Capítulo veinticuatro

9.5K 1.2K 175
                                    

Brisa:

Cuatro días. Tan sólo han transcurrido cuatro largos días desde que dí por terminada mi relación con Gastón. Han sido tan sólo noventa y seis horas, pero créanme, mi cuerpo tiene la sensación de que han pasado semanas.

No ha sido nada fácil. No ha sido nada sencillo tener que pasear por la casa, recordando cada momento, cada palabra, y promesa, sin saber qué hacer, sin saber qué pensar, sin saber cómo superarlo. Quisiera ser fuerte y decir que estoy bien, quisiera poder sonreír, ¡pero vamos! ¿qué sentido tiene? ¿Qué gano con eso?

Exacto; nada. 

Mi aspecto es horroroso. Tan horroroso que hasta podría decir que parezco un zombie, literalmente. Apenas como. Apenas puedo pegar un ojo, por más cansada que esté. No había salido de casa en días, ni siquiera he ido al trabajo. Apenas toco mi teléfono, el cual ya casi no tiene batería. En la mañana temprano me vi obligada a apagar el móvil ya que no soportaba que éste no dejara de sonar a cada rato. Sí, hubiese sido mucho más fácil colocarlo en modo vibrador o en silencio, pero como el puto universo se ha puesto en mi contra, ahora parece que no puedo configurar el sonido de mi teléfono. No sé qué mierda es lo que le pasa a ésto.

El primer día fue el peor. Estaba tan sumida en el dolor que apenas era capaz de levantarme de la cama para calmar a Emma. Fue un día en el que el tiempo representaba cómo me sentía; triste y nublada. Fue un día en el que me pasaba las horas esperando a que la pesadilla terminara, pero que, a medida que transcurría el tiempo, perdía cada vez más la esperanza. Lo único que quería era despertar y ver a Gastón a mi lado, rodeándome con sus grandes brazos, sintiendo el calor de su cuerpo junto al mío. 

Él me enviaba mensajes y yo los leía, pero no era capaz de responder hasta después de unas cuantas horas. No con éstas acciones pretendía hacerme la importante, no, para nada, sólo que el contestarle me dolía. Me hacía sentir un fuerte dolor en el medio del pecho al hablar con él a tan sólo horas de haber vivido aquello que derrumbó mi mundo por completo. 

La posibilidad de estar embarazada me aterraba. No sabía qué iba a hacer si llegaba a estarlo. No sabía cómo iría a decirle a Gastón sobre ello. Aquel día no vomité y tampoco me sentí mareada, por lo que era cierto alivio para mí, aunque no del todo.

Me plantee a mí misma el perdonar a Gastón. Ya no aguantaba estar lejos de él. No soportaba no poder oír su voz o el no verlo a mi lado al despertar. Estaba rota. Rota por completo. No lo soportaba, créanme cuando lo digo e imagínense mi sufrimiento. ¿Cómo es que apenas llevaba un día desde mi ruptura y ya me planteaba el perdonarlo por no poder soportar el tenerlo lejos de mí?

Pero, aunque me costara, me obligué a mí misma a ser fuerte, o al menos a intentar serlo. Me obligué a mí misma a ni siquiera pensar en disculparlo, pero vaya que era algo muy arduo. 

Cuando decidía responder sus mensajes lo hacía de manera seca y distante, cuando en realidad todo mi cuerpo me pedía a gritos que le escribiera: "Estás perdonado. Te amo y no creo poder vivir sin ti. Vuelve a casa, amor."  Pero si lo hacía, eso no sería digno. 

El segundo día me la pasé sentada en uno de los sofás individuales que hay en la sala, observando fijamente aquel sofá, en el que ocurrió aquella asquerosa escena, la cual mi mente se encargó de reproducir una y otra y otra vez. Fue un día en el que las lágrimas no dejaban de deslizarse por mis mejillas. Lágrimas que no me molesté en secar en ningún momento. Mi cuerpo estuvo casi todo el día tieso, en el único momento en el que me moví fue para ducharme, atender a Emma, darle de comer a Toby y contestar tres simples mensajes que me dañaban todavía más, por más exagerado que eso suene. Ese día no tenía apetito por lo que no volví a comer. 

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now