De nuevo alza nuestra mano, los fotógrafos nos disparan con los flashes, si ahí está su mina de oro. Nuestras manos entrelazadas, su anillo que ahora me tomo el tiempo de verlo. Es azul oscuro, casi parece negro, sin ninguna piedra, es un poco grueso y llama mucho la atención.
—Algunos ya lo deben saber, pero hoy tomamos una decisión, quizás una de las más importantes de nuestra vida — continúa, y es ahí en donde las piernas me empiezan a temblar, preparó el terreno para esto —. Está de más decirlo, pero estamos comprometidos.
Y con solo eso debería soltar un respiro, aceptar lo que sucede y dejarme llevar. Pero no es así. Dejó caer un poco mi peso sobre Skandar, y aprieto más su agarre, casi temo que me caiga de sentón en el suelo por no tener fuerzas. El aplauso es ensordecedor, los gritos de alegría carecen de sentido a pesar de que las felicitaciones sobran, en realidad todo me deja de importar.
Sin embargo mi cuerpo tiene una respuesta distinta, me sonrojo y sonrió. Solo miró al público por unos segundos, mi mirada regresa a Skandar. No tengo que obligarlo a hacer lo mismo, su mirada choca con la mía.
Oh, más festín para los fotógrafos.
—Termina con esto carajo — murmurro, acercándome a su oído —, eso o me tendrás que sacar cargada.
Se ríe antes —, si lo haces podría darle más dramatismo.
Me cuesta no voltear los ojos.
—Cacciatore, yo misma me despediré si no lo haces...
—Está bien, como usted ordene — dice de nuevo burlón —, solo deja que termine de agradecer, puedes hacerlo si deseas.
Asiento sin poder permitirme discutir más, sin embargo Skandar mueve el micrófono hacia mi lado. Idiota.
Me acerco un poco insegura —, muchas gracias por sus felicitaciones, estamos agradecidos — digo a una velocidad ridícula, sin embargo algunos celebran con solo escucharme, bueno supongo que es bueno demostrar que no soy un muñeca de porcelana. — Espero poder conocerlos a todos, que sea una gran alianza, una que sé que esperaban demasiado. Pueden respirar tranquilos.
Agregar un poco de drama también es lo mío, aunque algunos no parecen entender del todo, así que solo aplauden gozosos.
—Bien, no te vuelvo a dejar el micrófono sin supervisión jamás — me dice Skandar en un susurro, aunque escucho cierta risa por lo bajo.
—Sabemos que las muestras de cariño serán muchísimas, les agradecemos — retoma el discurso —, estamos felices, estamos emocionados y nos comprometemos a trabajar por un mejor estado...
Me concentro en las personas de nuevo, los fotógrafos ya deben tener el carrete lleno, los asesores que están en la mesa de centro platican por lo bajo con Donato. Algunos nos siguen tomando fotos, otros murmuran entre ellos. Bien, debe de ser el evento para ellos. Sin embargo no se me pasa por alto cuando Donato busca a Skandar con la mirada, alza su muñeca y le señala su reloj. Skandar simula muy bien cuando lo ignora, y sonríe más de lo que debería.
—No me resta más que agradecerles por tomarse el tiempo de venir a felicitarnos — me suelta la mano y la pasa detrás de mi espalda, me pega más a él —, Nataly y yo estamos complacidos por como se hizo todo, y les deseamos lo mejor, de parte la los futuros Cacciatore.
Me voltea a ver y tengo que alzar la vista, en voz muy baja, susurra —, espero que sí me hayas dado permiso, no me mates ahora.
No se va con rodeos, sus labios bajan hacia los míos, y los presiona con fuerza. Cierro los ojos sin poder hacer nada más que dejarme llevar. No es un beso pasional, de hecho creo que solo desea darle realismo a una pareja pública. Es rápido, quizás unos cinco segundos, pero eso despierta otra oleada de fotografías, y emoción de las personas.
—Puedes matarme cuando salgamos de aquí — me dice después de besar mi mejilla.
—Sácame de aquí y lo consideraré — me digo, aunque suene demasiado firme.
—Sígueme — me dice antes de tomarme de la mano y ayudarme a bajar los escalones.
