Capítulo treinta y cuatro

7.7K 752 225
                                    

Gastón:

«Eres lindo, Gastón...»

«¿Qué?» 

Retiro lo dicho anteriormente sobre que no me siento incómodo junto a ella; ahora sí comienzo a sentir la incomodidad que empieza a rodearnos.

Le miro sin saber qué respuesta puedo formular ante su comentario. No puedo y no quiero decirle que ella es linda; lo es pero, no es correcto que se lo diga. Por un momento se me viene a la mente lo que pasó con Brisa y Tiffany, y sé que no quiero echar más leña al fuego. Ya demasiado metí la pata y no quiero entrar en otro problema más. Brisa no está aquí, pero igual, no le puedo responder a mi amiga con un cumplido parecido al que ella ha soltado hace segundos atrás. Reitero; no es correcto. 

Mi campo visual se percata de que la sonrisa de Spencer se va haciendo más grande y, segundos después, suelta una carcajada mientras que yo sigo algo desconcertado.

—¡Es broma, tonto! —Aparta su mano de la mía con rapidez, y su mano se transforma en un puño, dejándome a entender que tiene como finalidad golpear mi hombro. Su risa se mantiene intacta, y momentos después me dice—: ¿En serio piensas que te diría algo así, Gastón? —Vuelve a reír—. Sé que no tiene nada de malo el decirlo, pero de igual forma, no te lo diría. Sólo quería ver cómo reaccionabas al oírme decir eso; tenías que haber visto tu cara de desconcierto. 

Asomo una sonrisa, la cual termina siendo una leve carcajada. 

—Entonces, lo decías de mentira... —afirmo, y ella asiente aún sonriendo—. Qué mala eres; me habías dejado sin respuesta —confieso—. Debí de haberme dado cuenta. 

—Lo siento, pero tenía que hacerlo. Aparte, yo creo que deberías admitir que extrañabas mis bromas. 

—Para nada —miento, negando con la cabeza.

—Yo sé que sí —dice, y yo no se lo discuto. Antes solía preguntarme cómo era que casi siempre solía caer en sus bromitas y, por lo visto, aún sigo cayendo, por lo que vuelvo a preguntarme lo mismo de antes—. ¿Sabes?, eso de tomarnos mucho de la mano se estaba tornando algo extraño e incómodo, así que, no volvamos a hacerlo porque parecemos más que amigos. 

—Bien... —acepto.

—Deberías de haberte imaginado al instante que te mentía, Gastón. Era algo obvio porque, si me parecieras lindo, creo que no intentaría ayudarte con Brisa, hombre. —Se bebe el poco vino que queda en la copa—. Además, ahora que me acuerdo, creo que una vez te dije que eras feo —añade con una sonrisa.

—¿Te parezco feo? —inquiero divertido y enarco una ceja.

—Ajá —asiente—, bueno, en realidad no eres feo, pero tampoco lindo; estás en el medio.

—¿Cómo sería el medio?

—No sé pero, el punto es que no eres mi tipo y, tú eres mi amigo y te quiero mucho pero yo estoy segura de que jamás te veré de esa manera. No sé si comprendes lo que te quiero decir, no sé cómo explicarme —dice.

—Ya entendí, no te preocupes. 

—¿Qué fue lo que pensaste cuando oíste esas palabras? 

—Nada, sólo pensaba en que no sabía qué contestarte. 

—¿Cómo que no sabías qué contestarme? Soy divina, deberías de habérmelo dicho —bromea.

—Bueno, sí, pero lo que pasa es que yo ya no te veo así —le digo, y en cuando recapacito sobre lo que dije, me apresuro a ver a Spencer.

Ella eleva las cejas, y me dice:

—Espera, ¿qué...? Tú..., ¿tú antes me veías de otra forma? —inquiere con expresión de sorpresa. Honestamente siento cierta vergüenza. Aunque no debería sentirla, dado a que ya es algo del pasado. Por más que no quiera admitirlo, le confieso:

Siempre Serás Tú #D2Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt