Capítulo cincuenta

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Gastón: 

—¿Podrías dejarme ver las filmaciones de otros ángulos?

—Si quieres eso tendrás que pagar setecientos dólares más —responde, y yo me levanto de la silla para acercarme a él de manera amenazante. 

—¿Me estás tomando el pelo, Patrick? ¡Tengo a mi familia asustada por jodidas amenazas de una jodida persona! No puedes pedirme tanto dinero, eres un aprovechador. ¿Acaso te cuesta tanto darme lo que te pido? No te morirás por no tener ese dinero. 

—Tú no te morirás por pagar —da un paso hacia mí—. Que quede claro que, si me vuelves a hablar con ese tonito te partiré la cara y te echaré del edificio. Si quieres ver las grabaciones desde otros ángulos tendrás que pagar. Tú sólo has ofrecido dinero únicamente para ver los vídeos de la cámara de seguridad que da a tu departamento, pero nunca pediste observar todos los vídeos capturados por todas las cámaras del piso en el que vives.

—¿Qué carajo no entiendes cuando te digo que lo que necesito es por la seguridad de mi familia? 

—¿Qué carajo no entiendes cuando te digo que si quieres obtener aquello vas a tener que pagar? —escupe, molesto. Su entrecejo se encuentra tan fruncido que se me pasa por la cabeza que puede que en cualquier momento me den una golpiza. Y por más que sé defenderme no quiero tener que hacerlo con él. Mide casi dos metros y, a pesar de que soy alto, mi metro ochenta y ocho se queda corto al lado de Patrick. Y ni hablar de los músculos que tiene.

Pero no importa. 

—Por favor, Patrick, te lo pido. 

—¿Me darás los setecientos? 

Niego con la cabeza en señal de disgusto. Mis puños se cierran con ganas de moldearlos en su cara en un acto de impaciencia. Pero sé que es más aconsejable controlarme para no hacer nada que luego me perjudique. 

—No tengo todo ese dinero aquí. Tendría que ir a un cajero. 

—Entonces ve a buscar —dice obvio. 

«"No se trata de dinero"»

Hipócrita. 

—¿Puedo verlo ahora? Puedes estar seguro de que te pagaré —digo. 

—Primero el efectivo. 

—Por favor... —pido. Su rostro no parce mostrar ninguna señal de empatía ante la situación en la que estoy sumergido, y en mis pensamientos me replanteo la idea de pegarle. Pero las cosas no se solucionarán en nada si me dejo llevar por mis impulsos. 

—Puedes irte bien a la mierda, Patrick —le digo, paso por su lado golpeando su hombro con el mío y salgo del cuarto. 

Recibo un mensaje minuto y medio después de salir. 

Entro en la aplicación y leo el texto de Brisa:

"¿Dónde estás? Te estás tardando mucho y me preocupas." 

"Luego te cuento el por qué, pero no te preocupes, estoy bien. Compro la bebida y vuelvo. Te amo." —Escribo, envío, y me aseguro de que las dos tildes aparezcan. 

Salgo por la puerta y me cruzo hasta llegar al supermercado. Para mi fortuna no hay tanta gente como creí que podría haber. Voy hasta la heladera y saco una coca cola. Acto seguido voy hasta la caja a pagar. 

—¿Cómo estás, Gastón? —me pregunta una cajera con la cual intercambiaba palabras cada que me cruzaba a comprar. Tiene una personalidad demasiado amigable y siempre que le veo la encuentro sonriendo y conversando con las personas de la forma más amable posible. De las veces en que Brisa y yo cruzábamos la calle juntos para comprar cosas necesarias, Kelsey siempre nos recibía de una manera tan dulce que mi novia y ella parecían querer quedarse a conversar por un largo rato.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now