Etapa dos del show, concluida. Y sobreviví sin hacer tanto escándalo.
Desde que ponemos el pie en tierra firme, los invitados no me dan tiempo ni de respirar. Y lo peor es darme cuenta de quienes se acercan primero.
El juez Barns y su esposa nos miran con una sonrisa de oreja a oreja.
—Felicidades a los dos — me dice la mujer, que es cautelosa con los dos —, qué emoción tenerte de nuestro lado preciosa.
Tengo que reprimir una burla, no esperaba esa respuesta ni esa reacción de la progenitora de una chica que ha sido una tortura conocer.
—Muchas gracias Fátima — le dice Skandar viendo mi asombro, se acerca y le estrecha las manos con el padre de Cressida —, estamos igual de emocionados.
—Me lo imagino — dice el juez que también se ve feliz, el hombre se acerca y estrecha mi mano —, espero que al joven Cacciatore no le moleste, pero se ve un poco seria señorita Sanderson.
Bueno, no está tan alejado de la realidad, pero que él lo resalte me da señales de alerta.
Intento sonreír —, debe ser la sorpresa, nunca me hace actuar bien, somos demasiado jóvenes además.
Alza las cejas, no se esperaban mi respuesta, sin embargo Skandar carraspea y responde —, eso y que la tenía aterrada la bienvenida, menos mal no hubo percances — me mira antes de pasar su brazo por mi espalda, gesto que no puedo evadir.
—Oh, lo sabemos, sin embargo sentimos un alivio enorme — dice Fátima demasiado emocionada, tanto que su esposo la mira con los ojos bien abiertos.
—Sí, claro, sabemos que por ser un Cacciatore cualquier persona podría intentar aprovecharse, más si se trata de intentar atraparlo — dice de una manera demasiado diplomática, nadie se podría imaginar de lo que estamos hablando —, sentimos alivio por la señorita Sanderson, una joven sencilla y que realmente no desea aprovecharse.
Esta vez sí me tengo que morder la lengua para no reír.
—No se preocupe juez Barns, que de los dos yo soy la que menos haría eso — siento un pellizco en mi cintura, no es brusco pero es un llamado de advertencia.
—Su segundo nombre es lealtad — bromea Skandar antes de ver su reloj —, los dejamos, ya sabes como se pone mi padre con el tiempo.
La cara le cambia a Barns, se pone pálido —, es mejor no enfadarlo, pueden seguir.
—Y reiteramos las felicitaciones — interrumpe la señora, de nuevo demasiado emocionada —, les enviamos un regalo y no esperamos para el gran día.
Está claro a qué gran día se refiere esta mujer, pero eso se ve eclipsado por su actitud. De verdad esperaba a una persona seria, amargada e incluso grosera conmigo. No esto. Y sé que en parte es por el interés, pero no me sacó de la cabeza que me odiaría por arrebatarle al yerno.
Ambos se alejan a la mismo tiempo que nosotros.
—Deben estar desesperados por deshacerse de Cressida — mencionó en voz baja mientras me dirige por la sala —, sino no explico esa felicidad.
Skandar se ríe en voz baja —, menos mal me ahorraste la explicación.
—Creía que me iban a odiar — admito, mientras saludamos a unos invitados que pasan frente a nosotros —, supongo que me volví un boleto de salida...
Alza una ceja y niega —, nada de eso, el plan de sacar a Cressida puede que se adelante más de lo que crees.
Suelto un suspiro —, es solo por esto...
—Sí, no sé cómo se tomará las noticias de hoy, además está cada vez peor — me dice aunque no lo veo afectado en lo más mínimo —, más errática, lo único que la calmó fue este fin de semana porque está internada en el hospital.
—Supongo que deberías agradecerme — me encojo de hombros, parece hace dos vidas lo de los laxantes.
—Supongo que por pura justicia, debo aguantarme ese descaro que tienes de repente — me dice con cierto sarcasmo, antes de seguir saludando.
—Eso espero — susurro.
Se hace tarde en poco más de dos horas, Skandar no se despega, y terminamos saludando a cada persona en la sala. Me presenta a los más importantes, aunque debo decir que me deja anonadada como tiene en la punta de la lengua el nombre de cada persona. Se equivoca un par de veces, pero eso apenas se nota. Además agrega comentarios sarcásticos de algunos, que me sacan unas carcajadas. Le doy el crédito de hacer esto más sencillo, sé que es lo mínimo que debe hacer, pero ahora no estoy para subir la varilla de méritos.
Terminamos cenando en la misma mesa de centro, en donde está Donato, Kathia y sus allegados. Aunque mi apetito después del día de hoy es escaso, así que terminó dejando un poco de carne. La plática pasa de cosas de negocios a economía, luego algunos deciden apartarse a otra mesa, entre ellos Testa, este le cuesta un poco convencer a Donato.
—¿Ya viste la hora? — le dice Donato —, no podemos perder el norte de...
—Literalmente — menciona Skandar en tono burlón, algunos se ríen, incluida Kathia, pero Donato no se ve complacido —, por lo menos hoy ríete de mis bromas, dame ese honor padre.
—Te repito lo mismo Skandar, ¿ya viste la hora? — le dice bajando la voz —, llamaré a Benny para que los escolten, es tarde.
Kathia está por decir algo, pero Skandar la interrumpe —, en dos minutos son las seis, podrías aprovechar para reírte de mi broma en 120 segundos.
—Con esa no te ríes en dos minutos — menciona Testa antes de ver a Donato —, pero el muchacho tiene razón, sé humano en lugar de patriarca por un segundo no te hará menos viejo Donato.
El patriarca se voltea con lentitud hacia su asesor —, algo me dice que Fabio no le hace esas recomendaciones a Alfonso, y según veremos mañana, quizás ellos ya está trabajando — voltea hacia su hijo —, llévatela ahora, la hemos expuesto lo suficiente, no quiero que la pongan como catálogo para que esos buitres intente llevársela.
El escalofrío que pasa por mi espalda me deja tiesa, pero ni ese dolor es capaz de olvidar el miedo que siento por Donato en este momento. Kathia pasa su mano por su espalda y le susurra cosas al oído, el hombre no la evade pero no le contesta. Todos se quedan en silencio, y la tensión se vuelve palpable. Creo que ya no le importa mostrar esa faceta con una norteña o lo que sea que soy.
El único que no se inmuta es su hijo, que se inclina hacia adelante, se queda mirándolo por suficiente tiempo hasta que una alarma suena de repente en su celular.
—Las seis, te dije que sería a las seis — le dice antes de ponerse de pie, sin dejarlo de ver, me ofrece una mano que tomo sin dudar —. Los veo en casa.
Y con eso es suficiente para sacarme de la mesa. Me lleva por la salida, donde hay para mi pésima suerte, más camarógrafos.
—Podemos tomar la salida trasera — me propone, de nuevo sin verse afectado —, puede que nos demoremos más en el auto, por si no deseas salir.
—¿En qué me podría afectar si no salgo ahora? — le pregunto, pero solo se queda en silencio —, me refiero a que si me podría afectar la imagen, verme como una amargada o que no deseo cooperar.
—Creo que te acabas de responder a ti misma — me dice aunque algo me dice que él tampoco está de ánimos de que lo vean, mira la hora por un segundo y justo en ese momento algunos guardaespaldas salen del pasillo hacia nosotros. — ¿Si salimos en diez en cuanto llegaríamos?
—Con luces en media hora o menos, sin ellas una hora — le dice uno de los guardias, parece ser el jefe.
Skandar me mira por un segundo antes que al guardia —, saludaremos por cinco minutos, al salir que sea con luces encendidas.
El hombre asiente y se acerca con el resto, Skandar regresa su atención a los fotógrafos, que están a un par de metros.
—Supongo que es mejor aprovechar estos segundos en los que estás de buen humor — me incita a caminar hacia el pasillo lleno de luces —, o por lo menos uno en donde no intentarás ser sarcástica.
Lo sigo, pero aceleró el paso —, aún podría murmurar ayúdenme por favor — le digo exagerada, me mira antes de apretar un poco su agarre —, pero es estúpido porque nadie sería capaz de ir a mi rescate.
—Quizás piensan que te puedes rescatar sola — me dice bajando la voz, estamos por entrar a la alfombra pero dejo de caminar, me voltea a ver confuso —, ¿te arrepentiste?
—No creo que alguien sea capaz de pensar en eso — le digo —, no después de la gran actuación que diste.
—Tú también pusiste de tu parte — me dice restando importancia.
—Me dijiste que querías mi confianza — le digo sintiendo cada parte de mi cuerpo temblar —, entonces tendrás que responderme con honestidad a partir de ahora.
Se queda callado, una sonrisa hace su entrada, una socarrona.
—¿Es una amenaza o chantaje? — alza una ceja.
—Es una advertencia, sabes lo mucho que les gusta el drama a esta gente — le digo —, un día podrían salir rumores no favorables, que nos afectaran a ambos.
Pasa su brazo por completo detrás de mi espalda —, que bueno que ya entiendas que todos estamos en el mismo barco, en el futuro ya serás de la familia.
—No creo estar en el mismo estatus que el patriarca — le digo, eso ya sería una fantasía.
Niega —, en ese barco solo estamos tú y yo.
Esa respuesta debería de atormentarme más, sin embargo a pesar de que deja un poco de ansiedad, hay algo de esperanza, que lo arruine también significaría la ruina de Skandar.
—Es demasiado difícil de creer — admito —, admitir que ambos dependemos del otro.
—Es un baño de realidad — me dice encogiéndose de hombros —, sin embargo espero que asi puedas entender la situación, si ese barco se hunde, ambos nos morimos.
Es ese exceso de honestidad la que me hace rendirme. —Entonces nos tocará cooperar — me digo mientras ve la hora por enésima vez.
Mientras caminamos frente a las cámaras pienso en lo extraño y hasta molesto que se volvió ese gesto. Sabía que Alfonso tenía una manía con el tiempo, pero lo de Donato parece una obsesión insana. Hasta el mismo Skandar parece conocerlo, sin embargo no me sacó de la cabeza como un reloj parece ser para ellos un arma. Una bomba para los norteños.
Las alarmas se encienden mientras me obligo a sonreír, ver a Skandar con cariño. Como si no estuviera comprometida por obligación. Por amenaza más bien. La difícil adivinanza de hace rato que Skandar me insinuó, ahora parece ser más clara.
—Tiempo — le pregunto mientras los flashes no tienen piedad, tengo que acercarme a su oído para que me escuche.
—¿Qué cosa? — me pregunta mirándome de reojo, su agarre en mi cadera se refuerza.
—El tercer enemigo — le respondo segura —, es el tiempo.
Una de las comisuras de su boca se alza, y no puedo evitar que mi corazón traidor de un salto —, si cariño, y es el peor de todos, necesitas de la astucia para poder vencerlo.
—No te veo astuto — le digo —, más bien solo apresurado.
—Dada nuestra situación querer que el tiempo pase más rápido es una necesidad — me dice alzando mi mano y viendo el anillo.
—Yo lo estoy sintiendo más lento — admito —, como si estuvieran todos en cámara lenta.
—¿Yo estoy en cámara lenta?— alza una ceja.
—Por desgracia no, quisiera que fueras a toda velocidad — suspiro, mientras ignoró los gritos de algunos reporteros.
—Siento que me tengas que soportar — acerca su rostro, nuestras narices se topan y de nuevo sus labios aterrizan con los míos, dura un poco menos que el de la tarima—, bien, vámonos ya.
No le pongo peros, creo que he encontrado otra debilidad, en realidad descubrí dos. Hasta este punto ya no me interesa hacerme daño, así sea mi vida o mi reputación, he quedado en un segundo plano; sin embargo, Joseph no. Tengo que hacer ese sacrificio. Y si tengo que hundir a Skandar lo más pronto posible que así sea. No es algo que mi prometido no haya intentado antes.
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Buenas, buenas, buenas.
¿Qué tal los capítulos?
Interesante cosas, la relación de padre e hijo fue la más interesante, ¿Qué teorías tienen?
Y que me dicen del discurso de Skandar, que buen actor eh... o eso es lo que cree Nataly.