Acecho en tu corazón, cariño.
Te daré la vuelta, te romperé y te tragaré.
Te robaré y me complaceré contigo.
Te volveré un desastre.
Estoy grabado en tu corazón,
así que aunque muera, quiero vivir por siempre.
Ven aquí, chico. Tú me llamas monstruo.
(EXO, Monster).
Me besó sin tregua a pesar de que afirmé mi arma contra su cabeza. Después de la impresión inicial, correspondí y él se deslizó por mi cuello. Reconocía el adictivo olor de su piel y todo mi cuerpo vibraba en respuesta a pesar de mi reticencia a reaccionar ante él.
Era imposible. Odiaba admitirlo, pero Jongin tenía más poder sobre mí del adecuado. En ese momento, fue más claro que nunca. No importaba si Chen me hubiera llamado en ese instante para arrojar a mi cara las pruebas de que Jongin sí había estado involucrado en todo aquello encubriendo a su padre, no importaba, lo hubiera seguido besando porque en ese momento era lo que más deseaba.
Él dijo que me amaba a pesar de todo y yo odiaba escuchar eso. Odiaba que una vez más Kim Jongin fuera capaz de expresar con tal facilidad las cosas que yo sentía incluso sin entenderlas. Amor o lo que fuera, algún tiempo atrás decidí que Jongin sería mío y no me gustaba desprenderme de mis cosas, no me gustaba apartarme de mis personas, no podía lidiar con esa basura.
Recordé el momento en el que decidí que quería todo de él cuando me empujó a la cama, fue una tarde en la que observábamos a Asher y golpeé su cabeza sin querer. Esa tarde, me acerqué demasiado y conseguí besarlo; esa tarde, decidí que lo quería, al moreno de Calcuta, y desde entonces, no había dejado de quererlo ni un poco, todo lo contrario.
El odio y el enojo que sentía por él no aplacaban lo mucho que lo quería, tan solo se mezclaban en mi pecho haciendo un lío de mierda que no era capaz de poner en orden. Un tonto emocional, es lo que soy, siempre me lo habían dicho. Baekhyun, Kris, el mismo Jongin me acusó una vez de que tenía la inteligencia emocional de una larva. Todos tenían razón, no puedo lidiar con ello, me asfixia, preferiría una patada en las bolas a enfrentarme con mis propias emociones o las de alguien más, no sé qué es peor. De todos modos, en ese momento, odié eso de mí. Creí que si yo fuera algo más que un tonto emocional, tal vez podría analizar todo respecto a Jongin con cabeza fría o al menos hubiera podido detener lo que estaba pasando en ese momento.
Él me presionaba con su cuerpo sin dejar de besarme ni tocarme. Yo no quería estar con Jongin de esa manera, me sentía molesto como para dejarlo follarme, ¡pero al mismo tiempo lo necesitaba tanto! Habían sido tantos días sin un abrazo, sin un beso, sin su maldito y adictivo olor que se me colaba bajo la piel.
Mal nacido hijo de puto, era capaz de apresarme con su legua de un modo más efectivo que su padre con cualquier cadena. Jongin era capaz de nublar mi mente a tal punto que acabara yo convertido en un manojo de deseo, demasiado excitado como para pensar con claridad, demasiado emocionado como para hacer otra cosa que no fuera responder a sus propuestas.
Lo mordí, joder, lo mordí duro en la boca hasta que sentí el sabor de su sangre y él se quejó de dolor, haciendo que lo soltara inmediatamente. Metió su rostro en mi cuello y jadeó intentando recuperar el aire. Yo continuaba aferrándome a mi arma, pero mi atención estaba en el roce de nuestras erecciones; luego, en mi piel erizándose con su aliento.
—Cada vez que te veo, me siento traicionado en tantas maneras, Jongin. Incluso ahora dices que me amas, pero no dejo de encontrarte con Taemin. Eres un mentiroso, un hipócrita igual que tu padre.
Él levantó su rostro para verme a la cara.
—Espero que con el paso del tiempo descubras lo equivocado que estás —dijo antes de empezar otra ronda de besos incluso más intensos si eso era posible. Movió su cadera contra la mía y quité el gatillo del arma con el que lo apuntaba.
—¿Vas a disparar? —susurró— ¿Vas a acabar conmigo, Kyungsoo?
Esta vez, quien lo besó fui yo.
Me repetía que estaba mal y que debía irme de ahí, pero no quería, no podía. Necesitaba tan solo un poco de Jongin.
—¿Estoy equivocado? —le pregunté— Sé lo que veo y te veo con alguien más. A pesar de lo que crees, no estoy loco.
Él se incorporó llevándome consigo y me sentó sobre su regazo.
