Proyecto Haema [Fanfiction EX...

By JoeyLu17

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Kyungsoo tiene muchos planes, por ejemplo, asesinar a un hombre o a dos o a tres... Kyungsoo tiene un solo su... More

IntroducciĆ³n: G-6
CapĆ­tulo 1: Jongin
CapĆ­tulo 2: LuHan
CapĆ­tulo 3: Sehun
CapĆ­tulo 4: Kyungsoo
CapĆ­tulo 5: Jongin
CapĆ­tulo 6: Baekhyun
CapĆ­tulo 7: Baekhyun
CapĆ­tulo 8: Kyungsoo
CapĆ­tulo 9: Baekhyun
CapĆ­tulo 10: Luhan
Capƭtulo 11: YƬ XƬng
Capƭtulo 12: YƬ XƬng.
CapĆ­tulo 13: Sehun.
CapĆ­tulo 14: Jongin
CapĆ­tulo 15: Kyungsoo
CapĆ­tulo 16: Chanyeol
CapĆ­tulo 17: Chanyeol
CapĆ­tulo 18: Jongin
CapĆ­tulo 19: Kyungsoo
CapĆ­tulo 20: Luhan
CapĆ­tulo 21: Jongin
CapĆ­tulo 22: Xiumin
CapĆ­tulo 23: Kyungsoo
CapĆ­tulo 24: Baekhyun
CapĆ­tulo 25: Kyungsoo
CapĆ­tulo 26: Chanyeol
CapĆ­tulo 27: Kyungsoo
CapĆ­tulo 28: Sehun
CapĆ­tulo 29: Jongin
CapĆ­tulo 30: Baekhyun
CapĆ­tulo 31: Jongin
CapĆ­tulo 32: Kyungsoo
CapĆ­tulo 33: Baekhyun
CapĆ­tulo 34: Jongin
CapĆ­tulo 35: Sehun
CapĆ­tulo 36: Luhan
CapĆ­tulo 37: Jongin
CapĆ­tulo 38: Chanyeol
CapĆ­tulo 39: Kyungsoo
CapĆ­tulo 40: Baekhyun
CapĆ­tulo 41: Luhan
CapĆ­tulo 42: Chanyeol
CapĆ­tulo 43: Jongin
CapĆ­tulo 44: Baekhyun
CapĆ­tulo 45: Kyungsoo
CapĆ­tulo 46: Kyungsoo
CapĆ­tulo 47: Chanyeol
CapĆ­tulo 48: Luhan
CapĆ­tulo 49: Sehun
CapĆ­tulo 50: Kyungsoo
CapĆ­tulo 51: Kyungsoo
CapĆ­tulo 52: Kris
CapĆ­tulo 53: Xiumin
Capƭtulo 54: YƬxīng
CapĆ­tulo 55: KaiSoo
CapĆ­tulo 56: Chanyeol
CapĆ­tulo 57: Baekhyun
CapĆ­tulo 58: Kyungsoo
CapĆ­tulo 59: Jongin
CapĆ­tulo 60: Jongdae
CapĆ­tulo 61: Chanyeol
CapĆ­tulo 62: Sehun
CapĆ­tulo 63: Joonmyeon
CapĆ­tulo 64: Joonmyeon
CapĆ­tulo 65: Xiumin
CapĆ­tulo 66: Jongdae
CapĆ­tulo 67: Joonmyeon
CapĆ­tulo 68: Jongin
CapĆ­tulo 69: Kyungsoo
CapĆ­tulo 71: Xiumin
CapĆ­tulo 72: Baekhyun
Capƭtulo 73: YƬXƬng
CapĆ­tulo 74: Joy
CapĆ­tulo 75: Joy
CapĆ­tulo 76: Chanyeol
CapĆ­tulo 77: Joonmyeon
CapĆ­tulo 78: Joonmyeon
CapĆ­tulo 79: Jongin
CapĆ­tulo 80: Baekhyun
CapĆ­tulo 81: ChanBaek
CapĆ­tulo 82: Kyungsoo
Cosas de Hippocampus
CapĆ­tulo 83: Baekhyun
CapĆ­tulo 84: Kris
CapĆ­tulo 85: Luhan
CapĆ­tulo 86: Jongdae
CapĆ­tulo 87: Luhan
CapĆ­tulo 88: Chanyeol
CapĆ­tulo 89: Chanyeol
CapĆ­tulo 90: Chanyeol
CapĆ­tulo 91: Kyungsoo
CapĆ­tulo 92: Chanyeol
CapĆ­tulo 93: Baekhyun
CapĆ­tulo 94: Jongin
CapĆ­tulo 95: Kyungsoo
CapĆ­tulo 96: Kyungsoo
CapĆ­tulo 97: Xiumin
CapĆ­tulo 98: Kyungsoo
CapĆ­tulo 99: Chanyeol
Especial- Curiosidades y datos de Proyecto Haema
CapĆ­tulo 100: Kyungsoo
CapĆ­tulo 101: HunHan
CapĆ­tulo 102: Baekhyun
CapĆ­tulo 103: Chanyeol
CapĆ­tulo 104: Kyungsoo
CapĆ­tulo 105: Jongin
CapĆ­tulo 106: Jongin
CapĆ­tulo 107: Baekhyun
CapĆ­tulo 108: Kyungsoo
CapĆ­tulo 109: Jongin
CapĆ­tulo 110: Kyungsoo
CapĆ­tulo 111: Luhan
CapĆ­tulo 112: Sehun
CapĆ­tulo 113: Kyungsoo
CapĆ­tulo 114: Baekhyun
CapĆ­tulo 115: Sehun
CapĆ­tulo 116: Tao
CapĆ­tulo 117: Kyungsoo
CapĆ­tulo 118: Taemin
CapĆ­tulo 119: Kris
CapĆ­tulo 120: Jongin
CapĆ­tulo 121: Kyungsoo
CapĆ­tulo 122: HunHan
CapĆ­tulo 123: Chanyeol
CapĆ­tulo 124: Kyungsoo
CapĆ­tulo 125: Sehun
CapĆ­tulo 126: Kyungsoo
CapĆ­tulo 127: Jongdae
CapĆ­tulo 128: Tao
CapĆ­tulo 129: Kyungsoo
CapĆ­tulo especial
CapĆ­tulo 130: Kris
CapĆ­tulo 131: Jongin
CapĆ­tulo 132: Jongin
CapĆ­tulo 133: Kyungsoo -Final.
EpĆ­logo
Especial 1: BaekSoo
Especial 2 OT12
Especial 3
Especial 4: La adolescencia de un hippocampus
Proyecto Hippocampus
Proyecto Hippocampus/ Libros

CapĆ­tulo 70: Luhan

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By JoeyLu17

Algunas lectoras de wattpad a veces me dicen que el capítulo se ve cortado, cuando reviso a mí me sale bien. En ocasiones esto indica que deben actualizar su aplicación o volverla a instalar.


Y sigo aquí esperando mientras todavía tengo mis dudas.

'Estoy dañado' en el mejor de los casos, como tú ya te has dado cuenta.

Me estoy viniendo abajo, apenas estoy respirando.

Con un corazón roto que aún sigue latiendo.

(Lifehouse, Broken) 


     Lo pensé mucho antes de decidirme, pero al fin, me convencí de que era lo mejor. Me llené de valor y un fin de semana fui a visitar a mis padres. No tenía mucho dinero, pero tomé la mayor parte de mis ahorros y los llevé conmigo para dárselos a mamá, ya que posiblemente sería la última vez que la vería. La comunidad era la misma de siempre, como si el tiempo se detuviera en ese lugar: el viejo parque en el que jugaba con Jongin, la misma iglesia frente a él y el mismo bar. Incluso la escuela en la que estudié estaba igual. El negocio de mis padres no era la excepción, pero ellos sí estaban un poco cambiados. Mamá tenía canas y papá más arrugas; ambos caminaban con mayor lentitud. Estaban envejeciendo.

     Cuando ella me vio, corrió hacia mí y me llenó de besos. Yo la abracé con fuerza y recibí cada mimo sintiéndolo al máximo. Papá siempre fue un poco más frío, nos miraba desde lejos con una sonrisa, así que en cuanto pude, fui a abrazarlo yo y le besé la mejilla solo para oírlo refunfuñando que tanto tiempo lejos me había ablandado.

     Trabajé con ellos todo el día hasta que cayó la noche y cerramos el local. Escuché a mi madre hablarme de las novedades poco interesantes de los vecinos, vi a mi padre presumirme con cada cliente que entró: «ese es mi hijo, Luhan. Está estudiando en la universidad de la capital y trabaja en una empresa muy importante». Los vecinos que me encontraban no dejaron de comentar cuánto había crecido, «lo guapo que se ha puesto y lo bien que le ha sentado la capital». Y yo sonreía en el papel del hijo amable y perfecto que tantos años había practicado.

