Capítulo treinta y dos

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Brisa:

—Déjame ver si entendí bien... Tú le has dado un minuto de tu tiempo para que pueda explicarte lo que, según él, ha pasado aquella tarde. Gastón te ha dicho que Zorra apareció en el departamento y él le invitó a pasar. Charlaron por un rato, ella preguntó por ti y por Emma, y luego la estúpida roba novios le confesó que sentía que entre ambos aún había mucha química. A los segundos tu ex se levantó del sofá y ella imitó su acción, para empujarle y colocarse a horcajadas de él, en cuanto cayera en el asiento. Empezó a besarle en los labios y en el cuello, mientras que Gastón intentaba sacársela de encima, ¿cierto?

—Ajá —me limito a contestar. 

—Cuando tú llegaste del trabajo le encontraste con las manos en la cintura de Tiffany —Asiento—, pero Gastón hoy te ha dicho que no era lo que parecía, sino que él sólo intentaba quitársela de encima suyo.

—Sí —vuelvo a asentir. 

—Pero, sin embargo, tú no le crees.

—Así es, Stef —respondo, mientras mantengo mi vista clavada en el suelo—. No lo hago porque me cuesta hacerlo después de todo. No intento hacerme la víctima en nada, y mucho menos hacerme la importante, pero en serio, a mí me cuesta creer en sus palabras después lo que pasó. Y no me refiero a lo de la infidelidad. Antes de que éso pasara, él ya comenzaba a hacerme daño con sus malditas actitudes. 

—¿A qué te refieres? —interroga con el entrecejo fruncido, mientras que apoya su cabeza en el hombro de mi hermano. Veo que éste pasa su brazo por los hombros de mi amiga, y yo no puedo evitar pensar que son muy tiernos juntos. Extraño eso. Y estoy segura de que, al no ser fuerte, no duraré mucho en derrumbar la enorme pared de mi orgullo y dejar que el padre de mi hija vuelva a estar conmigo. No estoy segura de que él quiera volver junto a mí, pero es lo que me da a entender.

—Gastón siempre provocaba que me diera la impresión de que sentía algo por Tiffany. Quiero creerle, quiero pensar que lo que vi hace días fue algo que malinterpreté, como él dijo que pasó, pero me cuesta por todas ésas actitudes que él tenía y que siempre provocaban que algo en mí se rompiera. Y después de haberle visto con Zorra, pienso que todas ésas señales que pasaban frente a mis ojos, eran ciertas. Pienso que luego de aquella tarde todo encajaba a la perfección. 

—Pero, ¿qué señales, Brisa? —habla mi hermano.

—Ella siempre le llamaba todos los días, y él sabía que me molestaba y que me ponía celosa, pero sin embargo, le contestaba igual, y a él no parecía molestarle en nada. ¿Recuerdan la vez en la que se tuvo que ir a San Francisco a una entrevista? —Ambos asienten—. Bueno, una vez le llamé y, adivinen quién me contestó...

—Zorra —responde mi cuñada.

—Sí, contestó Zorra —digo, y de sólo pensar en ésa llamada hace que sienta ganas de golpear otra vez a la maldita roba novios—. Pregunté qué hacía con el teléfono de, en ése entonces, mi novio, y me dijo que él no podía contestar porque se estaba duchando y que por éso contestaba ella.

—Ja, imagino que te habrás puesto como loca —comenta mi hermano y se lleva la copa de vino a sus labios, para luego observar a Kendall, la cual duerme plácidamente en la cuna de tela que sus padres le han traído. 

—Por dentro le gritaba muchísimos insultos que no son adecuados para ninguna mujer, pero por fuera lo controlé bastante. Pero lo que sí no voy a negar, es que con mi tono de voz le dejaba en claro que no me hacía ninguna gracia que ella me dijera éso. Y, como les decía; cuando me dijo que él se estaba bañando, no dudé en preguntarle al instante cómo es que ella sabía sobre éso. 

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now