—No puedes ver lo que hay dentro de mí —me dijo demasiado cerca de la cara como para que pudiera oírlo a pesar de que fue solo un leve susurro.
Metió las manos bajo mi camisa y mordió levemente mi cuello al tiempo en que me apretaba el culo contra su cadera. Quise meter mis dedos entre su cabello, quise responder sin que la ropa me estorbara. Me di cuenta de que dejé caer el arma cuando un disparo impactó en el techo y Jongin se acurrucó contra mí, temblando como un conejo asustado, pero yo no podía parar por algo así y con mis dos manos libres rasgué su camiseta.
Después de unos segundos, ambos estábamos desnudos, besándonos con toques groseros. La herida que me había hecho uno de aquellos tipos cuando quitó la arracada de mi oreja de un solo golpe volvió a sangrar sin que fuera consciente de ello. Tal vez Jongin me había mordido o tal vez rasguñó esa área, era imposible saberlo cuando cada caricia que nos dábamos no era menos que algo áspero y necesitado.
La gente dice que puede diferenciar entre hacer el amor y el tener sexo, llanamente sexo. Pues lo que hacíamos Jongin y yo no era sexo común, tampoco hacíamos el amor. Si tuviera que nombrarlo, diría que hacíamos el odio.
Un apasionado, violento y placentero odio.
—No me creíste —reproché entre tanto mordía su oreja— ...estuviste a punto de irte con Asher a quién sabe dónde y dejarme en ese sitio... —gemí porque él jaló el piercing de mi tetilla y me hizo sangrar— Aun después de ver dónde me tenían amarrado, pasaste la noche muy cómodamente como en una habitación de cinco estrellas.
—Si hubiera sabido... —jadeó en respuesta— pero ahora es muy tarde... No puedo borrar la imagen de ti disparándole.
—Maldito seas. —Metí la lengua en su boca y él me apretó el culo clavándome las uñas. Ambos gemimos. Me tomó con fuerza para restregarme contra sí mismo simulando una penetración.
La necesidad de un orgasmo era apremiante. Debía llevar esto hasta el final, debíamos terminar de hacer el odio o lo que sea que estuviéramos haciendo, mi cuerpo lo necesitaba tanto que dolía, pero había un problema. Anteriormente, me entregaba a Jongin sin ninguna clase de reparo, me abría para él como el mayor de los prostitutos, separaba mis piernas e imploraba que lo hiciera más duro, más rápido, más profundo, siempre más, hasta acabar inconsciente porque confiaba en él. Confiaba tanto como un perro en su amo. Ahora no.
Sencillamente, no podía dejarme a la deriva, no podía darle mi cuerpo y permitirlo seguir tomando cosas de mí, porque tal vez yo no sabía expresar mis emociones, pero eso no implicaba que no las experimentara y que no estuviera por completo atemorizado de lo que Jongin podía dañarme si le daba la gana.
Lo empujé contra la cama y con una llave lo obligué a voltearse y colocarse sobre sus palmas y rodillas. Tomé sus nalgas con mis manos y las separé sin titubear. Me incliné para chuparle el culo, sí, era la primera vez que hacía algo así. Jongin no me daba asco en ese momento. No me desagradó nada de su cuerpo. Metí mi lengua en lugares a los que nunca pensé visitar, ni siquiera cuando estábamos juntos. ¿Por qué ahora no tenía reticencias con su culo? No tengo ni puta idea, pero no le iba a confiar el mío. Dejé mi cara ahí hasta que sentí que se me iba a acalambrar la lengua. Sus gemidos pasaron de ser simples expresiones vocales hasta alcanzar verdaderos gritos de placer. Llevé un dedo a mi boca y lo lubriqué antes de metérselo hasta el fondo de su trasero. Él jadeó lanzando su cabeza hacia atrás, pero no hizo ademán de apartarse ni una sola vez, ni siquiera cuando metí un dedo más.
—Jongin, te odio con todas mis fuerzas —jadeé una vez que lo embestí con mi pene—. Tú y tu jodida familia arruinaron mi vida.
Él no respondió más, estaba aferrándose a las sábanas mientras se quejaba y jadeaba en tanto yo empujaba una y otra vez sin pudor alguno, como si fuera la última ocasión en mi vida que iba a follar. Lo empujé tanto que en determinado momento tuvo que colocar su mano contra la pared para no seguir moviéndose hacia adelante. Mis testículos golpeaban a los suyos pero el ruido no era mayor que el de su culo contra mí piel, sus gritos o incluso los míos.
La mano que yo tenía en su cadera resbaló porque estábamos sudando como si la habitación fuera un sauna, así que tuve que sujetarlo con más fuerza sin importarme clavarle los dedos de manera dolorosa. Me incliné para morder su espalda sin dejar de empujar ni ceder la fuerza con la que lo hacía, y mantuve el ritmo hasta que ambos tuvimos un orgasmo abrumador. Sentí que vacié todo de mí. No solo todo el líquido que me podía salir de las bolas sino toda la furia que habitaba en mi alma.
