Dale un respiro a mi corazón.
Dices que eres tú quien me ama más y luego pateas y cierras la puerta.
Hey, mientras que tú encuentras tu camino, quiero darte las gracias por el paseo,
y por sacar la espina de mi lado y llamarme tu cariño.
(Aerosmith, Another last goodbye).
Fuente Google
Crecí en cuna de oro: me educaron los mejores tutores, tuve las nanas más caras del planeta, fui a los colegios más prestigiosos, un par de ellos en el extranjero. Tuve todo, absolutamente todo, menos calor familiar. Sí, la mía es la típica historia del niño rico que se cría en soledad. Soy un cliché con lazo de plata, rolex y zapatillas italianas. La única persona de la que sentí calor humano fue mi abuela, pero es difícil disfrutar de ello cuando estás lejos, en una escuela en Holanda o en un colegio en Inglaterra. Cuando me gradué de secundaria, mi padre empezó a presionarme para que entrara a Harvard y me preparara para heredar su negocio. Fue ahí cuando me revelé.
No quería una vida que ya habían escrito para mí, vivir en una mansión ocupada por un par de criadas que caminaban silenciosamente en la cocina, trabajar todo el día para no disfrutar de las cosas que acumulaba con un salario millonario, estudiar, obtener un título en finanzas. No quería ser parte del negocio lucrativo de producción que engordaba los billetes de mi padre y empobrecía a la gente esa que toda la vida observé desde las ventanas de la limusina que me llevaba de un lado a otro.
Escapé de casa y muy fácilmente me encontré perdido y desamparado hasta que entré a un bar cualquiera. Pedí un trago e inicié una conversación casual casi forzada con los tipos de al lado: Xiumin y ZhouMi. Durante varios meses, estuve discutiendo con mis padres, escapando de casa, apareciendo una o dos noches después solo para discutir una vez más. Hasta que logré decidir qué era lo que quería en realidad y me mudé de una vez por todas. Con mis generosos ahorros, compré mi pequeñísima casa e inicié el taller en el que trabajo con Xiumin y aun así me sobró mucho dinero. Mis padres no me hablaron durante seis meses. Ahora lo hacen, por intervención de mi abuela, pero siempre acaban reprochándome que estoy lanzando mi vida a la basura. Soy la oveja negra de la familia, la vergüenza, toda su mierda.
Abuela es la única que se preocupó por conocer dónde vivía. Se espantó mucho cuando me visitó y desde entonces deposita cierta cantidad de dinero a mi cuenta. Ella cree que estoy muriendo de hambre, pasándola realmente mal; pero no es ni un poco cierto. El negocio de los motores se me da muy bien, los clientes pagan lo adecuado. Vivo sin lujos, pero feliz. Cada día, abro mis ojos y me encuentro un lugar propio en el que no tengo que fingir que no estoy triste o enojado cuando sí lo estoy. En mi casa, no debo ser un robot programado para ser políticamente correcto, para sonreír e inclinarme a lamer traseros de personas más adineradas o a exponerme para que laman el mío aquellos con menos fortuna. Puedo levantarme o acostarme cuando lo desee, beber y comer cuando se me antoje, reír, sentir, salir, entrar, follar. Todo lo que se me dé la gana. Es ahora cuando realmente soy rico. Soy millonario. Incluso la soledad dejó de ser tan intensa en compañía de Xiumin y su novio, y posteriormente Key. Nuestra banda, mi público, las motocicletas, mis clientes y luego, él: Luhan.
Luhan, quien convirtió de mi simple casa, un hogar. Quien me mostró que puedo escapar sin ser perseguido por la soledad. Luhan era exactamente la cereza de mi pastel, el tesoro detrás del arcoíris. No creo que mis padres nunca se hubiesen mirado como nosotros lo hemos hecho. Luhan me besa y siento que el mundo es un lugar cruel con el montón de seres humanos que no tienen la mitad de lo que yo. Él llegó a mi vida para completar mi todo.
Mi rebeldía se apacigua, mi soledad agoniza, mi dicha se incrementa como la cuenta bancaria de mis padres. Yo soy una persona feliz.
He comprado varia ropa para él. Me gusta verlo vestido con chaquetas de cuero. Es como un niño bueno en plena transformación. Luce sexy. El fin de semana anterior, tuvo un cambio de look completo. Xiumin quedó asombrado al verlo, incluso tomó fotografías.
Lay y yo planeamos llevarnos a los chicos a la playa en nuestras motocicletas. Era la primera vez que salíamos los cuatro juntos y resultó bastante entretenido, haciendo una fogata, fumando, tomando algo de cerveza. Xiumin, sacando fotografías a todo lo que se le pusiera en frente y Lu, usando la ropa que yo le había obsequiado, pensando que era cualquier baratija, como le dije, aunque en realidad todo era de la mejor marca.
La pasamos bien porque mi chino congenió de maravilla con Lay desde el primer momento. No sé cómo lo lograba, pero Luhan tenía una especie de carisma que hacía que las personas se sintieran cómodas con él muy rápidamente. Tal vez porque siempre actuaba de una manera muy amable, porque a pesar de ser un niño bueno, participaba de nuestras bromas y tonterías, y se moría por ser un lobo más. Sinceramente, nunca me había sentido tan bien con alguien. Lo que me pasaba con Luhan rebasaba el simple interés de un noviazgo. Lo pensé mucho y hablé con Xiumin al respecto. Concluí que lo mejor era decirle quién era yo antes de que se enterara por alguien más y lo tomara como un engaño. No quería esa clase de dramas en mi relación, pero era difícil. Detestaba que las personas se acercaran a mí por el dinero y tampoco quería asustarlo, siendo Luhan el chico de pueblo que era.
La noche del viernes, Key llegó a casa para cortar mi cabello. Cuando él no estaba sobre un escenario con nosotros, se dedicaba al negocio del estilismo, y vaya que tenía talento para eso. Me había dejado bastante bien, en realidad. El sábado, me sentí preparado para decirle a Luhan sobre esa parte de mi vida a la que intentaba renunciar: mis padres multimillonarios y por supuesto, aclarar que la «chacha» era más bien mi abuelita.
Llevé un poco de cerveza y cosas para preparar algo de comer; quería hacer de esa una conversación tranquila. Estaba confiado en que no acabara enojado después de que le explicara que no podía andar por ahí diciéndole a cualquiera que soy una de las personas más adineradas del país gracias a mi familia. Y estaba apostando en que él no cambiaría conmigo después de eso. Pero sinceramente me asustaba muchísimo.
¿Qué ocurría si Luhan se dejaba llevar por esa parte de él que muere por no tener nada que ver con el lugar del que proviene? ¿Me presionaría para que vuelva con mi familia y le permita beneficiarse de ello? Eran los pensamientos que pasaban por mi cabeza, atormentándome mientras conducía mi auto Dean el impala, hasta su casa.
Una vez estuve frente a su puerta, suspiré. Él me había dicho que iría por la mañana a visitar a su amigo Jongin, así que yo planeaba entrar, cocinar algo, arreglar su casa, esperarlo en la cama. Lu nunca me había dado una llave, pero no la necesitaba, sabía perfectamente cómo forzar una cerradura. Solo deseaba que todo saliera bien. Anhelaba más que nada sincerarme, y si todo salía bien, pronto le pediría que viviéramos juntos.
Habitar ambos en mi casa, que ahorrara su dinero para sus estudios y nada más; pero que a cambio me abrazara cada noche y que me dejara despertarlo cada mañana. Que siguiera enriqueciendo mi vida con su presencia simple, cálida, fácil y perfecta.
Cuando abrí, Luhan estaba sentado en su pequeño y feo sofá. Un hombre mayor muy pegado a él le acariciaba el rostro. Clavó su mirada sobre mí y pude ver que el tipo a pesar de ser un anciano, era bastante apuesto. Sentí una punzada de celos e ira, porque Lu me había mentido, pero opté por no ser impulsivo hasta tener más en clara la situación.
—¿Tú quién eres? —me preguntó el intruso.
—Eso iba a preguntarte.
—¡¿Qué haces aquí?! —Nos interrumpió Luhan, levantándose del sillón como impulsado por un resorte.
—Vine a hacerte compañía, pero creo que no hace falta —dije al darme la vuelta, pero luego me arrepentí de mi primer impulso de irme azotando la puerta. No. Quería quedarme a oír la explicación —¿Quién eres? —le pregunté al anciano.
—Es Erick, el padre de Jongin —me aclaró Lu—. Como me conoce desde que soy un niño, pasó a saludarme. Siempre está pendiente de si necesitamos alguna cosa.
—¿Quién es este, Luhan? —cuestionó el viejo, poniéndose de pie.
—Yo soy el nov...
