No digas nada. El yo que ves, lo es todo.
No me alejes. ¿Por qué no? Estamos enamorados.
Detente, lo siento, pero...
jódete... no quiero hacerlo ahora.
No quiero acostarme a tu lado como si fuera natural.
(Gain, Fxxck you).
—¡Gracias a ti, el estúpido se fue de la ciudad, sabrá dios a dónde! —le grité.
—¡¿Por qué es mi culpa?! —chilló Yìxīng.
—Le dijiste la verdad a Luhan, él fue a reclamarle a Sehun y se armó un enorme lío.
—Entonces Sehun debió ser sincero, eso es todo.
—¡Es tu culpa! No solo eres un horrible novio, eres también un horrible amigo que no sabe guardar un secreto.
Me miró con rabia, pero no me dijo ni una sola palabra. Se metió a la recámara y tiró la puerta tan fuerte que una de nuestras fotografías cayó de la pared y el marco se hizo pedazos. Me enojé más con eso. Siempre que había un problema, yo era el único que gruñía y hablaba. Aun cuando quería hacerme el mudo igual que él, acababa diciéndolo todo, lo que al final me hacía parecer un histérico. Yìxīng siempre se callaba la boca y me irritaba más con sus silencios. Me hace pensar que pasa de mis enojos, o que me considera un fastidio, entonces acabo gritándole para provocarlo y ver si tiene alma en su cuerpo. Es horrible pelear contra una pared. Recogí la foto totalmente indignado con su actitud y entré en la recámara echando humo.
—¿Quién te crees para tirarme así la puerta, eh, cabrón? —Su mirada cayó sobre mí, sus cejas fruncidas y luego apartó la vista. Teníamos esa pequeña televisión en nuestra habitación y el muy idiota la encendió con el control remoto, ignorándome, como si no estuviera yo lo suficientemente emputado. —¡Joder! A mí no me ignoras —le arrebaté el control y apagué la T.V—. ¿Qué mierdas se supone que voy a hacer ahora en mi trabajo? Eh, Yìxīng. Sehun me ha dejado solo en el taller y ni siquiera recogió el impala. ¡Dañó su jodido impala! —grité— A ti te importa una mierda porque no te afecta en nada. Eres un maldito cabrón. —Intentó levantarse para huir de nuevo y lo empujé duro de vuelta. —Es que no estoy hablando solo, ¡es contigo! ¡CONTIGO! ¿Ya viste lo que hiciste? —paseé el marco roto frente a su rostro. Él tomó la fotografía y la rompió en cuatro partes que luego me lanzó a la cara.
Mejor hubiera sido que me pateara en las bolas; era la foto de cuando habíamos ido a vivir juntos a casa. Sentí que me había ofendido en otro nivel. Le golpeé la cara, nada fuerte, la verdad, casi fue una caricia como para marcar mi punto; pero él... él me devolvió tremenda cachetada.
—Me golpeaste —susurré sin podérmelo creer. Yìxīng me miró sin decir nada, como siempre. —Me golpeaste —repetí antes de empujarlo fuerte contra el colchón y lanzarme sobre él, besándolo con desesperación—. A mí no me vuelves a tocar de esa manera, ¿lo entiendes?
Yìxīng solía ser tan calmado que verlo golpearme me puso caliente, muy caliente. Él me lanzó sobre la cama, invirtiendo nuestras posiciones y sin dejar de besarlo, le quité la camiseta, le mordí las orejas. Luego, me volteó de modo que mis rodillas quedaran sobre la cama y me penetró de esa manera. Duro y rápido, fue increíble. Un rato después, nuestra escena de sexo apasionado llegó a su clímax. Él respiró pesadamente en mi espalda cuando me dejé caer. Su cabello me hacía cosquillas.
—A veces me desagradas —mentí.
—Y tú a mí —declaró lastimándome. Yìxīng no era de los que hablaba por hablar, como yo. Él siempre decía la verdad en las peleas... cuando conseguía abrir la boca.
—Lo sé.
—Esa es la parte que me desagrada de ti: la que sabe que una parte de mí te detesta. Te pone sumamente... violento —declaró antes de levantarse y ponerse los pantalones. Esta vez, salió sin azotar la puerta.
Me di una ducha y me preparé para volver a casa de Sehun e intentar poner el taller en orden. Cuando salí a la sala, él estaba tirado en el sofá, aún a medio vestir. Me pareció extraño verlo tan serio. Fumaba con un cenicero sobre su rodilla. La televisión estaba apagada y él tenía su vista perdida entre la nada.
—¿No vas a trabajar? —le pregunté, pero no me respondió. Ni siquiera me miró— ¡Hey! —me acerqué a su lado— Discutimos y me golpeaste y luego tuvimos sexo. Ya no deberíamos estar enojados. Ya pasó.
Yìxīng inhaló de su cigarro.
—Cuando me encuentro en mi límite, suelo hacer cosas muy estúpidas, Kim Minseok... Deja de acorralarme.
—Pero si eres un pequeño gatito —me incliné para besar su mejilla y él no respondió ni un poco. Continuó fumando.
Bufé y me fui harto de ahí. Cuando salí de casa, la primera persona a la que vi fue a D.O. Mi día no podía estar peor. Murmuré un insulto e intenté pasar sin que me viera.
—¡Hey! —me llamó— ¡HEY! ¡TÚ!
Joder. ¿Me iba a matar o qué? Tiró de mi brazo para detenerme y me volteé a la defensiva, sacando de inmediato una cuchilla. Él saltó hacia atrás de manera veloz, esquivando mi ataque y levantando las manos vacías.
—Calma, calma. Solo quiero saber si eres Lay.
—No. No soy Lay, ahora vete.
—Me dieron la dirección de esta casa.
—Te estafaron. ¡VETE!
—¿Lay es tu novio, acaso?
—Déjame en paz. Te golpeamos porque me atacaste. Agradece que te dejamos con vida en ese entonces.
—Si no hubiera estado enfermo, las cosas hubieran sido muy distintas.
—¡¿Qué mierda quienres?! —grité.
—Solo quiero hablar con Lay, nada más.
—Eso no va a pasar.
—Si no vas a ayudarme, lo haré por mí mismo —dijo caminando hasta mi casa.
Oh, no, eso de verdad no iba a pasar. No permitiría que destruyera mi casa o encontrara a Yìxīng para quién sabe qué propósito. Mi intención fue atacarlo por la espalda, pero una vez más, él fue muy rápido apartándose. En ese momento, Lay salió completamente vestido, de seguro camino a su trabajo. En cuanto lo miré, me sentí aliviado porque iba a ayudarme con D.O, quien era un tipo bastante peligroso.
—Ahí viene Lay —le sonreí—, y cuando te vea conmigo, te hará mierda.
Vi cómo su cuerpo se tensó, dispuesto a esperar un ataque múltiple; pero entonces pasó algo que me dejó frío: Yìxīng pasó en medio de nosotros sin detenerse. No pude ni siquiera reaccionar de una manera coherente. Él me había dejado atrás aun cuando D.O estaba amenazándome. No podía creer que fuera así de despreocupado; que yo le importara tan poco solo porque estaba enojado. Porque ese era el motivo de que no le importara, ¿verdad?
—¡LAY! —lo llamó D.O, haciendo que él se detuviera. Apenas volteó un poco su rostro para responderle.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Pero yo sí contigo. —Se acercó y mi novio se volteó de prisa con un arma. D.O levantó las manos con rapidez.
—Espera, espera. Kris me dio tu dirección. Kris, el tatuador. No vine a buscar problemas, sino a darte trabajo.
—No quiero trabajar en nada que tenga que ver contigo. Te daré un minuto para montar en tu motocicleta y largarte antes de meterte plomo.
—Mi arma está en mi espalda —dijo con delicadeza—. Bajaré la cremallera de mi chaqueta... despacio. Te juro que no intentaré nada extraño.
Vi a mi pareja abrir la boca con sorpresa y luego guardarse el arma. Lleno de curiosidad respecto a lo que D.O le había mostrado, me asomé frente a él y observé a un bebé colgando de su pecho.
—¿Qué significa esto? —pregunté— ¿Por qué buscas a Lay?
—Es el padre de mi bebé.
¿Había oído bien? Sé que Lay es bastante infiel, es decir, me folló el día de su boda, y además es muy despistado, pero esto me superaba... El muy hijo de puta de D.O se echó a reír cuando mi quijada se fue al suelo.
—La verdad, Kris dijo que él podía tatuarme. Quiero algo relacionado con mi hijo y he visto sus trabajos. Quiero que sea igual, con la misma técnica. Lay es más delicado que Kris, de la vieja escuela.
Miré a mi pareja, sorprendido, pero luego recordé que odiamos a D.O.
—Lay no te va a tatuar.
—Sí, sí lo haré —me contrarió.
—¿Qué? —pregunté ofendido. Él me ignoró y le respondió a D.O:
—Sígueme, iba camino a mi estudio. No queda muy lejos.
D.O me regaló una risa llena de burla antes de irse. Yo había descubierto un nuevo nivel de indignación.
Continuará...