Capítulo 45: Kyungsoo

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Es difícil para mí decir las cosas que quiero decir a veces.

No hay nadie aquí más que tú y yo y aquella vieja luz rota de la calle.

Cierra las puertas, dejaremos al mundo afuera (...)

Gracias por amarme, por ser mis ojos cuando no podía ver,

por abrir mis labios cuando no podía respirar.

(Bon Jovi, Thank you for loving me).

(Bon Jovi, Thank you for loving me)

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     Me ubiqué en el espacio en cuanto todo dejó de darme vueltas: Estaba en la habitación del Moreno, era de día, la luz natural entraba por la ventana. Sentía mi garganta seca. Me pareció ver a Chanyeol caminar por la sala, pero no sé si fue un sueño. Sentía un peso en mi pecho que no me dejaba respirar, entonces supe que estaba vivo. El infierno no debía verse como esa habitación y el cielo no dolería tanto. Volteé y encontré a Jongin durmiendo a mi lado. Era el peso de su brazo el que me quitaba el aire, pero de algún modo me sentí más tranquilo al encontrarlo ahí.

     Pasé una mano por mi estómago y lo sentí más pequeño; me lastimé la herida, ¡genial! Significaba que habían sacado al parásito. ¡Al fin! Y además, lo sobreviví. Definitivamente, le perdonaría la vida a Chanyeol después de herir así a mi hermano. Aparté la mano de Jongin con cuidado, pero aun así él despertó y corrió a llamar al gigante, que me revisó y no me dejaron beber nada. Les iba a reclamar, pero creo que volví a dormirme. Efectivamente, volví a dormirme, porque desperté unas horas después, creo. Jongin estaba dormido en una silla al lado de la cama, parecía incómodo. El sol un poco naranja que entraba por la ventana indicaba que hace rato había pasado el mediodía.

     Me levanté con mucho cuidado y sin hacer el menor ruido, dispuesto a ir al sanitario por un poco de agua, pero luego de arreglármelas perfectamente para dar unos pasos, pensé «¿por qué no un poco de leche?», así que me desvié a la cocina. Al pasar por la pequeña habitación que Jongin solía usar como estudio, vi la incubadora y a mi hermano dormido en el piso sobre una colchoneta. Di dos pasos atrás y olvidé mi sed. ¿Qué habían sacado de mí? Tomé aire. Necesitaba ver a ese bicho y asesinarlo por mí mismo. Tomé un cuchillo de la alacena y me acerqué sigiloso. Mi corazón bombeaba tanto que me nublaba la vista. No es que los bichos en general me den miedo, es que ese estuvo dentro de mí, parasitando. Levanté el cuchillo y me asomé haciendo cuenta de todo mi valor y entonces...

Un bebé.

     Un bebé, pequeñito, flaco, desnudo, con una pequeña máscara de oxígeno. Su pecho rectangular subía y bajaba con cada respiración. Tenía la piel un poco morada y sus manos diminutas cerradas en un puño a cada lado de su cabecita con pelitos oscuros. Acerqué mi nariz al vidrio para examinarlo y conté cada uno de sus dedos, incluso los de sus pies: diecinueve en total. Volví a contarlos: veintiuno en total. Me froté los ojos y volví a empezar. Sus dedos no podían aparecer y desaparecer, ¿o sí? Veinte en total. Volví a contarlos dos veces más y volvieron a dar veinte. Luego, los conté por grupo: cinco en cada extremidad. Tenía un pequeño pene y dos testículos de piel oscura. Presté atención a su rostro que cubría la máscara, pero el material era trasparente y pude ver una nariz, una boca pequeñita. Tenía dos orejas, dos ojos cerrados, no tenía pestañas.

Proyecto Haema [Fanfiction EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora