en la clínica y casi todos se habían retirado. Solo quedaban los médicos, el personal de emergencia y yo, que era una figura constante entre aquellos pasillos. A esas horas aprovechaba para asistir a doctores más experimentados que me enseñaban cosas útiles, le ayudaba a padre con el papeleo, leía en la biblioteca o... robaba, como ahora. Así, casual...

     Me colé en la morgue, donde sabía que encontraría algunos implementos quirúrgicos que me iban a servir con Kyungsoo en el futuro. Esa clase de lugares no me daba repelús como a la mayoría de la gente, pero sabía que a Baekhyun sí a pesar de ser médico. La primera vez que en la universidad trabajaron con un cadáver, había vomitado. Me lo contó en una ocasión, por ello me sorprendió tanto encontrarlo ahí. Se hallaba de espaldas, metiendo creo que unas tijeras y gasas en un bolsillo.

     —¿Baek?

     Por suerte, no tenía problemas cardiacos, porque el susto que se pegó lo hubiera fulminado. Brincó tanto como un gato sorprendido; casi me pareció verlo sacando las uñas.

     —¡NO ESTOY ROBANDO! —exclamó.

     —¡Shhh! —lo silencié.

     —¡Oh! ¡Eras tú! ¿Quieres matarme? —preguntó tocándose su pecho. Imaginé que sus latidos corrían enloquecidos y quise tocarlo yo también, pero me contuve.

     —Lo siento.

     —Estoy robando —me susurró.

     —Vine a lo mismo. —Sonreí. Era tan lindo.

     —¿Por qué te ríes? ¡Este lugar es horrible! —Se quejó dando brinquitos como si tuviera ganas de orinar. Miré alrededor y había un par de mesas ocupadas con cadáveres de adultos, cubiertos por una manta. Todo estaba limpio e inundado por el olor del formaldehído necesario para trabajar con los cuerpos.

     —Están muertos, Baek, no pasa nada.

     —Es por eso que no me gustan, por muertos.