     Mi casa también era exactamente la misma, mi habitación estaba intacta. Me senté en mi antigua cama, en la que tantas noches soñé con el momento de marcharme. Acaricié las sábanas que mamá se encargaba de mantener siempre limpias a pesar de que hace mucho yo no las usaba. Se sentía como mi hogar y a la vez, como si yo no perteneciera ahí. De todos modos, las cosas en mi vida siempre se han sentido así. Desde que soy un extranjero en este país, no me siento completamente chino, pero tampoco soy de aquí. Suspiré ante el pensamiento de que todo sobre mí era a medias: No era exactamente un chino, ni un buen hijo ni un buen amigo, no era un buen novio, ni un buen estudiante... Era la mitad de todo lo que yo podría ser. Pero esta noche empezaría a cambiar eso, aunque no de la mejor manera, al menos sí de la más sincera.

     Tomé una fotografía de mi familia y la metí en mi maleta que aún no había abierto desde que llegué.

—¡Lulu, ven a comer! —llamó mi madre. Extrañaba su comida, a pesar de que en el restaurante ya me había dado una buena dosis de ella.

     Sopa miso, mi favorita. Los tres sentados a la mesa se sentía como en los viejos tiempos. Yo estaba ahí para explicarles a mis padres sobre la clase de hijo que tenían, pero el reloj avanzaba y no me atrevía a hablar.

     Ellos me contaban acerca del negocio, pero mi mente dejaba de oírlos por momentos, ya que en mi interior tenía una lucha respecto a callar o hablar. Empecé a sentir miedo de no atreverme, de huir y regresar a la capital envuelto en las mismas mentiras de siempre. Hasta que mi padre me sirvió la oportunidad perfecta.

—¿Cómo está ese chico, Jongin?

—¿Jongin? Excelente. Ha mejorado mucho en su trabajo y ahora tiene una familia, una completa, de verdad. Se ha convertido en padre —respondí con tono positivo.

—¡Al fin ha tomado el camino correcto! —exclamó mi padre.

—¡Espero que pronto te veamos igual, Luhan! —dijo mamá— Estoy ansiosa por tener nietos. ¿Cómo son las mujeres de la capital? Aquí hay una chica que me gustaría presentarte, la hija de los Choong, ¿la recuerdas? Solías ir a sus fiestas de cumpleaños.

     La recuerdo, una linda niña pecosa a la que le faltaban los dientes del frente y con la que no solía jugar mucho porque siempre acababa golpeándome. Todo mundo decía que era amor, que yo le gustaba, pero a mí solo me causaba horror.

—No creo que deba buscar a nadie de aquí, mamá. Ni siquiera vivo cerca.

—¡Pero debes seguir los pasos de ese chiquillo! También quiero nietos.

—Seguiré los pasos de Jongin, mamá. Siempre lo he hecho.

—Él siguió los tuyos, mi amor. Se fue a la capital a trabajar donde tú ya trabajabas... y aprendió a ser un hombre de verdad.

—Pues está muy bien —añadió mi padre—. No creí que dejara esa tontería de estar buscando a otros hombres... Es una lástima que su madre no viviera para ver esto.

—No, en realidad, Jongin está viviendo con otro hombre y su hijo. Él básicamente lo ha adoptado.

—¿Con otro hombre? —preguntó papá con un tono más severo.

—Sí, así es.

—¿Están criando a un niño entre dos hombres? —se alarmó mi madre— ¡No puede ser! ¡Pobre criatura! ¿Qué pasa con la gente de este país? —cada vez que veía algo que no le gustaba, culpaba al país, como si en China no hubieran homosexuales— ¡Eso está muy mal! ¡¿Qué podemos esperar de ese niño en el futuro?! Será igual: un raro, un desviado.

—Yo... en realidad no creo que eso esté mal —dije casi en un susurro, dándole vuelta a los restos de la sopa en mi tazón.

—Luhan —aconsejó mi padre—, sabes que nunca me ha gustado esa amistad. Si te la permití, es porque los padres de Jongin son muy buenas personas y me daba lástima, pero no hay nada de malo en que te alejes de él ahora si está viviendo de un mal modo.

—Es que yo no creo que sea un mal modo, papá. Cuando dije que seguiré sus pasos, es porque pienso que también me gustaría tener mi propia familia algún día.

—¡Eso es lo que vas a hacer! —dijo papá.

—¡Pero con una chica! —terminó mi madre.

     Tragué grueso, era ahora o nunca. Las manos me sudaban, el corazón me latía con fuerza y me sentía aterrado porque en el momento en que abriera mi boca, todo cambiaría para siempre.

—No me gustan las mujeres. —Lo dije—. Papá, mamá... nunca se los he dicho, pero... soy homosexual, y no tiene nada que ver con Jongin. Me atraen los varones desde que recuerdo... Quise decirles. —Papá podía ser viejo, pero aún era fuerte, y su bofetada me dolió bastante.

—¡Retráctate, Luhan! —mandó. Incliné mi cabeza y respondí moviéndola de un lado a otro—¡Largo de mi casa! —Miré a mi madre.

—Mamá.

—¿Para eso te fuiste a la capital? —me preguntó a punto de llorar— ¿Quién eres y que has hecho con mi hijo?

     Dejé el sobre con mis ahorros en mi antigua mesita de noche y cinco minutos después estaba en la estación, esperando por el último autobús hacía la capital, el de las diez de la noche. Me sentía muy mal, así que en cuanto me acomodé en el asiento, rompí a llorar. Estaba dejando mi pueblo, mi pasado, mi familia. En mi cabeza se grabó la última cosa que escuché de mi padre: «Yo ya no tengo un hijo: murió en la capital». Y a pesar de todo, nada de lo que ocurrió fue sorpresivo. Sabía que sería de ese modo y también sé que no hay marcha atrás.

     El casero me ha dado dos meses gratis. Dijo que había hecho una promesa de darle tiempo sin cargo a sus inquilinos a cambio de un milagro que le fue concedido. Fue muy extraño, pero al menos eso me ayudó, ya que dejé mis ahorros con mamá y no tenía dinero para pagar mi universidad. Sin embargo lo solucioné gracias a la fe de mi casero. Ahora solo tenía que quitarme de encima al padre de Jongin. Debía conseguir estar libre de darle informes a Erick para poder ver a mi mejor amigo a la cara, sin remordimientos. Estaba decidido a hacer las cosas bien, sin embargo, todavía no estaba listo. Lo de mi familia fue bastante fuerte, y sentí mucho miedo.¿Qué haría si Jongin no me perdona? Me quedaría solo, sin mis padres, sin Sehun, sin mi amigo, así que lo aplacé un poco más.

     Luego, el lío con ese amigo del amante de Baek, Joonmyeon, fue lo que me obligó a ir en busca de Sehun, con una mezcla de miedo con ganas por verlo. Mezcla que me dejaba en un punto de insana ansiedad. Por suerte todo salió bien en ese momento, aunque al siguiente día, cuando salía de mi casa para ir a trabajar, lo encontré frente a la acera, recargado en su motocicleta mientras fumaba un cigarrillo. Seguía luciendo tan sexy como siempre, tan arrogante como siempre.

—Así que Kris, ¿eh? —me dijo cuando estuve cerca.

—¿Qué haces aquí?

—Y Lay. —Me lanzó a la cara el humo de su cigarrillo, así que decidí no hablarle más y solo pasar de él, pero me tomó del brazo, dejó caer la colilla y la aplastó con su bota negra. —¿Por qué te acuestas con ellos si no tienen dinero, Luhan?

     Eso fue todo, me enervó una vez más. No nos vimos en mucho tiempo y lo primero que me dice cuando estamos solo es eso. Sé que entre los dos todo está roto, pero eso no le daba derecho para buscarme y tratarme mal, en especial cuando no entendía nada de mí. Incluso renuncié a mi familia, y me dolía, cielos, me dolía todo el tiempo. No estaba de humor para sus insultos.

—Me acosté con ellos porque se me dio la gana, Sehun —escupí en su cara—, y ambos me gustaron más que tú. —Él me levantó la mano. Pude verla venir, así que la detuve. Estaba harto de recibir los golpes. La cachetada se la di yo. —Tú no me vuelves a tocar, niñito malcriado —ordené. Sehun se enojó bastante, se lanzó sobre mí y chocó mi espalda contra la pared. Se pegó por completo a mi cuerpo y constaté que su olor y tibieza eran las mismas de antes.

—Eres una basura —susurró con sus labios pegados a mi oreja—. No vales nada, Luhan, y por eso te quedarás solo.

     Luego subió a su motocicleta y desapareció. Fue una suerte que tuviera el auto de la empresa para viajar a mi trabajo, porque dentro de él nadie me vio llorar. Creí mucho en sus palabras: yo iba a quedarme solo por ser del modo en que soy. No quería perder a Jongin, entonces guardé silencio.

     Una noche, mientras me desvelaba haciendo extraclases universitarias que no podía acabar de día debido al trabajo de la empresa, escuché un fuerte golpe frente a mi casa. Cuando me asomé por la ventana, vi a Sehun tirado en la calle con la motocicleta sobre él. Claramente había sufrido un accidente, y salí alarmado para constatar que estuviera bien o llamar a una ambulancia. Era la una de la mañana y mi vecina se asomó también para asegurarse de que no había problema alguno. Le hice una seña para que volviera a casa y me encargué yo. Cuando le ayudé a levantarse, vi que su chaqueta de mezclilla se había roto y salía sangre de su codo.

—¿Quieres que llame a una ambulancia, Sehun?

Ssstoy bien —se apartó tambaleándose. Tardó como cuatro intentos en levantar su motocicleta.

—¿Estás bebido? —Apestaba a licor, era obvio que andaba ebrio y por eso acabó estrellándose frente a mi casa.

—Por shu culpa Ray dejó a Shiumin... ¡Mardito Rujan!

—¿Qué?

Shuimin lo sstá bushcandu y shos sé que stá aquí.

     Dejó la moto de lado y entró a mi casa chocando con cada pared y mueble en su camino. Revisó por todo lado mientras yo lo seguía de cerca, apañándolo para que no se cayera y explicándole que no estaba escondiendo a Lay ni nada como eso.

—Estás herido —le dije cuando al fin obtuve su atención—. Quítate la chaqueta para que revises esa herida... Deberías lavarte —sugerí.

     Me refería a desinfectar su herida, pero Sehun empezó a desnudarse en mi pequeña estancia y luego, se tambaleó hasta el baño. Intenté no verlo y me obligué a no seguirlo, pero cada vez me sentía más ansioso. Recogía su ropa cuando lo escuché caerse allá adentro y después, no lo oí más, por lo que me preocupé y acabé entrando para encontrármelo sentado bajo el agua.

—¿Te sientes bien? —pregunté.

Rujan... ro maté —me susurró. Eso fue bastante escalofriante.

—¿De qué estás hablando?

Ro maté cuando te juishte.

     ¡Dios mío! ¿Era posible que Sehun le hubiera hecho daño a Lee Soo Man? Mi cuerpo empezó a temblar y me arrodillé frente a él para interrogarlo.

—¿Hiciste alguna cosa mala, Sehun?

—Había musha sangre, en mish manosh, en mish piesh... —Se miró las manos mientras parecía recordarlo todo— mushos vidriosh rotossh.

—¿A-a qui-quién mataste? —pregunté muerto de miedo.

—Deaaaan —susurró.

—¿Dean? ¿Cuál Dean? ¡Sehun! ¿Qué hiciste? —Me estaba alterando.

—Dean Winshesesestersh.

     Cuando recordé el impala, me dieron ganas de molerlo a patadas por haberme dado tremendo susto. ¿Cómo pude enamorarme de semejante bruto?

—¡¿Me estás hablando de un puto auto?! —de verdad me enojé. Por un momento había pensado en lo peor. Él solo me miró con sus ojos adormecidos. Sehun solía soportar bastante bien el alcohol. Cuando lo vi haciendo arcadas, supe que había bebido demasiado, quién sabe cuánto; pero por suerte no vomitó.

     Le alcancé una toalla y fui por un buzo de algodón y una camiseta de tirantes que me quedaban un poco grandes. Cuando volví, ya estaba seco, o al menos lo más seco que pudo dejarse en ese estado etílico. Le alcancé los pantalones y lo vi hacer cuatro intentos por meter la pierna en un orificio invisible. Harto de la situación, me incliné para ayudarlo a vestirse.

—No porque sté ebrio voy a dejarsh que me la mamesh, Ru-Lu-han. —Al levantar mi mirada me encontré con su... No estaba en la mejor posición, de rodillas frente a él, así que me apresuré a levantarle los pantalones y cuando me puse de pie, quedamos muy pegados. Pero yo estaba enojándome con sus idioteces.

—No te la voy a mamar, Sehun. —Y el idiota me besó. Choqué contra la pared al apartarme y él me volvió a besar.

—Si insistes, entonshesh sshí te dejaré.

