Capítulo 82: Kyungsoo

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—Dámelo, me llevaré a Asher porque dentro de un rato empezará a pedir comida y luego, vendrá la hora de la siesta y no los dejará en paz.

     Una vez en casa, estuve bastante rato sentado frente a Asher sobre su bacinilla, instándolo a hacer caca y meados en ese pequeñísimo sanitario, pero él insistía en levantarse, así que tuve que empezar a cantarle para que se quedara ahí. Le enseñé una canción y él la balbuceaba conmigo.

Come as you are

as you were,

as i want you to be.

As a friend, as a friend.

As an old enemy...

Y así se me fue la tarde sin que el niño aprendiera a hacer lo suyo, pero al menos le gustó mi canción favorita de Nirvana. Sus inclinaciones musicales peligraban por ser hijo de Jongin. Debía llevarlo por el camino del bien o terminaría escuchando kpop o algo así.

     El moreno se extendió con su hermana, porque estaba tardando en llegar a casa. Mientras esperaba, me dediqué a terminar el boceto de un tatuaje que me había encargado Kris y se lo envié por fax. Asher jugaba con sus acuarelas mientras yo trabajaba. Luego, me recosté a ver Pororo porque el niño empezaba a ser adicto a esas cosas y empecé a dormitar porque no hay un adulto que lo resista tanto. Me refiero a que estaban dando un especial como de diez episodios continuos. Me dormí desde el primero.

     Desperté porque sentí una gota cayendo en mi rostro. Cuando abrí los ojos, mi hijo era una criatura de color púrpura y verde y estaba de pie frente a mí con un pincel lleno de color azul, convirtiéndome en un Pitufo.

Mierda.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté de inmediato, bastante fastidiado, lo que a él le importó un pepino porque me respondió con una sonrisa enorme.

—¡Tatuje!

     Eso me ganaba por dejarlo ver a Kris tatuando a sus clientes. Asher era malo, de verdad, era muy pícaro. Cuando adivinó que iba a quitarle el pincel, salió corriendo por ahí, dejando un rastro de pintura por toda la casa, y yo, como un payaso detrás suyo, llamándolo a gritos. Brillante momento de lucidez tuvo Jongin cuando le compró acuarelas a un diablillo como ese.

     Recogí, limpié todo y acabé en la ducha con Asher. A veces, nos duchábamos junto a Jongin. Era divertido, pero el moreno y yo no podíamos ponernos calientes porque no queríamos traumar al bebé ni nada como eso. Al chocolatito le gustaba echarnos champú, pero no era del todo bueno porque a veces nos ardían los ojos por su culpa.

     Al final de la noche, lo arropé después de su biberón y conseguí hacerlo dormir. Esos eran los mejores momentos de mi día, cuando la sabandija caía dormida, porque al fin, yo podía tener tranquilidad. Pero ahora no la tenía. Revisé mi celular y entré a la aplicación que Chen me había instalado. Rastreé a Jongin por quinta vez ese día y su ubicación continuaba en el parque donde había estado desde antes de caer la noche, pero al fin, empezó a moverse, así que me acosté en el sofá. Cuando llegó, caminó sin hablarme hasta la habitación de Asher.

—Te pregunté por qué vienes a esta hora —lo seguí—. ¿No me oíste? —Él estaba cargando al bebé, acariciándole la carita como si fuera la primera vez que lo veía. Se mantuvo así durante gran rato y yo lo dejé en paz y me fui a la habitación. Jongin se cambió su ropa, apagó las luces y se metió a la cama.

Proyecto Haema [Fanfiction EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora