Capítulo setenta y siete

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Brisa:

—¿Descartamos la idea de que Tyler haya sido quien nos molestaba? —pregunto, dudosa. 

Enterarme de que esté muerto me ha dejado muy sorprendida. 

En parte siento cositas en la panza, es una sensación de disgusto, pero por otro lado me siento aliviada de que se haya matado. ¿Eso me convierte en una mala persona? 

Quizás sí. Quizás esa sensación me convierte en una mujer con un corazón medio frío, pero es porque me hizo mucho daño por estúpidas obsesiones suyas. Aunque no es justificación. O puede que sí... Aún le guardo rencor. Habían noches en las que no dormía por el miedo de que, por alguna razón, Debby y Tyler se escaparan de la cárcel. Puede que parezca estúpido para una persona que no ha pasado lo que yo, pero es cierto que, cuando sufres las acciones malévolas de personas venenosas, te queda un pequeño hueco de secuelas. Y es que lo del secuestro no fue nada bonito. Tengo cicatrices en las manos que me van a recordar siempre que casi me matan, que me salvé por poquito de ser apuñalada. Cuando por momentos veo el brazo de Gastón, también noto una pequeña línea clara proveniente de la noche en que entraron a su casa en Los Ángeles. También está la bala en su pecho... Y hay más.

Tengo miedo. Mucho miedo. Y no me da vergüenza volver a admitirlo. Aún estando muertos, les tengo pánico a Tyler y a Matt. Le tengo terror a Debby, quien va a salir dentro de poco de la prisión, a no ser que ya la hayan soltado. Y por supuesto, también le temo al acosador y a quienes sea que lo acompañan. Espero que haya sido todo el tiempo Tyler, y que su muerte haya acabado todo de una vez.

Tuve que ir por unos meses al psicólogo para que me ayudaran con los traumas que ése loco y los psicópatas de sus amigos me dejaron. Mentalmente también me hicieron daño. Me merezco que todo pare. En realidad, jamás me merecí que ésto me pasara. 

—Lo averiguaremos pronto. Si las amenazas continúan es porque no era él. 

—Sigo con miedo... —confieso.

—Lo sé, cielo. Lo sé. 

—Hay que decírselo a Stef. 

Asiente. 

—Sí, pero lo haremos cuando lleguemos a casa, si es que no se lo comentan antes. 

—Podemos decírselo en el auto —sugiero. 

—O en el auto —afirma.

—Quiero saber qué decía esa carta, Gastón. Me mata la curiosidad. 

—La noticia dice que es confidencial, que la policía no dirá nada a la prensa —recuerda, mostrándome la nota que buscó en su teléfono hacía minutos atrás—. Quizás ésto te deje un poco más tranquila. 

—Si las amenazas paran es porque era él. Será en ese entonces cuando vuelva a sentirme relajada.

—Esperemos haya sido él. Sólo quiero que ésta pesadilla termine de una vez. Temo por ustedes cada maldito segundo... —niega con la cabeza mientras mira la foto de Tyler—. Si te soy sincero, no me da pena que éste hijo de puta se haya matado —suelta con rabia. Después me mira—. Disculpa —suspira—. No quiero decir malas palabras frente a ti y el bebé en tu panza. 

—Está bien... —le acaricio la mejilla—. Te perdonamos. 

—En serio, perdón. 

—No es nada. Créeme que por mi cabeza pasan palabras peores dirigidas a él...

—¿Estás bien?

—Sí, sorprendida porque se haya ahorcado, pero sí, estoy bien... ¿Por qué crees que se mató?

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now