Capítulo noventa y siete

3.4K 313 161
                                    

Isaac:

Me despiertan unos sonidos confusos.

Parpadeo un par de veces y espero unos segundos para despertarme un poco mejor. Me quedé dormido hace rato. El aburrimiento (ese que se ha vuelto parte de mi rutina diaria) me volvió a golpear. Terminé de hacer ejercicio y me recosté un rato después de bañarme. Fue ahí cuando perdí la consciencia.

Me siento en el borde de la cama y suelto un bostezo.

Los sonidos siguen escuchándose, y sé que el psicópata está enojado por alguna que otra razón. No veo lo que hace, pero no se me es difícil deducir que está rompiendo cosas. Los estruendos se oyen hasta un rato después. Sus pasos firmes se acercan y abre la puerta de la pocilga en la que me tiene.

Lo primero que veo en él son sus puños cerrados y se postura intimidante. Después me percato de su respiración agitada.

—¿A qué vienes ahora? ¿A mostrarme cómo le arruinas la vida a mi hermana?

—No.

—¿Entonces...?

—El juego va a cambiar.

Frunzo el entrecejo. No estoy seguro de a qué se refiere exactamente, pero de igual manera me recorre un escalofrío por la espina dorsal. Tengo el presentimiento de que no es nada bueno.

—Tu hermana se creyó muy viva.

¿Ahora qué hiciste, Brisa?

Me golpeo en la cara mentalmente.

—Ni se te ocurra tocarle un solo pelo, te lo advierto. A ella no —me paro frente a él.

—No te preocupes, a ella jamás le haría daño. A él... Bueno, ya sabes.

—¡A él tampoco! No te hizo nada —lo empujo, y sé que eso me traerá consecuencias. Pero aún así, intento ocultar mi nerviosismo y lo vuelvo a empujar. Podría matarlo ahora mismo y terminar con todo esto de una vez.

—¿Te atreves a empujarme?

—No —respondo sarcástico.

Sus ojos azules se clavan en los míos y, en definitiva, hay tanta psicopatía en su mirada que me da miedo. Pero ya lo desafié, me abstendré a lo que me pase.

Me escanea por un par de segundos y les advierto a todos mis sentidos que se preparen. Al primer golpe lo logro esquivar, pero es tan rápido que me pega un rodillazo en el estómago. Me tomo de la parte afectada y hago repetidas muecas. La sensación de asfixia es totalmente desagradable. Tomo bocanadas de aire repetidas veces, y cuando planeo atacar, siento que un calor se implanta en mi labio y mejilla.

Me cuesta un poco darme cuenta de lo sucedido, pero cuando lo hago, tengo su puño dirigiéndose directo a mi cara. Con un movimiento rápido le aparto la mano, y eso me da la oportunidad para estampar mis nudillos en su cara. El pasamontañas lo salva de un dolor más agudo, pero estoy seguro de que le he hecho daño.

Me empuja enojado, y me imagino qué sería si ahora mismo termina con mi vida. Mi cuerpo choca con brusquedad la pared de cemento, y en mi cabeza se instala un pequeño dolor por el fuerte golpe. Hago una mueca y vuelvo a sentir otro puñetazo, esta vez en el ojo.

Definitivamente, eso dejará mucha hinchazón.

—¿Quieres que te mate a ti también? Tengo a alguien agregado a mi lista, si me cabreas peor, puedo hacer una excepción para ti también.

—¿Para qué me quieres?

—Todavía no te importa.

—¿Qué pretendes hacer? ¿De qué te sirvo yo? —grito.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now