Una follada sucia de una persona sucia. Eso había sido.
Cuando paré de jadear un poco, me aparté para dejar de apresarlo contra la cama y nuestros ojos se encontraron. Su cabello era un desastre, sus mejillas estaban rojas, sus ojos húmedos, su labio roto y podía apostar que ahí no acababa el recuento de los daños. Deseé abrazarlo con mucha fuerza y de inmediato, el rencor volvió a embargarme.
—Te odio —le dije.
—Yo... creo que también te odio —confesó sin preocuparse de que yo viera sus lágrimas caer.
—Deja a Taemin.
—No —respondió sin pensarlo—, nunca.
—Lo voy a matar.
—Si le haces daño, me daré un tiro, Kyungsoo. No creo poder soportar que me lastimes más.
—Te ahorraré el suicidio, puedo hacerlo.
—Hazlo —me pegó a su pecho y rodó de modo que quedé a horcajadas sobre él. Tomó mis manos y las colocó alrededor de su cuello—. Haz conmigo lo que hiciste con Luhan, sé que eres capaz porque te has convertido en un monstruo, al igual que mi padre —fruncí el ceño—. Sí —continuó—, te pareces a la persona que más odias.
Sí, soy un tonto emocional, ni siquiera soy capaz de describir el modo en que sus palabras hicieron estragos en mí. Solo sé que me faltó el aire, que mis venas se llenaron del ácido que bombeó directamente desde mi corazón.
Me levanté a prisa y tomé mis cosas, me vestí sin voltear para observar cómo Jongin caminó directo a la ducha y salí de ahí azotando la puerta como la primera vez que dormí en esa casa... Si ese día no hubiera botado la fotografía que colgaba en la pared, si él no me hubiera abordado en ese bar, si yo no hubiera deseado con todas mis fuerzas tener a alguien como Jongin solo para mí... tal vez mi corazón no dolería como si cada dos segundos tuviera un jodido infarto.
Compré algo de licor y fui a casa de Kris, pero apenas al entrar a su habitación lo encontré abrazado a un tipo de cabello rubio, así que me devolví sin que ellos lo notaran. Me dirigí a embriagarme al antiguo departamento de Chen y una vez ahí, recordé cuando rapté y torturé psicológicamente a un estudiante de secundaria: Jeong Kook.
¿De verdad yo era igual que aquel hombre?
Soy un monstruo —bebí—. El infierno llegó por mí incluso antes de morir.
El demonio en mi alma se apoderó de mí.
No podía ver a Asher.
No quería que sus ojitos se dieran cuenta... de que su papá era un monstruo.
En algún momento del día, me quedé inconsciente a causa del alcohol y la noche me encontró dormido, pero con el paso de las horas todo el licor iba procesándose. El sonido de un "click" le dio un golpe instantáneo a mi cerebro, causando que abriera los ojos de inmediato y viera la silueta de un hombre ante mi puerta, que me apuntaba directo a la cara. Sin meditarlo ni un instante, me lancé de lado y corrí hasta aventarme por la ventana. Me había quedado dormido sin siquiera cambiarme, por eso aún tenía las llaves de la motocicleta en mi bolsillo. Fue una suerte porque escuché varias balas ser disparadas en mi dirección, sin embargo, no volteé para averiguar de quién carajos se trataba. Yo estaba todavía un poco ebrio, no iba a salir victorioso en una pelea, mucho menos estando desarmado.
Manejé hasta el Hard Rock Beer y pedí una cerveza sin alcohol. Por más que quisiera un trago de vodka no era el momento adecuado.
¿Quién había descubierto mi escondite? ¿Quién me había atacado? Nadie sabía de ese lugar a excepción de... ¿Jeong Kook? ¡Imposible! ¿Algún amigo de T.O.P.? ¡No podía ser! ¿Alguno de los idiotas que había golpeado en el bar? Simplemente, no tenía idea... Lo que sí tenía era muchos enemigos. Joder. Yo deseaba tener una vida tranquila, solo eso. Al parecer, no me la merecía. Nada en mi maldita existencia salía bien. Lo mejor hubiera sido morir junto a mis padres. Eso me hubiera ahorrado mucha mierda, muchísima.
Continuará...
Me siento muy feliz por todas las coincidencias que ha tenido Haema con EXO, desde los trajes de Unfair, hasta Monster. Siento que me dan una especie de despedida y me emociono. Gracias a EXO, por tanto. Y gracias a ustedes, Gomitas <3
Fuente Yeonini