—¡Dije que no! —cayó sentado en el inodoro cuando lo empujé— ¡No quiero ni tocarte! ¡¿No lo ves?!

—¿Por qué, Ruhan...? —preguntó con ojos húmedos. Hablando algunas veces mejor que otras— ¿Por qué no soy shufishiente para nadie? ¿Por qué a todosh lesh importa más mi dinero? —Lo miré cuando sorbió su nariz para evitar las lágrimas. Luego, volvió a verme a los ojos. —¿Qué hay de maro en mí? Yo te quishe... de verdá.

     Busqué el botiquín de primeros auxilios y me arrodillé frente a él para desinfectar su herida. Todo mi enojo se había ido con esas preguntas. Sehun me hacía sentir en una montaña rusa emocional: cuando estaba a punto de superarlo, volvía con esa clase de preguntas y volvía a generar un caos en mi cabeza.

—No estuve contigo por tu dinero, Sehun.

—¿Iguarr que con Ray?

—Nunca estuve con Lay, y lo de Kris... estaba tan ebrio que ni siquiera lo recuerdo.

—Yo stoyy ebrio. Acúshtate conmigo. —Rodé mis ojos antes de levantarme para ponerle la camiseta.

—Será mejor que pases la noche aquí. En tu estado es peligroso que salgas... Duerme en el sofá. —Pero me siguió hasta la habitación, balanceándose de un lado a otro y una vez ahí se lanzó sobre mí y caímos en la cama. —Sehun, vete —le pedí antes de que el tonto me besara. Dios santo, era tan desgastante estar cerca de él. Me moría por corresponderle, pero, ¿para qué? ¿Para que al día siguiente dijera que me aproveché de su estado? ¿Para que dejara dinero en mi mesita de noche como si fuera su prostituto personal? —Apártate —lo empujé de nuevo, con mayor fuerza. Pero él insistía cada vez, subiéndose sobre mí, atacando mi boca, por lo que tuve que golpearlo de nuevo. La cachetada resonó por toda la habitación—. Eres un mocoso mimado.

     Me miró con tristeza durante unos segundos, pero luego volvió a besarme, una y otra vez. Lo golpeé en tres o cuatro ocasiones, no lo sé, pero después de cada bofetada esperaba unos segundos antes de besarme de nuevo, hasta que gasté mi fuerza de voluntad con el último golpe.

—¡Sehun! —imploré a su nombre, ahora sin apartarlo.

—¡Lujan! —me respondió antes de saborear mi boca.

—¿Por qué estás aquí? —pregunté con un nudo en mi garganta.

—Porque tú esthash aquí —me respondió golpeándose el pecho con su puño.

     No pude resistirme más. Me dejé caer de espaldas y disfruté de su peso sobre mí cuerpo y de su boca abandonando la mía y bajando por mi cuello. Me estiré para él y sentí mi erección presionando contra su cadera. Pasé mis dedos por su cabello y mordí su ojera.

     Sehun, Sehun, deseé tantas noches volver a tenerte de esta manera.

     Lo envolví con mis piernas. No me importaba nada. Ahora lo único que deseaba era sentirlo una vez más, gemir bajo sus duros embistes y que tomara todo de mí, hasta la última gota. Que hiciera mi dolor físico y lo sacara, y que se lo llevara lejos, muy lejos, dejando a cambio su olor en mis sábanas. Estaba tan excitado como hace mucho no me había sentido. Solo Sehun era capaz de volverme de esta manera. Pero entonces dejó de moverse...

—¿Sehun? ¿Sehun...? —Y lo escuché roncar en mi oído.

¡Demonios!

     Veía venir un dolor de testículos, otro dolor más gracias a él. Pero no voy a negar que mi lado más infantil estaba muy feliz ahora, porque Sehun se encontraba entre mis brazos después de muchísimo tiempo. Así que lo apreté y hundí mi nariz en su cabello mientras cerraba los ojos. Hace tanto no sentía esta clase de paz.

     Al siguiente día, él no tenía las cosas muy claras, habló poco, se mostró confundido y arisco. Y pronto salió de mi vida del mismo modo en que había entrado la noche anterior: como un gato callejero que se hospeda sin dejarse poseer.

     Volví a perderlo, pero ahora me preguntaba si era posible que él tampoco pudiera olvidar nuestras pláticas en la oscuridad, los escapes en su auto, los besos... Tal vez y solo tal vez, yo también le hacía falta

Continuará...

Fuente Karen_Vane

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