—¡Amigo! —me interrumpió— Es mi amigo Sehun.
—¿Te has metido en algún problema, muchacho?
—No, señor, por supuesto que no. Sehun es solo un amigo, de vez en cuando... cenamos juntos, porque vivimos solos los dos. Solamente nos hacemos compañía, no es importante.
No podía dar crédito a lo que escuchaba. Luhan acompañó al viejo hasta afuera. La verdad, para ser el padre de ese tal Jongin, no lucía tan mayor y debo admitir que era muy bien parecido, como que cuando yo llegue a tener un hijo que alcance mi edad, me gustaría verme de esa manera. Los espié un poco por la ventana. Él parecía serio, le daba unas indicaciones a Luhan y este se inclinaba de manera respetuosa sin verlo a los ojos. Las ganas de confesarme quedaron de lado.
—¿Cómo abriste mi casa sin llave? —preguntó en cuanto entró.
—¿Un amigo con el que a veces cenas? ¿En serio, Luhan?
—Lo siento, Sehun. De verdad que lo siento, pero no podía decir la verdad.
Lo miré inexpresivamente antes de darme la vuelta dispuesto a marcharme, pero él se colgó de mi brazo.
—Suéltame, amigo, hoy no quiero hacerte compañía.
—Es el padre de Jongin. Él conoce a mis padres. Etiéndeme, por favor.
—¡¿Qué importa que conozca a tus padres?! Además, me mentiste. Dijiste que estarías con tu amigo, no con su padre.
—Puedo explicarlo todo. Lo juro.
—No me interesan tus explicaciones, me mentiste, con eso terminamos.
Y me fui a casa pero al siguiente día volví. No iba a terminarlo de verdad, solo me había enojado mucho descubrirlo en una mentira cuando yo iba a decirle todo sobre mi vida. Me sentí muy inseguro, pero decidí que teníamos que hablarlo. Me gustaba mucho Luhan como para acabar con todo así.
Después de que me recibió, me senté de brazos cruzados, esperando. Vi que tenía sus ojos hinchados, posiblemente estuvo llorando.
—¿Qué quieres decirme?
—Sehun, ayer estaba a punto de ir a casa de Jongin cuando Erick llegó. Nos sentamos a conversar durante un buen rato, eso es todo.
—¿Por qué estaba tan cerca de ti?
—Ni se te ocurra pensar mal, puesto que Erick es como un segundo padre para mí. Desde que me trasladé a esta ciudad, ha sido un gran apoyo y tenía mucho tiempo sin visitarme.
—Si es como un segundo padre, ¿por qué no puede saber que soy tu pareja? ¿Hay y algo malo en mí? ¿Te avergüenzo?
—¡No! No hay nada de malo en ti, eres perfecto —me besó—. Solo... hay algo que no te he dicho. Lo lamento mucho.
—Nos conocemos hace poco tiempo. Comprendo que hay cosas que no sabemos uno del otro. Tampoco conoces todo sobre mí, Luhan, así que no voy a molestarme por eso; pero dímelas ahora. Dime lo que deba saber ahora. Es necesario para mí conocer quién eres en realidad para poder ser yo mismo también.
—Mis padres no saben que soy gay —confesó.
—¿Qué? ¿Pero por qué?
—¡Agh! No sabes qué tan terrible era ese lugar y lo mucho que señalaron a Jongin cuando habló de su orientación sexual. Mis padres son muy viejos ya y son tan tradicionalistas. Una cosa así los mataría. Es demasiada presión para un hijo único. Si Erick se enterara, les diría y ellos hasta podrían pedirme que vuelva y casarme a la fuerza.
—¿Sabes que ya no vivimos en el siglo pasado?
—Lo sé, Sehun. Lo lamento, pero no estoy listo para afrontarlos aún. Son solo un par de ancianos. No han tenido la mayor alegría en esta vida. Lo único que deseo es graduarme, obtener un aumento, enviarles dinero, que vivan felices sus últimos años de vida, que no tengan quejas.
—Vives tu vida aparentando ser lo que no eres.
—¡Es por eso que estoy aquí! ¡Para ser yo mismo! Allá estaba tan encerrado, tan infeliz. Aquí soy libre. No quiero perder eso, no quiero perderte a ti.
Era increíble lo mucho que nos parecíamos: ambos éramos un par de mentirosos. Me lo merecía y a la vez me molestaba mucho.
—¿Qué se supone que va a pasar con nosotros?
—No tiene por qué pasar nada malo con nosotros —dijo subiendo a mi regazo—, Sehun, te amo. Ellos no tienen que saberlo, pero, ¿qué importa? No es como si me visitaran todo el tiempo.
—Escucha, Luhan —dije apartando mi rostro para huir de sus besos insistentes de perdón—, te comprendo. También opino diferente a mis padres y por eso me independicé, pero ese no es el punto. Debes aprender a vivir para ti mismo o estarás encadenado por siempre.
—Estoy viviendo por mí mismo ahora, es por eso que no puedo arriesgarme a perder lo que tengo. Lo tengo todo: mi departamento, mis estudios, mis amigos, mi familia está bien, y sobre todo, te tengo a ti, y quiero que siga siendo de esta manera.
Esa vez me convenció, pero decidí callar mi parte hasta nuevo aviso. El incidente había mellado mi confianza, aunque después de tres días de mimos, volví a obtenerla. No debería desconfiar tanto de Luhan puesto que somos totalmente similares. Ambos intentamos vivir el mundo a nuestra manera. Yo renuncié a mi familia para eso y él se alejó de ella. Somos iguales. Tomé mi auto y fui a esperarlo fuera de su universidad. Era mi cumpleaños y quería pasarlo solo con él.
—Vengo a raptarte —dije girando las llaves entre mi dedo índice. Él sonrió antes de besarme—. ¿Entonces los besos en público sí están permitidos?
—¡Claro que sí, tonto! Siempre y cuando no haya gente de mi pueblo cerca, pero por general todos ellos están muy, muuuy lejos —sonrió.
Fuimos al supermercado a hacer las compras. Él quería prepararme un pastel.
—¿De qué quieres que sea la cubierta?
—¡Chocolate!
—¡Pero la pasta es de chocolate!
—¿Y eso qué?
—Chocolate más chocolate es demasiado dulce, ¿no crees?
—Ese es precisamente el encanto, Lu —sonreí antes de darle un pequeño beso.
—Eres una abeja —rio antes de mirar al frente y separar nuestras manos rápidamente.
—¡Luhan! —lo saludó otro tipo mayor... ¿Ahora éste quién era? ¿El padre de Taemin? ¿El párroco de su pueblo?
—Hola, señor —respondió inclinándose, pero sin verlo a la cara.
—¿Cómo has estado, muchacho?
—Bien, un poco ocupado, en realidad.
—Deberías visitarme un día, eres un mal agradecido. Nunca vas a verme después de todo lo que te ayudé.
Luhan desvió su mirada, estaba totalmente incomodo. Luego, hizo otra venia.
—Lo lamento mucho, señor.
—Estás más bonito que antes —dijo palmeado su rostro.
—Gracias, señor. No voy a quitarle más de su tiempo, con permiso.
—¡Espera! ¿Estás solo? ¿Por qué no vienes conmigo ahora?
—Está conmigo —dije, sin soportar callarme más y permanecer en un segundo plano.
—¿Este quién es?
—Sehun es un amigo. Sehun, él es Lee Soo Man, mi antiguo jefe. Señor, lo lamento mucho, le visitaré otro día. Con permiso —salió del supermercado sin llevar las compras.
—No me digas, es vecino de tus padres —dije enfadado, subiendo al auto. Él se frotó la frente y miró hacía la ventana sin decir ni una sola palabra.
Lo que más quería era contarle todo sobre mí, pero, ¿cómo íbamos a afrontar juntos el peso de mi horrenda familia si él no podía ser sincero con la suya? ¿Cómo iba a confiarle mi vida a una persona que no podía sostener mi mano frente a los demás? ¿Cómo íbamos a vivir juntos si depende de quién estuviera frente a nosotros dejábamos de ser amantes para convertirnos en simples conocidos?
Mentiría si no les dijera que ese fue un cumpleaños horrendo. Todas mis ilusiones se empezaron a romper. Ya no era tan feliz como creía. De repente, sentí muchas ganas de irme al bar a cantar, a follarme a cualquier chica o chico apuesto del lugar, fumar un cigarrillo, y luego manejar al mar una vez más, pero en soledad; porque ahora quería pensar las cosas sobre Luhan.
—Luhan, no estoy seguro de querer continuar esto, baja de mi auto y hablemos después —dije luego de estacionar frente a su casa.
—No, Sehun, hablemos ahora, pasa un momento.
—No quiero verte más. Terminemos.
Continuará...