🔵Capítulo 114🔴El Tercer Enemigo

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—Puedes matarme cuando salgamos de aquí — me dice después de besar mi mejilla.

—Sácame de aquí y lo consideraré — me digo, aunque suene demasiado firme.

—Sígueme — me dice antes de tomarme de la mano y ayudarme a bajar los escalones.

Etapa dos del show, concluida. Y sobreviví sin hacer tanto escándalo.

Desde que ponemos el pie en tierra firme, los invitados no me dan tiempo ni de respirar. Y lo peor es darme cuenta de quienes se acercan primero.

El juez Barns y su esposa nos miran con una sonrisa de oreja a oreja.

—Felicidades a los dos — me dice la mujer, que es cautelosa con los dos —, qué emoción tenerte de nuestro lado preciosa.

Tengo que reprimir una burla, no esperaba esa respuesta ni esa reacción de la progenitora de una chica que ha sido una tortura conocer.

—Muchas gracias Fátima — le dice Skandar viendo mi asombro, se acerca y le estrecha las manos con el padre de Cressida —, estamos igual de emocionados.

—Me lo imagino — dice el juez que también se ve feliz, el hombre se acerca y estrecha mi mano —, espero que al joven Cacciatore no le moleste, pero se ve un poco seria señorita Sanderson.

Bueno, no está tan alejado de la realidad, pero que él lo resalte me da señales de alerta.

Intento sonreír —, debe ser la sorpresa, nunca me hace actuar bien, somos demasiado jóvenes además.

Alza las cejas, no se esperaban mi respuesta, sin embargo Skandar carraspea y responde  —, eso y que la tenía aterrada la bienvenida, menos mal no hubo percances — me mira antes de pasar su brazo por mi espalda, gesto que no puedo evadir.

—Oh, lo sabemos, sin embargo sentimos un alivio enorme — dice Fátima demasiado emocionada, tanto que su esposo la mira con los ojos bien abiertos.

—Sí, claro, sabemos que por ser un Cacciatore cualquier persona podría intentar aprovecharse, más si se trata de intentar atraparlo — dice de una manera demasiado diplomática, nadie se podría imaginar de lo que estamos hablando —, sentimos alivio por la señorita Sanderson, una joven sencilla y que realmente no desea aprovecharse.

Esta vez sí me tengo que morder la lengua para no reír.

—No se preocupe juez Barns, que de los dos yo soy la que menos haría eso — siento un pellizco en mi cintura, no es brusco pero es un llamado de advertencia.

—Su segundo nombre es lealtad — bromea Skandar antes de ver su reloj —, los dejamos, ya sabes como se pone mi padre con el tiempo.

La cara le cambia a Barns, se pone pálido —, es mejor no enfadarlo, pueden seguir.

—Y reiteramos las felicitaciones — interrumpe la señora, de nuevo demasiado emocionada —, les enviamos un regalo y no esperamos para el gran día.

Está claro a qué gran día se refiere esta mujer, pero eso se ve eclipsado por su actitud. De verdad esperaba a una persona seria, amargada e incluso grosera conmigo. No esto. Y sé que en parte es por el interés, pero no me sacó de la cabeza que me odiaría por arrebatarle al yerno.

Ambos se alejan a la mismo tiempo que nosotros.

—Deben estar desesperados por deshacerse de Cressida — mencionó en voz baja mientras me dirige por la sala —, sino no explico esa felicidad.

Skandar se ríe en voz baja —, menos mal me ahorraste la explicación.

—Creía que me iban a odiar — admito, mientras saludamos a unos invitados que pasan frente a nosotros —, supongo que me volví un boleto de salida...

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora