Capítulo sesenta y nueve

3.4K 343 131
                                    

Brisa:

—Cuatro días seguidos de buen sexo —murmuro cansada y con la respiración agitada sobre el pecho de Gastón. Este se encuentra de la misma manera, bastante agitado y su cuerpo está cubierto por una fina capa de sudor.

—Ni que lo digas. Esto ha estado muy bueno.

—¿Sí? ¿Te gustó mucho?

—Muchísimo —responde, y cierra los ojos. 

Habíamos vuelto a hundirnos en una apasionante escena sexual en la que volvimos a descargar nuestras ganas y a demostrarnos el amor que nos tenemos. 

Dos días desde que dimos el sí. Dos días de pura felicidad. Y se siente mucho más que el día en que llegamos a la casa del lago. 

¡Cuánto tiempo hacía desde que no tenía días tan relajantes!

Los necesitaba con urgencia, y me siento agradecida de que todos estemos bien unidos por Isaac y que él la esté pasando bomba. Sigue con su tono pálido, pero no parece estar tan mal para tener pocos días de vida. Parte de mí despertó una nueva esperanza de que mi hermano no muera. Sé que no debería de hacerme ningún tipo de ilusión porque me estoy haciendo daño muy en el fondo, pero al verlo tan vivo, tan pleno, alegre y siendo más Isaac que nunca, me da esperanzas. 

Escucho el corazón acelerado de Gastón y el sube y baja irregular de su pecho, el cual provoca que mi cabeza suba y baje con él. 

—Me siento cansada, hacerlo tan intenso es agotador —susurro levemente. No quiero interrumpir mucho el relajante silencio del cuarto. 

—Yo también... —suspira.

—La estoy pasando genial. 

—Yo igual... Mi corazón late muy fuerte —confiesa. 

—Lo sé, lo estoy escuchando, amor —levanto mi cabeza para mirarlo.

—Siento que me duermo —vuelve a soltar un largo suspiro. 

—Se nota —respondo—. Te vas a quedar dormido en cualquier momento y me dejarás hablando sola. Ya lo vi todo. 

—No... —se queja, notablemente somnoliento—. No haré eso. 

—A veces, cuando terminamos de hacer el amor, te quedas dormido y yo termino hablándole a la pared. Hasta he inventado un amigo invisible para contarle lo mucho que me frustra que te quedes muerto mientras yo quiero hablar.

Suelta una leve risa. 

—Es que hacerlo contigo es intenso, descargo todas mis tensiones y quedo agotado. Sólo por eso pasa —se excusa.

—Claro... por eso —digo. 

—No te me vas a molestar, ¿o sí? 

—No, mi amor. Claro que no me voy a molestar por eso. Tampoco es para tanto. Además, a mí me gusta mucho ver cómo te duermes. Eres tan lindo y tierno. Y cuando tu boca se entreabre me encanta. A veces te babeas—río.

—Yo no duermo con la boca entreabierta —niega. 

—Por supuesto que sí. Aparte, ¿cómo sabrías tú que no lo haces si no te puedes ver mientras te duermes?

—Mentira, sí puedo —miente. 

—¿Quién te crees que eres? —Río. 

—Tengo un super poder —bromea. 

—Ja, sí, claro. 

—Tú no me crees porque estás ce... —El sonido del timbre corta las palabras de Gastón, y provoca que yo sienta que el corazón se me acelera un poquito por la sorpresa que me causó la acción. 

Siempre Serás Tú #D2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora