Estoy tratando de borrarte de mi mente.
Aún no he sido capaz de arreglar nuestro mal entendido.
Necesito tu perdón.
Sí, sé que me extrañas.
Cariño, entrégame tu beso.
(Taemin, Soldier).
Mi mamá es una gran mujer, es de esa clase de personas que se llevan bien con todo el mundo. Es guapa, sociable, trabajadora, su único error fue haberse enamorado de un cabrón alcohólico que después de varios años de maltrato físico y psicológico, la dejó sola con un niño de trece y otro de siete años, el que vendría siendo yo, el guapo Lee Taemin, el mejor publicista de agencia de Publicidad Gold, el chico de oro. No aplaudan, por favor, así estoy bien. Oh, bueno, tal vez solo un poco, son muy amables. Gracias, gracias.
Volviendo a mi madre, consiguió trabajo como secretaría en la recién fundada Clínica del Dolor de la capital. ¿Sabes qué es una clínica del dolor? Desde que empecé a jugar por esos pasillos a la edad siete años, se me hizo un lugar muy común, pero sé que hay gente que nunca ha pisado un sitio así. La clínica es un sitio de mediano tamaño, un lugar especializado en la prevención, diagnóstico y tratamiento del dolor. Generalmente, atienden a pacientes en su etapa terminal, intentando darles una mejor calidad de vida hasta el momento de... ya saben, estirar la pata.
Cuando a los diez años fui diagnosticado con Leucemia Mieloide Crónica (LMC), ella tenía tanta amistad con las personas de la clínica que la mayor parte de mi tratamiento lo llevé en ese lugar y no en hospitales más grandes. Yo soy el niño consentido de la Clínica del Dolor, de verdad, en ese sitio la gente me adora. A través de los años, las recaídas vienen y van como un noviazgo inconstante. Me han puesto todos los tipos de quimioterapia que existen y creo que mi sangre está a punto de mutar a alguna clase de cosa biosintética monstruosa.
No he dejado que eso defina mi vida. Estudié y fui el mejor de mi clase, tuve novios, conseguí un empleo. Las únicas personas que conocen de mi enfermedad reincidente son mis familiares y médicos. Nadie más. Creo que todos vamos a morir de algo. Posiblemente, la única diferencia es que yo estoy casi seguro de que lo que me va a matar a mí es el cáncer. De igual forma, eso no evitó que casi me meara en los pantalones la vez que Kyungsoo me apuntó con un arma... lo que nos lleva al tema de Jongin.
Mi compañero de trabajo, mi querido amigo, el moreno más sensual de Publicidad Gay, digo, Gold, es que los anuncios de Jongin son sumamente homosexuales. En fin, lo conocí gracias a Luhan y me gustó de inmediato. Coqueteamos y me invitaron a salir, pero esa noche... esa maldita noche, los síntomas de mi enfermedad aparecieron y tuve que dejarlos plantados. Gracias a esa traición de mi propio cuerpo, Jongin se lió con un tipo... y me dejó atrás.
Los síntomas de esta novia maldita eran debilidad, sudoración profusa sin razón aparente, fiebre, pérdida de apetito y de peso los conocía bastante bien y sabía a lo que me estaba enfrentando, así que con la inminente noticia de la urgencia por iniciar mi próximo tratamiento, tuve que descuidar un poco mi vida sentimental. Para cuando regresé sintiéndome listo para dar pelea, ya Jongin andaba cuchicheando con Luhan sobre la llegada de un bebé.
Lo sé, qué suerte de mierda, ¿verdad?
Éramos amigos, muy amigos. Nunca dejamos de coquetear pero no nos dimos un tiempo real, nunca le pedí una cita ni intenté besarlo en la oficina, nunca nada, aunque Jongin me gustaba mucho.
Una noche, subí a la azotea del edificio en el que trabajo y le reclamé a Dios por haberme dado esta vida perfecta y no dejarme vivirla. ¿De qué me servía un cerebro ágil, brillante y un rostro hermoso si no podía encontrar el amor o tener citas? Después, conduje hasta la clínica para recoger unos medicamentos de rutina, cosas como vitaminas y suplementos alimenticios. La persona encargada parecía estar muy ocupada con algún paciente, así que me senté a esperar mientras jugaba Angry Birds con mi celular. Me gustaba el sonido de los cerditos. Sentí a alguien ocupar el asiento a mi lado, pero no levanté la vista hasta un rato después cuando perdí la partida. ¡OH, DIOS!
El más reciente fichaje del Chelsea Football Cub en Londres.
—¿Eres Choi Min Ho? —indagué. Él asintió y luego, fue llamado por un enfermero y desapareció de la sala de espera. Cuando al fin fue mi turno, reconocí a la farmacóloga.
—Lamento haber tardado, Tae.
—No te preocupes, estaba sentado al lado de Choi Minho, ¿lo has visto? —ella asintió con una sonrisa y como le tenía tanta confianza, me permití expresar mi sentir— Ya pensaba que era guapo, pero verlo de cerca es una experiencia a otro nivel. Si pudiera pedir un deseo antes de morir, sería que Choi Minho me levante de las nalgas, me apoye contra una pared y entonces...
—¡¡Sssssh!! —me dijo.
—Lo siento, me entusiasmé —fue extraño que me hiciera callar porque por lo general, era una de las personas con las que más bromeaba, hasta que seguí su mirada y descubrí a Minho observándome desde el pasillo. Me levantó una ceja como intentando asimilar la barbaridad que había escuchado.
—Así que... ¿cómo te llamas? —me preguntó.
—Eh... Kim Jongin —respondí.
—Toma, Lee Taemin, estas son las recetas de tus próximas vitaminas —me dijo mi acompañante con una voz más alta de la necesaria. De inmediato, volteé hacia Minho, quien medio bufó y sonrió al mismo tiempo causando que su manzana de Adán se moviera de arriba abajo... Qué sexy. Después se fue.
Más tarde cuando salí de la clínica para buscar un taxi, lo encontré afuera y él me habló de nuevo.
—Disculpa, Taemin... he venido desde Londres a visitar a mi abuela que está internada aquí, y creo que me he quedado más tiempo de lo debido. No sé de ningún hotel o restaurante en esta ciudad y estoy muriendo de hambre... ¿Conoces un lugar al que pueda ir?
Ya estaba anocheciendo.
—Te han dejado pasar del horario de visita... Sospecho que es un beneficio de la fama.
—Pienso lo mismo —sonrió.
—En realidad, iba a cenar con mi primo ahora mismo. Si deseas, puedes venir conmigo.
—Te lo agradecería mucho, estoy algo perdido aquí.
Y cuando mi primo Lee Jin Ki reconoció a quien lo esperaba junto a mí en la mesa del restaurante, no se lo podía creer. Hubiera sido lindo que se quedara, pero después de las presentaciones y hacer nuestras órdenes, Jin recibió una llamada del hospital y tuvo que marcharse de inmediato.
—No hagas esa cara —me dijo—, estoy dejándote con una estrella del Chelsea, solo sé feliz. —Me besó en la frente y se marchó no sin antes asegurarme que aprendería a ser un buen médico para curarme, aunque ni siquiera se dedicaba a la rama de oncología.
—Él está haciendo su práctica en un hospital —expliqué a Minho.
Esa noche, le había reclamado a Dios y fue increíblemente rápido en darme una cita estupenda. Minho era inteligente, divertido, respetuoso, guapo, estaba caliente como el desierto en pleno verano, en fin... Lo llevé a un par de hoteles en los que no pudo registrarse porque estaban llenos. Sabía de unos cuantos más, pero antes de sugerírselos, estuve a punto de desmayarme y él acabó sujetándome entre sus brazos. Sé que la visión puede parecer bastante romántica, pero para mí fue vergonzoso. Acabé llevándolo a mi casa, cansado por andar de un lado a otro después del trabajo. Y una vez ahí, después de una copa de vino ligero, una cosa llevó a la otra y, sí, sí, sí, lo que están pensando pasó, pero les aseguro que fue mejor de cómo lo están pensando. Minho siempre era mejor, mucho mejor de lo que uno pensaba.
Al siguiente día, me desperté al lado de tremendo monumento y estaba totalmente listo para dejar ir a Jongin. ¿Jongin quién? ¡Por favor! Mi hombre de metro ochenta y seis.
—Ayer cuando te vi en la sala de espera, creí que también visitabas a un familiar hasta que más tarde desfalleciste... Entonces, no estuve tan seguro. ¿Qué es lo que tienes?
—Ahora mismo, tengo ganas de desayunar —desvié el tema—. Se me antoja comerme una manzana a mordiscos.
Desde entonces, tengo una obsesión erótica con la manzana de Adán de Choi Minho.
Nos vimos todos los días durante el mes en que estuvo en el país y luego, nos citamos de manera intermitente realizando muchos viajes. Cuando no podíamos estar juntos, nos hablábamos por vídeo llamadas, pasábamos el día entero enviándonos fotografías y mensajes, nos presentamos a nuestras respectivas familias por Skype, incluso nos enviábamos regalos por correo. Era mi novio ideal viviendo lejos. Me enamoré mucho, más que nunca, más de lo posible... Estuvimos de ese modo un poco más de tres años hasta que mi enfermedad empeoró.
Las cosas se volvieron difíciles, nunca le había dicho de mi diagnóstico porque no quería que eso me definiera; el diagnóstico no estaba en mi cabeza y tampoco lo quería en la suya. Pero ahí estaba como una maldita sombra. Minho se fastidió porque creía que no quería confiar en él. Eso, aunado a otros problemas típicos de un noviazgo a distancia (los celos, la nostalgia, la soledad), acabó con nuestra relación. Fue triste que me dijera adiós, fue más triste que el diagnóstico. Lloré por Minho más que por la leucemia, pero al igual que con esa enfermedad, no me mató el dolor, seguí vivo y si tal era mi estado, debía vivir, no había opción.
Para esa época, Jongin me confesó la historia más increíble que jamás haya oído. Era como una versión moderna de los horrores de IIya Ivanovich Ivanov* que acabó sacándome un par de lágrimas.
Sinceramente, la situación era terrorífica para ese Kyungsoo, pero incluso así, no acababa de hacerme feliz que él estuviera con Jongin y no tenía nada que ver con que alguna vez me hubiera gustado, sino con lo desestabilizado que me parecía ese tipo. Me daba miedo que dañara a mi amigo. Estuve averiguando por ahí y decían que ese hombre había asesinado a un tipo que golpeaba a su hijo. Decían que lo habían encontrado en un callejón, con miles de golpes por todo lado, pero sin una sola huella dactilar, y se sospechaba de él porque una vez Kyungsoo lo amenazó frente a varias personas. Le dijo que si volvía a tocar a su hijo, lo iba a asesinar. Todo mundo sabía que lo iba a volver a tocar, era lo que ese hombre siempre hacía, golpear a su hijo, así fue como me contaron. Cierto o no, encendía todas mis alarmas.
Para ese entonces, mi primo estaba empleado en una clínica bastante lujosa. Resultó ser compañero de trabajo del hermano del asesino, pero me aseguró que Baekhyun, era completamente distinto. Jongin y Luhan también me habían dicho lo mismo. Luego, nos sobrevino la repentina muerte del padre de Jongin. Mi pobre negrito –en palabras de Luhan- la estaba pasando muy mal, más que yo. Todos estuvimos de acuerdo cuando se fue varios días de permiso a casa de su hermana. Y en ese período, Luhan fue atacado por algún ladrón y tuvo que ser hospitalizado.
En la empresa, las cosas se volvieron un poco caóticas. Yo no estaba muy bien, mi cuerpo me volvía lento, mi mente estaba junto a mis amigos lastimados y mi corazón, en Londres. Jongin no trabajaba; Luhan, tampoco. Nuestro jefe empezaba a quedarse sin cabello mientras yo bebía jugo de uva Welch's en la azotea.
Con el paso del tiempo, Jongin se reintegró aunque era igual o más ineficiente que yo y entre los dos apenas cumplíamos con el plazo de uno. Ni siquiera éramos la sombra de las máquinas de trabajo de antes. Recibimos el feliz aviso de que pronto Luhan también se reincorporaría y con eso nos animamos un poco. Las cosas empezaban a volver a su lugar.
Una mañana, llegué tan cansado como de costumbre. Recibí la noticia de que Jongin no se había presentado a trabajar, tampoco avisó nada, y sinceramente, me dio miedo. Sabía que él y su pareja infernal hace tiempo no estaban juntos, temía que algo malo hubiera pasado, así que tomé mi auto y fui hasta su casa sin avisar nada en mi trabajo. Cuando piensas que puedes estar muy cerca de la muerte, aprendes a priorizar varias cosas en tu vida, y yo amaba mi trabajo, pero no sobre mis amigos. Además, mi jefe estaba siendo poco amable los últimos tiempos.
—¿Estás bien? —pregunté en cuanto abrió la puerta— No fuiste al trabajo y pensé que...
—Pasa —me interrumpió. Tenía sus ojos rojos, había llorado—. Quiero mostrarte algo...
Cuando me condujo a su habitación, vi a un niño dormir en medio de su cama. Tae Oh había vuelto.
—¡Qué locura! —exclamé cuando acabó la historia— ¡Es una completa locura! ¡Es lo más insano y descabellado que he escuchado en toda mi vida! —me obligué a callar cuando vi su rostro descompuesto.
—A pesar de todo, estoy feliz de tenerlo de vuelta. Amo a ese niño más que a mi propia vida, Taemin, lo sabes.
—¿Qué va a pasar de ahora en adelante? Sé que vas a cuidar del niño, pero... ¿qué hay de él... de Kyungsoo?
—No voy a impedirle que lo vea, no puedo hacer eso.
—¿A pesar de que es peligroso?
—Sí —suspiró—. Creo que solo es peligroso cuando alguien intenta lastimarlo a él o a Tae.
—Fue capaz de golpearte y desconfió de ti.
—Pero ha vuelto a confiar. Sabe que no tengo nada que ver con ese horrible experimento. De lo contrario, no me hubiera encargado a Tae Oh.
—Pero...
—¿Qué sugieres que haga? ¿Qué impida que se vean?
Tenía razón, aunque eso era exactamente lo que yo deseaba, que Kyungsoo no se acercara más a ellos. No podía ni sugerirlo... No era del todo justo.
—Estás en una posición horrenda. El tipo que asesinó a tu padre...
—Sé que mi padre lo provocó, pero era mi padre, Taemin... No deja de doler —confesó con un susurro.
—¿Aún amas a Kyungsoo? —pregunté sin rodeos.
—Lo amo, sí, y también le temo. No creo que podamos volver a estar juntos.
Lo abracé —No estás solo, Jongin. Yo te juro que voy a ayudarte en todo lo que pueda. No estás solo.
Una semana más tarde, los tres bebíamos leche en el jardín. Las secuelas psicológicas de Tae Oh a causa de todas sus vivencias no tardaron en hacerse notar, tampoco las físicas. Había pasado toda la semana resfriado, Baekhyun y Chanyeol lo visitaron seis veces para darle medicamento. Tres de esas ocasiones, yo estuve presente, así que pude conocerlos bien. El niño había aprendido a ir solo al sanitario. Poco a poco, Jongin corregía las palabras que pronunciaba mal y aprendía a controlarlo cuando el pequeño empezaba a llorar sin tregua o cuando quedaba en shock.
—Estás haciendo un buen trabajo —alabé.
—¿Tú crees? —me preguntó envolviendo más al pequeño entre sus brazos. Dentro de unos segundos, Tae caería rendido al sueño. Le gustaba dormir cuando alguien lo sostenía, odiaba estar solo.
—Eso salta a la vista.
—Ya he buscado un buen centro de cuidados infantiles, el más cercano a la empresa. Es un sitio bastante caro y exclusivo. Podré hacerle cortas visitas durante el día, comer con él... Empezará el próximo lunes.
—¿Y Kyungsoo?
—Ni una llamada... nada. Baekhyun dice que ya no vive con su padre. La verdad, no tengo idea... Tal vez ya no lo ama por ser nieto de la persona que... Tú sabes. —Besó la cabeza del pequeño que ya roncaba.
Tuve una llamada en ese momento y mi corazón dio un vuelco cuando reconocí el número de Minho en la pantalla.
—¿Min? —contesté de inmediato.
—Pegdhí el pagtido —me dijo con su voz de borracho.
—... Oh... ya veo —contesté sin saber qué más decir.
—Dime, Taeminie... Dime de una vez...
—Leucemia —acepté cansado de esconderlo más.
—¿Leucemia?
—Leucemia mieloide crónica.
—¿Te recuperarás?
—No esta vez.
—¿Cuánto tiempo...?
—Seis meses, tal vez un poco más. Es lo que dijo el médico.
—Seis meses —susurró sin sonar ebrio de una buena vez. Tal vez el impacto de la noticia lo puso un poco lúcido.
—Estoy bien, no te preocupes. Lo mejor que puedes hacer por mí es vivir tranquilo. Minho, te quiero mucho, pero no vuelvas a llamarme. No tiene caso... —colgué y bebí de mi vaso de leche tibia con miel al mejor gusto de Tae Oh. Luego, me percaté de la mirada instigadora de Jongin.
—¿A quién le quedan seis meses de vida a causa de una leucemia? —preguntó con su ceño arrugadito— ¿Y quién es Minho?
—Verás... también tengo una gran historia que contarte —choqué nuestros vasos a modo de brindis—. ¿Te gusta el Chelsea?
Continuará...
IIya Ivanovich Ivanov (1870 – 1932): Científico ruso de la época estalinista. Realizaba experimentos bizarros y nada éticos con animales, sobre todo perfeccionó la inseminación entre ellos. Quería, por ejemplo, crear cruces entre zebra-burro, cerdo-conejo... Llegó a inseminar hembras de chimpancé con esperma humano que no quedaron embarazadas.
Chelsea Football Club: Es un club de fútbol profesional con sede en el distrito de Fulham, Londres.