Capítulo ochenta y uno

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Brisa:

Un par de golpes llaman la atención de Stef y la mía también. Nos regalamos una primer mirada después de tres horas y con desgano nos levantamos de la cama. Decidimos dormir juntas en mi habitación. Nos protegemos mutuamente. Los ladridos de Toby terminan por despertar a las niñas y nos volvemos a mirar, ésta vez con desconfianza. 

Las preguntas más importantes de la noche: ¿Atendemos o no? ¿Preguntamos quién es o simplemente nos quedamos calladas?

Calladas es la mejor opción. Los ojos de Stefanía reflejan miedo y los míos igual. Qué bueno que Gastón (antes de que todo lo de la desaparición pasara) colocó más seguridad en la puerta. Desde que él no está con nosotras decidimos bloquear la entrada con uno de los sofás individuales para sentirnos más seguras, pero cuando hay golpes en la puerta, se nos cruzan tantas cosas en la cabeza que no sabemos qué hacer para quedarnos tranquilas. Y si soy sincera eso frustra, porque por más que intento distraer a mi mente con lo que sea, ésta no parece tener intenciones de prestarle atención a otra cosa que no sea lo que me incomoda. No sé cómo es el tema del cerebro, de las arterias, nervios y todo eso, pero a veces me gustaría poder tener un botón y apagarme por tres años.

—Son las tres de la mañana —dice Stef en un susurro. Nos asomamos por el pasillo a observar la puerta.

—En realidad, son más de las tres. Ve con las niñas y haz que se tranquilicen. No quiero que sus llantos se oigan mucho —le pido mientras le tapo la boca a Tobías—. ¡Shhh! —miro a mi perro. 

—¿Te vas a fijar? 

—Sí, pero prometo no abrir. 

Se va por el pasillo y entra en el cuarto de las niñas. Camino hasta la puerta y apoyo una rodilla sobre el sofá para poder inclinarme a ver por la mirilla de quién se trata. Cierro los ojos automáticamente y tres golpes vuelven a escucharse. Me reincorporo rápido en mi lugar y ya estoy llorando. Corro con una rapidez increíble el sillón y giro la llave para después correr todos los pestillos, desbloqueando la puerta en su totalidad. La abro y lo veo con una mejor percepción: está inclusive algo peor de lo que lo había visto en el vídeo que tuve que borrar por la condición de un loco. 

Creía que no iba a volver a verlo. Mis esperanzas estaban esfumándose por completo, minuto a minuto, segundo a segundo. Habíamos quedado en que lo iban a soltar y en que yo lamentablemente tendría que terminar mi relación con mi esposo, pero de esa conversación ya han pasado tres días, y no había visto a mi esposo hasta ahora. Le mandé muchos mensajes a ese tipo durante estos días, o a quien sea que había hecho el trato conmigo, pero no me respondía nada de nada, entonces yo ya estaba pensando lo peor. El estrés me estaba teniendo de una manera que no quiero ni contar porque era devastador. Pero ahora que puedo ser capaz de ver a Gastón en frente de mí, siento un alivio en el pecho, un descargo en mi espalda que estaba necesitando con urgencia. 

Cada momento sin él era un infierno, era una constante incertidumbre, un horrible nudo en la garganta y pensamientos desgarradores. Y sé que, como él ya ha sido liberado, ahora tengo que cumplir mi parte del trato, porque me niego a que Gastón vuelva a desaparecer. Sé que si lo hace otra vez será para siempre. Así de clarito me lo dejaron: si no termino con mi esposo, Gastón va a terminar apareciendo muerto. También me dijo que, para no levantar sospechas, me dejaría una semana entera con Gastón, porque de terminarle apenas volviese a casa sería extraño y nadie se lo creería. Quiere que vaya mostrándome indiferente al paso de los días, y que cada día sea un poco más que el anterior para que, cuando llegue el momento de terminar, todo parezca real. De verdad quiere que Gastón crea que no lo quiero y que por eso lo voy a dejar. La excusa va a ser esa; que ya no lo quiero y que me arrepiento de haberme casado. Inclusive me prohibió que tuviéramos sexo. Lo bueno es que no me dijo nada sobre pedir ningún divorcio, eso ya sería algo muy difícil de hacer.

Siempre Serás Tú #D2Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt