Supongo que es verdad, no soy bueno en aventuras de una sola noche.
Pero aún necesito amor, pues soy solo un hombre.
Estas noches nunca parecen ir acorde al plan.
No quiero que te vayas, ¿tomarías mi mano?
Oh, ¿no te quedarías conmigo?
Porque eres todo lo que necesito.
Esto no es amor, es fácil de ver...
Pero, cariño, quédate conmigo
(Sam Smith, Stay with me).
Tae Oh estaba bastante llorón, pero no le recriminaba demasiado porque sabía que era mi culpa. Cuando no me dejaba dormir –lo que era siempre–, no le gritaba que se callara. Le decía: Cállate, por favor. Aunque, de todos modos, no me hacía caso. Sin embargo, con el paso de los días, se estaba sintiendo mejor. Ya no tenía fiebre ni diarrea y sus síntomas de la abstinencia en general eran menos. Me merecía las ojeras que tenía.
La cosa con los niños es que aunque no estén enfermos hay muchos detalles que uno debe cuidar y que al inicio fueron difíciles de aprender. Yo, a estas alturas ya lograba sostenerlo de la manera correcta y ponerle el pañal de modo que sus meados y cacas no se le escurrieran por las piernas. Eso era un triunfo.. debieron vernos las primeras veces: sus nalguitas se habían puesto rojas porque no le echaba suficiente crema después de asearlo y demás. Las rozaduras del pañal no son ninguna broma.
Esa tarde, estaba terminando de acomodar mis dos maletas y la maleta con las cosas del parási... quiero decir, de Tae Oh. Salí tirando de ella hasta la estancia mientras el bebé berreaba entre mis brazos y encontré a Jongin de pie mirándome con seriedad. Me detuve en seco y observé al reloj: Eran las diez de la noche.
—Me asustaste, Moreno. Creí que volverías en dos días o algo así.
—Sí, me adelanté... —respondió sin ganas. Yo fui a la cocina por el biberón de Tae y se lo metí en la boca. Se calló instantáneamente.
—Me vuelve loco cuando grita tanto. Ni siquiera te oí llegar —le dije a Jongin.
—¿Puedo hacer eso? —preguntó señalando el biberón. Le entregué al bebé en brazos para que lo alimentara y él se sentó en el sofá mientras le daba de comer; yo me senté cerca. Había llegado un poco sospechoso ese moreno.
—¿Y qué tal todo? ¿Por qué te adelantaste?
—Mi padre está deprimido, no quiere estar en casa sin mamá y se fue de ahí después del funeral. No soporta entrar, dice que le trae demasiados recuerdos. Y mi hermana solo se la pasa llorando en los brazos de su esposo; tampoco se acercaba a casa. Nadie quiere estar en ese lugar sin ella...
—¿Entonces tú...?
—Yo estuve ahí todos estos días. Recogí sus cosas, limpié todo... Al final, acabé sintiéndome demasiado solo y hoy, no lo sé, no lo soporté más.
—Huiste.
—Le dije a mi hermana que tenía trabajo.
—No debiste manejar a esta hora mientras luces como un zombie.
—No he dormido bien, pero si me quedaba ahí, tampoco dormiría hoy. Además... quería ver a Tae Oh. —El bebé se quedó dormido después de que Jongin le sacara el cólico que el biberón le provocaba y cuando fue a acostarlo a la habitación que había acondicionado, se dio cuenta de que estaba casi vacía. —¿Por qué has puesto todo en las maletas?
Yo estaba sentado en su cama, enviándole un mensaje a mi padrastro cuando entró lanzándome esa pregunta.
—Pienso irme mañana.
—¿A dónde?
—A casa de Steve, con Baekhyun. El bebé ha estado enfermo y he dormido ahí todas estas noches; ellos me ayudan a cuidarlo. Además, creo que ya no hay motivo para quedarme.
—¿Pensabas irte sin decírmelo?
—Te iba a visitar luego.
—¡Iba a llegar para no encontrarlos, Kyungsoo!
—¿Por qué el tono molesto? Me ofreciste tu casa hasta que Tae Oh naciera. Ya no hay motivo para estar aquí.
—Eres un mal agradecido.
—¡No es cierto! Iba a volver para preguntarte cómo pagarte todo lo que hiciste por mí, por nosotros. Me refiero al parásito y yo.
—¡No es un parásito! —gritó despertando al bebé.
—¡Ya sé! ¡Es la costumbre! —Caminé hasta la recámara donde estaba el pequeño para acunarlo. Él me siguió— ¡Cielos! Estás imposible, Moreno. ¿Qué pasó con Calcuta? Me agradaba más.
—No puedo creer que te estés yendo como si nada —reclamó dando pasos de un lado a otro de la habitación mientras tocaba su cabello. Parecía un gato metido en una jaula.
—Ya te lo dije: te voy a agradecer. Dime qué quieres que haga por ti.
—¡Quiero que te quedes! ¿Cómo puedes dejarme ahora? ¿No escuchaste nada de lo que dije? Volví de casa porque me sentía solo. Lo único que me hacía levantarme era pensar que estabas aquí con Tae Oh y que podrían necesitarme, pero ahora te vas y volveré a estar solo.
—Ooooh. —Como que entendí su punto.
—Maldito egoísta. —Se enojó más con mi reacción. ¿Qué esperaba? ¿Qué me arrodillara a pedirle perdón?
—De acuerdo, entiendo. Dime cuántos días quieres que me quede y lo haré. Te haré compañía hasta que te sientas mejor.
—Quédate hasta que deje de dolerme la muerte de mi madre —murmuró.
—Jongin... —puse una de mis manos en su hombro mientras con la otra sostenía al bebé— nunca dejará de dolerte.
Él me miró. —Entonces no te vayas nunca.
—Moreno... estás loco —él giró los ojos—. Lo digo en serio, Calcuta bonito, tú no me quieres aquí durante tanto tiempo. ¿Me has visto? Soy un tipo lleno de problemas y con un bebé, un bebé que está saliendo de su síndrome de abstinencia. ¡Es terrible! Me nació drogadicto el peladito. —Acaricié la espalda del Tae como mamá abnegada.
—¿Síndrome de abstinencia? —se preocupó— ¡Kyungsoo! —Ahí venía el regaño.
—A eso me refiero, Jongin. Tú no me quieres aquí. Solamente te sientes solo —respondí mientras volvía a acostar al pequeño y me dirigía de vuelta a la otra habitación. Él caminaba tras de mí.
—Un año. Quédate un año —insistió al llegar.
—Un año... es mucho tiempo —me volteé para encararlo.
—Entonces dos años —murmuró con un puchero. En serio, ni siquiera mi bebé hace pucheros así. Jodido Calcuta consentido y... sexy, sí. ¡Y cabrón!, porque me besó. Se lanzó sobre mí y atrapó mi boca con insistencia. A pesar de mi principio de no despreciar a Jongin cuando se ponía caliente, intenté separarme un par de veces sin buenos resultados. Y sí, tal vez no lo empujé muy fuerte, pero es que, bueno... No me jodan, total, es el padre de mi hijo de quien hablamos, ustedes por qué se meten. —No te vayas. Me gusta que estés aquí y me gusta Tae Oh. Además, hay unas malas personas que te persiguen... ¿Qué ocurrió con eso?
—Aquí no me van a encontrar —acepté.
—¿Lo ves? Soy una buena opción, ¿o no? —Su vocecita consentida. ¡Dios! ¡Mis oídos!
—Me quedaré un rato, pero si mi hijo o yo nos volvemos una molestia, debes decirme. Acepto solo por hacerte un favor.
—¡Entonces lárgate! —gruñó— Tampoco necesito que te sientas obligado. Si lo mejor para ti es irte, pues vete.
Pero el que se marchó fue él: Tomó su auto y se alejó. Y yo tomé la motocicleta y lo seguí. Rapidito, porque no podía dejar mucho al bebé solo (ya saben, la muerte súbita y blá, blá, blá). Volví a casa cuando vi a su amigo Luhan abrirle la puerta. Bien. Estaba con Luhan. No tenía de qué preocuparme. Cuando volví, Tae aún dormía.
Entonces tenía esta encrucijada: Si me marchaba, como consideraba que sería lo mejor, me iba a sentir como el mayor mal agradecido, porque la única cosa que el moreno me había pedido después de todo ese tiempo era que me quedara. Si era por compañía o porque estaba loco con el bebé, no importaba. Me quería ahí. Si me quedaba, para Tae sería algo muy bueno e incluso para mí, porque ahí nadie me molestaba y Jongin de Calcuta era el tipo más sexy sobre la tierra. Mmm era una gran decisión. Había cosas que meditaba e influirían mucho en mi resolución, por ejemplo:
¿Cómo iba a pagarle a él mi estadía ahí? ¿O acaso pensaba seguir manteniéndome? ¿Íbamos a tener sexo? Y si no era así... ¿podía llevar tipos a la casa?
Mientras pensaba en todo eso, me quedé ahí durante el día siguiente, esperando que él llegara en la noche para aclarar el acuerdo. Pero se adelantó y a medio día, ya estaba en casa.
—¿No fuiste a trabajar? —pregunté en cuanto cruzó la puerta.
—Fui... y me devolvieron.
Vi que tenía su nariz roja y los ojos hinchados: Había llorado. Ok, yo no quería meterme en eso. Si él lloraba o no, no era mi problema, así que seguí con mi cuento.
—¿Quién va a cuidar a Tae Oh si me quedo aquí? ¿Cuánto debería pagarte de renta? —Iba a preguntarle lo del sexo pero él me interrumpió. Mala cosa. Lo del sexo también era importante.
—No quiero que trabajes, solo quiero que cuides de Tae Oh y limpies la casa... eso.
—Ahhh... me quieres mantener. ¿Quieres una esposa?
Él se frotó los ojos. —Ahora no, Kyungsoo. No me siento muy bien, hablemos de esto luego.
Lo vi meterse a su habitación y empecé a comerme las uñas. Sabía que él seguía triste por lo de su madre, pero, aish, de verdad, yo no quería lidiar con esa mierda. No se me da la psicología ni tan siquiera como un buen paciente. Pero el tipo me había salvado muchas veces. Me dio de comer, me alivió el dolor, incluso me follaba con ese vientre deforme. ¡Mierda! ¡Odio! ¡ODIO! Odio tanto cuando le debo cosas a la gente.
—Hey... —Me asomé intentando ser comprensivo y empático y toda esa basura. Él tenía la cabeza apoyada en sus rodillas, estaba sentado en la cama como un niño regañado.
—Vete si deseas. Yo estoy bien —murmuró sin voltear a verme. Sí, claro, mentía excelente.
—Solo vine a preguntar por qué volviste temprano del trabajo.
—El jefe me obligó.
—Mmm. ¿Por qué? —él se encogió de hombros— ¿Lloraste, verdad? Lloraste en el trabajo.
Y eso pasó, lo que no quería que pasara: Se puso a llorar más, escondiendo el rostro entre sus piernas. Suspiré. No me quedaba más que abrazarlo.
—Perdón. Sé que detestas que sea cursi y esas cosas.
—No seas idiota, Jongin. No eres cursi, se murió tu mamá.
Él lloró más fuerte. Ya yo quería llorar también y era raro, porque la única persona que me generaba empatía era Baekhyun.
—Kyungsoo... no me siento bien.
—No te preocupes —lo abracé con fuerza—. Voy a quedarme hasta que te hartes y dentro de poco tiempo, estarás mejor. No dejará de doler, pero serás capaz de aguantar las ganas de llorar.
Jongin respondió mi abrazo y estuve sosteniéndolo durante unos minutos antes de recostarnos en la cama. Lo abracé por completo, subiendo mis piernas sobre él, y le acaricié la cabeza en repetidas ocasiones como había estado practicando con el bebé, hasta que se quedó dormido. Empecé a hacerlo yo también hasta que Tae Oh gritó en la otra habitación. Debía ser el karma por haberme quejado tanto de mi hermano. Me había quedado atrapado entre dos llorones.
En fin, fue de ese modo como acabé viviendo ahí con el padre de mi hijo y el pequeño parásito al que no le puedo llamar así porque no es políticamente correcto y la gente me mira mal, pero aquí entre nosotros, lo fue. Fue un parásito. Eso no quita que ahora sea un bebé muy bonito... como su papá. No diré cuál de los dos.
Continuará...
Los últimos capítulos han recibido tanto apoyo que no he podido responder todos los mensajes ni escribir más nombres de lectorxs al inicio porque.... ¡son demasiados! Me siento muy feliz por todo el amor que le están dando al caballito de mar. Siempre intento responder y dedicar para que ustedes sepan que yo leo todo lo que me dejan y que lo agradezco muchísimo. Sepan eso: lo leo y lo agradezco un montón <3 aunque no siempre pueda responder a cada persona, lo leo todo y me hacen demasiado feliz sus mensajes. La mayoría del tiempo me hacen reír demasiado. Muchas gracias. Pan con café para todxs. Tenemos a un KaDi cada vez más unido acá <3