Capítulo diecisiete

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Brisa:

Tres golpes en la puerta provocan que levante la vista de los aburridos documentos que mi madre me ha enviado para leer.

Me froto los ojos y le indico a la persona que está del otro lado de la puerta, que puede adentrarse en mi oficina.

Es la recepcionista.

—Hanna... —le sonrío.

—Perdona que le moleste, señorita Mikaelson, pero... —Le interrumpo.

—Dime Brisa, por favor. —Ella toma asiento—. No me gusta que me llamen por mi apellido. Y tampoco me trates de usted. Evitemos toda la formalidad, no soy como mis padres —le comunico—. Ahora sí, dime qué sucede.

—Quería hablarle... —comienza a decir pero se detiene al darse cuenta de su error—. Perdón. Quería hablarte sobre Liam.

Elevo mis cejas confundida.

—¿De Liam? ¿Qué sucede con él?

—He logrado escuchar que ya te ha dicho que estamos juntos —Asiento sin comprender adónde quiere llegar con eso—. Tengo entendido por lo que él me ha contado, que ustedes mantuvieron una relación de varios años.

—Sí, ¿adónde quieres llegar con eso?

—A que he visto cómo le miras, cómo le sonríes, cómo le abrazas —contesta con demasiada rapidez y con cierto tono que no es de mi agrado—. Me he dado cuenta —entrecierra los ojos y yo vuelvo a elevar mis cejas. Y ¿a esta qué le pasa?

—¿Perdona? ¿Qué intentas decirme?

—No te hagas la desentendida. Sabes a qué me refiero. —Bien... esto no me está gustando para nada. ¿Qué se piensa?—. He visto cómo le miras, cómo le sonríes, y cómo le abrazas, —vuelve a decir— es evidente que sigue gustándote. Vengo a exigirte que cuando le vuelvas a ver, no le hables, no le mires, no le sonrías, ni nada. Quiero que le ignores cuando él esté cerca tuyo. —Suelto una pequeña risa. No me creo que se haya tomado el tiempo de venir a mi oficina a exigirme que deje de hablarle a mi amigo.

—¿Tú te crees que tienes el derecho de venir a mi oficina a decirme lo que puedo o lo que no puedo hacer? ¿Qué te has pensado? ¿Sabes que puedo despedirte por venir a darme ordenes, cuando no tienes ni el más mínimo derecho? Lo sabes, ¿verdad? Porque si no lo sabes; —me inclino sobre el escritorio— tú trabajas para mi empresa.

—No lo harías. No me despedirías. Sé que no te animarías a hacerlo, tú no eres así. Además, no creo que a tu madre le agrade que me despidas sólo por lo que te he dicho —me dice y no digo nada. Tiene razón, yo no soy así. No soy capaz de dejar sin trabajo a alguien. Y con respecto a mi madre, bueno... es mi madre. A veces no se sabe qué esperar de ella.

—Tienes razón, pero que te quede bien en claro que, por más que te tomes el tiempo de venir y exigirme que no le hable más, no lo haré. Él es mi amigo. Tuvimos una bonita historia de amor, sí, pero eso ya es pasado. Por si no te has dado cuenta, estoy de novia y tengo una hija con esa persona. No voy a andar de puta, ¿oíste? —miro directo a los ojos de la desubicada que tengo en frente de mí—. Ja. ¿Tan amenazada te sientes que tienes la necesidad de venir a darme ordenes a mí?

—Por supuesto que no me siento amenaza por ti —niega.

—Y entonces, ¿qué haces aquí?

No me dice nada. Su actitud me ha molestado en serio y no iba a quedarme callada. No iba a dejar que me exigiera nada. Por supuesto que no me alejaré de Liam. No porque me guste como Hanna insinúa, sino porque es mi amigo y no estaría bueno que después de tantas cosas que hemos vivido, deje de hablarle y comience a ignorarle y a fingir que no le conozco o que él no existe.

Siempre Serás Tú #D2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora