El vestido cae, los tacones lo sostienen para que no se arrastre. El maquillaje es discreto, aunque se nota un cambio en mi rostro. Cuando estoy lista, me doy un vistazo en el espejo e incluso doy una vuelta; la sonrisa viene por sí sola.
—¿Lista? —pregunta Violet desde la puerta. Se acerca alzando un poco su vestido púrpura. Por suerte, me acompañará a la velada. Los organizadores la consideraron ya que es un honor tener a una abogada y exdirectora de Saint Lincoln. Para ser honesta, los motivos no me interesan. Agradezco su compañía, no puedo ser lanzada a los lobos sola. Necesito a la mejor cazadora de todas hoy.
—Lista —repito en voz alta. Necesito que sea así.
—Te veo muy bien, no lo digo por el vestido y el maquillaje —me dice mientras se acerca y se pone detrás—. Te veo serena, eso es una buena señal.
La única buena señal es que soy buena actriz, porque no estoy para nada relajada. Y no lo digo por el discurso que tengo que dar al inicio de la ceremonia. En ese sentido estoy muy preparada, y eso se lo debo a Violet.
No solo me ayudó a redactar el discurso, que para mi mala suerte fue un martirio, ya que tuve que corregirlo una infinidad de veces. Si no que por las tardes me instruía en la presentación oral, otro arduo trabajo ya que es muy perfeccionista. Por suerte, hace una semana en la que me dio el visto bueno, así que desde ahí llevo practicando, desde hace casi un mes.
—Lo estoy, tengo un buen presentimiento —le digo más como una promesa a mí misma. Así será.
—Lo sé, solo un par de cosas —me dice, y sé lo que se viene—, no fuerces la sonrisa, parece que te has estado inyectando Bótox por veinte años.
Me rio mientras niego.
—Escucha a cada persona que conozcas, ten esa actitud amable siempre porque a nadie le agradan los amargados —prosigue—, además los chismes vuelan, y no queremos que la gente se haga una idea errónea de tu persona. Después es muy difícil sacudírsela.
—Tengo que ser una sumisa en pocas palabras —señalo y solo puedo pensar en si ese es el caso, esto será un calvario.
—No, puedes estar en desacuerdo, pero eso a ponerte a pelear es muy distinto —me dice—, a diferencia de la asamblea, en las veladas, el público se diversifica más.
—¿A qué te refieres? —pregunto, recordando lo que me dijo Janice ayer.
—Lo sabrás, y puede que hoy conozcas a tus futuras asesoras —me dice emocionada.
—¿En serio? —le pregunto. Hace una semana nos mandaron las hojas de vida de los candidatos, y eso no hizo más que aumentar mi ansiedad, ya que la presentación se acerca, y aún no conseguíamos consejeros confiables.
—Puede, no lo tengo confirmado, pero quizás es nuestro día de suerte — me sonríe.
—Entendido — le contesto sin querer indagar más.
—Ah, y en cuanto a las amistades, haz las que puedas, sé amigable, aunque no te fíes de nadie — me dice poco después y me toma del hombro —. Habrá gente, en su mayoría mayores, que te reconocerán, pero no por ser la testigo, sino por...
—Por mis padres — termino por ella —, ¿eso es grave?
—No, estoy segura de que los Cacciatore los tienen amenazados de todas las formas posibles.
—O sea que ninguno se me acercará si me reconocen — digo, aunque no estoy muy segura.
—No, más bien harán lo posible para ignorar eso — me sonríe un poco resignada —, ten presente que estas actividades eran algo que tus padres hacían a diario y me gustaría que tú y Liam continuaran con eso.
—Lo haremos — le prometo, mientras tomo su mano y le doy un apretón.
Está de más decir que el hotel está lleno, no al mismo nivel de la asamblea, pero se hace notar. Sobre todo, por la presencia de los medios que más que relajarme, me escandaliza.
Al bajar no hay una alfombra roja, sino el staff esperándonos para guiarnos al salón.
—Recuerdas lo que te dije, porque puedo repetirlo — me está diciendo Violet mientras caminamos detrás de los colaboradores.
—Todo, lo recuerdo todo — le digo viéndola por el rabillo del ojo —, relájate, estás más nerviosa que yo...
—No sé si recuerdas la última gala en la que estuviste — me dice —, estoy alerta, hable con el personal de seguridad, así que no debe haber ningún percance hoy.
—En realidad esa fue mi primera gala en la vida — le digo intentando sonar cómica, pero la anciana anda como en la luna —, cambia esa cara mujer, que apenas venimos... — baja la mirada y se le dibuja una media sonrisa.
—Tienes razón — admite —, y me alegra que seas tú la que me lo dice, es una buena señal — suspira y aceleramos el paso, cuando estamos a pocos metros de la entrada susurra —, todo estará bien.
—Lo estará — digo ya enfrente de la sala, las puertas están abiertas y desde aquí se escucha la música. Cuando ambas entramos el sonido musical se combina con el sonido de las voces y risas.
Miro a todas partes, la sala no es del tamaño del de la asamblea, pero si lo suficiente como para que quepamos unas trescientas personas. Es rectangular, y en el centro está la pista de baile. En un extremo está el escenario y unos técnicos están haciendo pruebas con unas de las pantallas. Frente al escenario están las mesas en donde cenaremos. En el otro extremo está la banda tocando.
—¿Por dónde quieres comenzar? — me pregunta Violet dando un vistazo al lugar —, creo que conozco a esa gente de allá... — me está diciendo cuando una chica morena se nos acerca, ambas la volteamos a ver a la vez.
—Violet, que gusto — le dice acercándose a ella para darle un abrazo, la anciana lo recibe gustosa —, hasta que nos vemos en persona, ya me tenían aburrida tus llamadas.
—Sabes que no he tenido mucho tiempo — le responde Violet cuando se separa —, y te ves muy bien cariño...
—Gajes del oficio — le responde mientras alza su mano derecha, en donde tiene un wokie tokie —, ya sabes cómo se ponen de locas las cosas.
—Me imagino querida — dice y en ese momento de silencio ambas me voltean a ver —, ella es Nataly — me presenta, la volteo a ver al segundo, se siente raro que no me llame Hanna, incluso siento un poco de molestia, pero entiendo los motivos —, como sabes es...
—La testigo norte, Nataly Sanderson, te conozco has dado mucho de que hablar — termina de decir la chica y me mira luciendo una sonrisa que le marcan sus hoyuelos —, mi nombre es Valery Montes, y soy subgerente de la organización Manos a la Obra, gusto en conocerte, por fin.
—Oh, el gusto es todo mío — le digo estrechando su mano y devolviéndole la sonrisa —, llevaba tempo queriendo conocerla, he leído todo sobre la organización y me llamo mucho la atención las jornadas de medio año, lo mismo con las recaudaciones — le digo emocionada, de repente ese discurso que tenía memorizado se esfuma y mi boca toma vida propia recordando todo lo que leí en internet —, me siento honrada de que me hayan tomado en cuenta.
La chica tartamudea antes de proseguir —, no esperaba esa respuesta — me dice riéndose —, pues me alegra muchísimo Nataly, si deseas te podemos invitar a la próxima recaudación, será en la escuela estatal en Queens.
—Me encantaría, muchas gracias por querer incluirme — le digo antes de que Violet carraspee.
—Te aseguro que el trabajo que hará será espectacular, como el de hoy — le dice viéndome orgullosa —, te pasaré sus datos Valery, aunque soy como su manager, así que soy una buena vía de comunicación.
—Excelente entonces, yo las llamaré...
—Oh, espero que no sea solo por eso porque... — hace una pausa —, no sé sí recuerdas lo que te platique hace tiempo.
La chica se demora en responder, quizás estaba intentando recordar —. ¡Claro, lo de las asesorías! — salta a decir emocionada —, encantada, solo dime el día y nos tendrás acompañándolas.
—Te escribiré mañana mismo — le contesta.
—Entonces estaré al pendiente — dice justo antes de que una persona le susurre algo en el oído, y luego salga huyendo —, oh, debo dejarlas, al parecer dos tontos no pueden ponerse de acuerdo.
—Oh, entonces te vemos más tarde — le dice Violet acercándose a ella.
—Si claro, disfruten la gala — se despide antes de salir por la puerta de entrada casi como una bala.
Violet cuelga su brazo en el mío y me empezamos a caminar —, ¿quién es ella? — le pregunto interesada.
—Valery fue estudiante de Saint Lincoln, era una de las becadas, una chica brillante — me dice como si los recuerdos pasaran en su mente ahora mismo —, se graduó de Yale y fue mi pasante por un año, ha labrado su carrera con el sudor de su frente.
—Ya lo veo, con eso te referías al tipo de gente con el que me toparía, ¿no es así?
Su sonrisa se ensancha —, claro, alguien con el que te puedas identificar e inspirar, me alegra que lo hayas captado porque será una asesora de confianza.
—Espero conocer más de ese tipo — le digo viendo a los invitados.
La anciana alza una ceja y niega —, eso no te lo prometo por ahora.
—¿Por qué?
—Ven, ahora entraremos a la parte que más detesto — dice instándome a caminar.
Y vaya que tenía razón, porque desde la primera persona que nos topamos Violet tiene una opinión demasiado... controversial.
Es una presentadora de noticias matutinas, su nombre es Veronica Cannes que tiene una adicción por empinarse botellas de vodka puro sin parar. Dice Violet que es probable que hará un espectáculo ya que acaba de romper con su novia, aparentemente la engaño con su prima.
Pero eso no acaba aquí, luego nos topamos con una pareja de ingenieros, los Bellucci, son socios de los Cacciatore y están casados por compromiso, al parecer el tipo tiene una relación secreta con Carmen Montessori. Sí, la madre de Dante. En cuanto a la señora Bellucci, prefiere pasar las noches en los brazos del padre de Carol. Intento no pensar en eso, pero se me hace imposible.
De diplomáticos infieles o secretamente gays, pasamos a empresarios corruptos evasores de impuestos. De posibles traidores a drogadictos violentos pasamos a grandes enemigos de los Cacciatore.
Todos estos personajes tienen que tener esa extravagancia evidente con su respectiva controversia detrás. Todos nos sonríen, algunos me ven con cierto recelo que prefieren no acercarse, pero otros son hasta demasiado confianzudos. Violet pone ciertos límites en cuanto a las pláticas, pero en todo me va bien. Sin peleas, sin malas caras solo mi sonrisa sutil y mi plática inocente.
—Recuerda nada de esparcirlo, son solo rumores — me dice mientras logramos zafarnos de Clara, una empresaria y su supuesto amante que es mejor amigo de su marido —, aunque parezca demasiado evidente.
—Igual no iba a chismosear con nadie — le digo buscando nuestra mesa —, en todo caso es entretenido ver este lugar lleno de...
—¿Víboras? — niega mientras sonríe —, no todos, solo debes encontrar a personas como Val y estarás a salvo.
—Para eso estás aquí — caminamos hasta las mesas del frente, son circulares y están más próximas a la tarima, eso es bueno así no me complico con los tacones —, ¿quieres que vaya por algo de tomar?
—Preferiría que no te metas nada a la boca hasta que termines de dar tu discurso — me dice mientras nos sentamos en la mesa —, por prevención.
—Claro — le digo sintiéndome aturdida después de la ronda de pláticas. Desde aquí sentada es casi imposible de imaginar la cantidad de intrigas y pecados que comete esta gente. Se ven tan refinados, tanta clase que piensas que estás en una utopía sacada de un libro de fantasía.
La realidad es muy cruda y casi decepcionante.