Capítulo veinte

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Brisa:

Apoyo mi cabeza en su pecho y le rodeo la cintura con mi brazo.

Después de haber recibido aquel correo, claro está que fui a mostrarle a Gastón lo que recibí. Volvimos a sentarnos y hablamos. Esta vez, mantuvimos una buena conversación. No le levanté la voz y él a mí tampoco. Conversamos un largo rato sobre lo de la fiesta. Le pedí perdón y él a mí. Le comenté sobre cómo me siento con respecto a Tiffany, expresé el miedo que siento al ver que ella le toca el hombro, el miedo que siento cuando ella está cerca, el temor de nos separe. Él dice que no debo de tener miedo en nada, me ha dicho que él sólo es mío, que me ama sólo a mí y que nadie nunca nos va a separar. Me ha prometido que mantendrá algo de distancia entre ella y él, para que yo no me preocupe y para que no me sienta mal. Me ha dejado en claro que no significa que ellos dejarán de ser amigos, sólo mantendrá un poco de distancia con respecto a su amistad. Nos disculpamos varias veces más por habernos levantado la voz mutuamente y, finalmente... hablamos sobre el correo.

Me siento muy estúpida por haber caído en la trampa de vaya a saber Dios quién es. Debería de haberme puesto a pensar antes de actuar. Debería de haberme parado a preguntarme por qué Tiffany me amenazaría o por qué amenazaría a Stef. Eso no tenía sentido en lo absoluto. Y ahora, quedo como la mala de la película. En su momento no me importaba en lo absoluto porque el odio me cegaba, pero ahora que me detengo a pensar, me arrepiento de haberle pegado. Y encima en frente de todos. Sí, admito que me gustó haberle estampado la palma de mi mano en su mejilla y ver que retenía lágrimas en sus ojos, pero lo que hice no estuvo bien.

«¿Debería disculparme?» Sí, debería, pero no quiero. Espero que Gastón no me pida que me disculpe con ella. Es lo último que quiero hacer.

En la fiesta estaba cegada por el odio, por los celos. Estaba muy enojada por enterarme de que es la ex de mi novio. Estaba molesta al verla hablar tan cerca de mi chico, molesta de verlos reír juntos. Cuando recibí aquella nota falsa, el odio se multiplicó y terminé golpeándole en frente de todos. Acciones de las que me arrepiento.

—Te amo, Gastón —susurro contra su pecho y me acurruco más hacia él. No espero respuesta de su parte ya que está completamente dormido—. Espero que nunca me dejes.

Me remuevo en la cama.

La última vez que vi la pantalla de mi celular, eran las tres treinta y cinco. No fue hace mucho, al contrario, fue hace un par de minutos, por lo que deduzco que ahora serán las tres cuanta y pico.

Sigo sin poder conciliar el sueño y no sé por qué. Tengo una sensación extraña en el cuerpo, como si algo fuera a pasar. En parte tengo miedo, siempre que tengo sensaciones como éstas, algo pasa.

Vuelvo a removerme en la cama, hacia el lado de la ventana. Parece que hoy no estoy cómoda en ninguna posición y eso está comenzando a desesperarme.

Siento que Gastón me abraza con fuerza.

—¿Estás incómoda? —me pregunta con esa voz ronca que tanto me gusta. Su respiración en mi nuca me causa cosquillas.

—Sí. No puedo dormir, créeme que lo intento pero no lo logro.

Deposita un beso en mi nuca y en mi rostro formo una sonrisa.

—¿Quieres que te haga esas caricias que tanto te gustan? —se ofrece.

—Por favor.

—Vuelve a recostarte en mi pecho. —Le hago caso y me doy nuevamente la vuelta para poder recostar mi cabeza en su cómodo pecho. Le rodeo la cintura por segunda vez en la noche, mientras aprecio las caricias que su mano le regala a mi cabeza. Mis ojos se cierran y me concentro en dormir, hasta que una pregunta aparece en mi mente.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now