¿Por qué no me llevas a algún lugar?
un sitio donde podamos estar solo (...)
Lo mejor de esta noche. Somos lo mejor.
¡Estamos soplando dinamita!
¿Sabes que nos estamos perdiendo lejos?
¿Sabes que podemos conducir nuestro propio coche ahora, cariño?
(The Lads, The Best Thing Of This Night)
Fuente Desconocida
Mi hermana nos había visitado hace tiempo. Conoció Tae Oh, y le compró obsequios, jugó con él y le tomó fotografías... Estaba encantada con su papel de tía y aunque en un inicio Kyungsoo no fue totalmente de su agrado (casi se le cae la quijada cuando vio su apariencia), en cuanto notó lo bien que estábamos el bebé y yo, terminó por aceptarlo.
Revisó todo. Hasta la casa había sufrido mejoras desde que Soo vivía conmigo, porque ese tipo era todo un manitas y acabó por arreglar los detalles e imperfecciones de la vivienda: las puertas bajas, los tubos que goteaban, los cables en mal estado... Desde que me percaté de eso, empecé a fastidiarlo llamándolo mi marido de alquiler. Mi hermana nos visitó un par de veces más, todas visitas fugaces por cosas de su trabajo, pero se mantenía en contacto conmigo, contándome de su vida y preguntándome por su sobrino. Pero mi papá... pfff.
Después del incidente de Luhan con sus padres, yo estaba muy feliz de saber que los míos no se hicieron demasiado rollo con eso de mi orientación sexual, pero ahora ya no estaba seguro de ello. Prácticamente, no había visto a Eric desde que mamá falleció. Me mantenía tranquilo el saber que mi hermana sí lo había hecho y ella me comunicó que todo estaba bien, pero ahora, ya había pasado demasiado tiempo y él no se dignaba en visitarme para conocer a Tae.
Unas cuantas llamadas, unas fotografías; me decía que era un niño hermoso y no agregaba nada más. Tampoco mostraba interés cuando le hablaba acerca de Soo y en este punto empecé a creer que en el fondo papá no había aceptado mi orientación sexual, no realmente. Mi humor de verdad había sido pésimo desde el día anterior cuando lo encaré mediante una llamada telefónica. Error. Lo único que conseguí fue una cucharada de su vieja y horrible actitud de señalarme como una persona demasiado emocional y en busca de atención. Yo no estaba buscando su atención, solo quería presentarle a mi hijo. ¡Dios santo! ¿Cómo no podía entender eso? Él era mi padre y no tenía interés por su nieto. Ni siquiera el padre de Baek, que no era el padre biológico de Soo, actuaba de esa manera. Me enojé demasiado, nos gritamos y colgamos la llamada con enfado.
Llegué a la casa con un humor del demonio, pero no quise hablarle de eso a Soo porque deseaba evitar que él se sintiera incómodo por culpa de mi padre, así que solo me mantuve refunfuñando por las esquinas, alegando estrés laboral.
—Mmm, te hace falta sexo —me dijo. Pero ni siquiera deseaba sexo y por eso, en la noche tuvimos una discusión.
Kyungsoo era tres veces algo más que un completo terco y por si fuera poco, llevaba demasiado mal sus frustraciones sexuales, así que lo ponía a rabiar el rechazo, cosa que prácticamente nunca pasaba en casa.
—¿Cuándo me vas a decir qué es la mierda que te traes realmente?
—No estoy de ánimos, ¿entiendes?
—Ah, no, no. Vete a la mierda. Luego, no me vengas a buscar cuando se te pase el berrinchito, Jongin. Has estado de un humor del orto y yo no sirvo para aguantarte.
—Ay, bueno, discúlpame, señor buen humor. Se me olvidaba que vivo con la persona más feliz del mundo. Como tú nunca andas con un humor de perro...
—Pero qué... ¿Qué me acabas de decir? Tú hoy no duermes conmigo.
—Es mi habitación también. No puedes solo sacarme.
Pero sí pudo. Y además, me enseñó su dedo medio.
Yo estaba demasiado incómodo durmiendo en la silla mecedora frente a la cuna de Tae Oh. Eso no mejoraba mi humor, pero definitivamente no volvería a tratar a Soo así o iba a acabar durmiendo en la acera del frente. A las dos de la mañana, desperté porque mi cabeza se fue de lado y cuando me incorporé, Soo estaba frente a mí.
—¿Cómo sigue tu humor? —preguntó con su sonrisa burlista. Respondí rechinando un poco mis labios y apartando la mirada, pero él me tomó de las manos y me obligó a levantarme, me llevó hasta mi cama y sin decir una palabra, me abrazó.
Amanecí de mejor humor, es verdad, pero aún me sentía triste por tener esa clase de padre. A pesar de no ser unidos ni cariñosos uno con el otro, era mi papá y yo quería que nos lleváramos bien.
—Si sigues así, me buscaré otro novio —me amenazó Soo. Yo hice un puchero.
—Te prohíbo hacer eso.
Y él rio. Le encantaba martirizarme al muy tonto. Por la tarde, estaba recogiendo la ropa en nuestra habitación cuando Kyungsoo entró con un ataque de risa y sentó a Tae a mi lado.
—¿Qué pasó? —le pregunté riéndome aun sin saber de qué iba todo aquello, porque solo el verlo así me hacía querer reír, en especial porque Tae Oh también reía a carcajadas, mostrando sus pequeños dientitos disparejos.
—Mira esto, Moreno —se sentó con nosotros y se dirigió al bebé—. ¿Cómo hacen los patitos?
—¡Cuak, cuak, cuak! —respondió con voz alta mi bebé.
—¿Cómo hacen los perros?
—¡Guau, guau, guau!
Yo le estaba aplaudiendo: Aaaah, buen trabajo, mi bebé.
—¿Cómo hacen los camellos?
Tae Oh pareció muy preocupado y confundido hasta que Kyungsoo explotó en risas y él se contagió. Yo lo golpeé en el brazo.
—¡Grosero! —Pobre Tae.
—Aún falta lo mejor —me aseguró el loco ese antes de hablarle al bebé—. ¿Cómo te llamas? —le preguntó.
—¡Paásito!
Kyungsoo me miró a la expectativa, intentando contener su risa, inflando sus mejillas.
—¿No entiendes? —me preguntó a punto de explotar— Paásito...
—Oh. Ya entendí.
Él muy idiota se lanzó al suelo a revolcarse mientras se sostenía el estómago, demasiado divertido pensando que Tae creía que su nombre era Parásito. De verdad, no aportó a mi humor. Me preocupaba que el niño creyera eso. Cuando empezara a decírselo a la gente, lo iban a molestar y se le iba a quedar ese horrible sobrenombre. Y mi pobre nene aplaudía para sí mismo cuando veía a su papá tan divertido.
—No, mi amor, tú no te llamas así —le aclaré, peinando sus pelitos con mis dedos—. Ese no es tu nombre. Intentemos de nuevo. ¿Cómo te llamas?
El bebé me miró a la expectativa hasta que Kyungsoo dejó el escándalo y se sentó esperando su respuesta.
—¿Cuál es tu nombre, bebé? —insistí.
—Cocotito.
Kyungsoo casi escupe los pulmones. Duró mucho tiempo en el que cada vez que recordaba eso le daba un ataque de risa. Llamó a Chen, a Kris, incluso a Yeol, al que le había dado una paliza, pero luego actuaba como si nada hubiera pasado, y les hizo preguntarle el nombre a Tae para que escucharan sus respuestas. Estúpido ese. Yo intenté muy duro para que aprendiera que su nombre era Kim Tae Oh, pero fue muy difícil porque la mayoría del tiempo la pasaba con Soo mientras yo trabajaba y Soo lo llevaba con Kris, Chen y Baek, quienes lo llamaban Asher. Y en casa, era Bebé, Chocolatito y muy de vez en cuando, Parásito. Mi hijo tenía una confusión de identidad. Incluso visitamos a Baek y a Steve para que presenciaran la gracia. Todos se reían con eso, pero al menos su tío y abuelo insistieron en enseñarle que se llamaba Asher, después de la broma.
—Basta, Jongin, no es para tanto —me aseguraba Soo—. Estás siendo demasiado intransigente con las cosas de Asher... Está en la edad propicia para hacerle bullying. Disfrútalo y ya.
—Se está confundiendo, Kyungsoo —insistí.
—No es grave. Te preocupas de más —luego, se dirigió a Baek—. Hermano, ¿está bien si cuidas a Asher esta noche? Hay algo que me gustaría hacer con Jongin.
—Déjalo —dijo Steve—. Aun si Baek tuviera que atender una emergencia, yo puedo cuidarlo... Mañana no debo ir a trabajar.
—¡Bien! —festejó.
Aaaah, me cuesta mucho despedirme de mi bebé. Era la primera vez que no dormía en casa con nosotros y el apego me mataba. Le di como mil besos antes de irme. Fue una suerte que quedara feliz, porque si hubiera llorado, no creo que hubiese podido dejarlo. Luego, Soo me llevó a dar un paseo en motocicleta. Ese era su plan. Nunca habíamos andado juntos de ese modo, como una cita con mi motero.
Condujo a alta velocidad y nos alejamos de la ciudad cada vez más. Cabe mencionar que tuvimos una breve discusión porque él insistió en que no lleváramos casco ya que «lo que te hace falta es sentir el viento, Moreno» y como siempre, acabé siendo arrastrado en su locura.
Y como siempre, su locura fue mi alivio.
Primero, estaba muy asustado porque conducía a gran velocidad e iba gritándole en el oído que mermara un poco, cosa que, por supuesto, él ignoró. Lo apreté duro de su cintura, ya que no era mi costumbre viajar en motocicletas. El muy tonto sujetó una de mis manos y la colocó sobre su pene. Le dije que era un sucio, pero no me aparté y él sonrió.
Minutos después, íbamos por una calle desierta, yo con ambas manos en su paquete y cantando estrofas al viento. Era cierto que el aire y la velocidad me habían hecho bien, ya ni siquiera pensaba en mi padre. Si él no quería ser parte de mi vida ni la de Soo o nuestro bebé, él salía perdiendo. Me pegué más a mi pareja, besé su cuello y su oreja, apretándome más a su espalda. Él se encogió un poco y le masajeé por sobre el pantalón.
—Mi hombre rápido y furioso —bromeé. Él hizo sonar más el motor. No lo sé, pero eso me ponía caliente. Decidí que quería jugar un poco con él, así que sin dejar de atormentar su cuello con mis labios y dientes, abrí su cremallera.
—Oh, no, no, no. No hagas eso —me advirtió.
—No puedo resistirme —sonreí frotando mis abultados genitales en su trasero.
Soo estaba loco y era un completo descarado. Se inclinó hacia adelante para que pudiera frotarme mejor, y sí que lo hice. Adoraba que fuera tan falto de pudor. Si quería algo, lo tomaba. Ese era mi chico. Cuando se reincorporó para recostarse un poco sobre mi pecho, acabé masturbándolo. Nadie pasaba por ahí, así que no significaba un problema. Tampoco era la primera vez que nos involucrábamos sexualmente en público.
—Aaaah, Moreno, me encantas —gritó al aire.
Yo aumenté la velocidad de mi muñeca conforme él aumentaba la de la motocicleta y también desacelerábamos al mismo tiempo. Era un juego un tanto peligroso, en especial cuando su orgasmo nos encontró en una curva y terminamos derrapando. Fue una suerte que no vinieran más autos. Él y yo acabamos en el asfalto, uno al lado del otro y la motocicleta a cinco metros por delante. Cuando logré abrir los ojos y el mundo dejó de girar, escuché una carcajada que últimamente oía mucho. Al voltear, Soo se sostenía el estómago de tanto reír y tenía su pene afuera.
—¿Estás bien? —Me miró con sus ojos húmedos, incorporándose para abrocharse y luego, revisarme.
—Sí —murmuré un poco asustado.
—Mírame, ¿te duele algo?
—No. Estoy bien.
—¿Golpeaste tu cabeza al caer?
—No, no. En realidad, caí sobre mi hombro —me toqué. No había sido un golpe muy fuerte porque Soo había maniobrado bien la motocicleta. Pudo ser mucho peor, pudo ser realmente grave, pero él continuó riéndose.
—Tú estás loco —le dije cuando se sentó en mi regazo, pero a él no le importaba mi opinión. Me besó lleno de excitación, me manoseó obscenamente y frotó su trasero en mi entrepierna antes de ponerse en pie e ir a revisar su vehículo.
—Mi niña preciosa, ¿cómo estás? —le preguntó a la moto. Cuando la levantó, vio el espejo roto y muchos rasguños— Oh, princesa Harley, lo lamento mucho. Todo fue culpa de Jongin, que me la iba sobando, pero no te preocupes, voy a cuidar de ti, ya verás, mi amor.
—¿Por qué eres más cariñoso con esa moto que con Asher o conmigo? —pregunté cruzado de brazos— Ahora entiendo a Baekhyun.
Él levantó la motocicleta y le colocó la patilla.
—No seas celoso, Moreno —luego se revisó a sí mismo—. Mierda.
—¿Estás herido? —me preocupé, en especial cuando vi su ropa rota. Salía sangre de su codo y de su pierna— Soo, ¡estás herido! Debemos ir a un hospital.
—Estoy bien, solo es un rasguño.
—¡Estás sangrando!
—Me raspé con la caída —dijo tranquilamente—. He tenido accidentes peores.
—Pero, Soo...
Él me sujetó del abrigo.
—Ni siquiera lo siento —sonrió—. Tengo un subidón de adrenalina y no soy consciente del dolor ahora mismo.
—Pero cuando pase...
—Entonces no dejes que pase —me besó.
La verdad, yo también estaba lleno de adrenalina y supongo que eso ayudó más para que termináramos tocándonos llenos de ansiedad y deseo. El muy descarado subió a la motocicleta y se inclinó para mí. No había nadie en esa carretera. Acabé bajándonos los pantalones para penetrarlo. Hacer el amor en una Harley Davidson es lo que podría llamarse una experiencia.
Llegamos muy tarde a casa y nos dimos una ducha. Luego, cuidé de las heridas de Soo sin que este se quejara. Me acosté agotado, pero él tenía más batería, porque se subió sobre mí, aún entusiasmado.
—Me has cumplido un montón de fantasías sexuales, Moreno.
—Bueno —sonreí—, dime si se te antoja algo más.
—Follamos sobre Harley, Jongin, me masturbaste en carretera y tuvimos un accidente muy sensual. Nada en mi puta vida va a superar eso.
—No soy un gran fan de la parte del accidente... No te daré más orgasmos mientras conduces.
—¿Sabes qué me vuelve loco de ti?
—Eso me da curiosidad... Dímelo.
—Pareces tímido y asustadizo, pero no lo eres en absoluto. He conocido a muchos hombres que no se atreverían a hacer lo que tú. Metiste a un desconocido a tu casa, te haces cargo de su hijo, te lo follas sobre una moto... No eres lo que pareces, Moreno de Calcuta.
—Yo también me he encontrado sorprendido de hacer todas las cosas que hago por ti, pero no me arrepiento de nada. Eres mi mejor experiencia de vida.
Él me dio uno de sus besos vulgares que Tae Oh no puede ver.
—Pídeme lo que te dé la gana. Te daré todo, Moreno, te daré mi vida.
—Dime que me amas.
—Buenas noches —se acomodó a mi lado. Sonreí. Maldito tramposo.
—Te amo —declaré pegado a su espalda, ambos con las piernas un poco recogidas, del mismo modo en que solíamos dormir cuando esperábamos a Tae Oh—. Te amo —besé su cuello varias veces—. Te amo, te amo, te amo.
—Shhh —dijo enojado—, deja dormir.
—Te amoooooo —susurré muy bajito.
Al día siguiente, fue todo muy horrible: mi cuerpo estaba lleno de moretones y el de Soo, mucho peor. No solo eran más visibles porque tenía la piel más blanca: él realmente había llevado la peor parte del golpe. Cuando fuimos a recoger a Tae, hice que Baek nos revisara. Aunque era especialista gineco-obstetra, pudo recetarnos antiinflamatorios y regañó a Soo por exponerme a un accidente y sin usar casco. Pero nada me importaba, porque mientras Baek revisaba el movimiento de mi hombro herido, Soo sostenía a nuestro bebé y me guiñaba un ojo. Definitivamente, mi humor era bueno ahora.
Continuará...