Capítulo veinticinco

9.5K 1.2K 214
                                    

Brisa:

Me siento en el frío suelo de madera, con el corazón latiendo a mil, con lágrimas recorriendo mis mejillas, y con una sensación extraña en el cuerpo. 

«Estoy embarazada.» Pienso una y otra vez, intentando asimilar la noticia, sin dejar de recordar a Gastón, e intentando pensar en cómo se lo diré a él.  

De veras esperaba que el resultado del test fuera negativo, tenía la esperanza de que así fuera. Pero no. Estoy esperando otro bebé. Gastón, la persona a la que encontré besuqueándose con Tiffany, me ha dejado embarazada por segunda vez. 

Me aturden los pensamientos, el no saber qué hacer. Todo mi alrededor se me es totalmente borroso a causa de las lágrimas que aún no cesan. Mis piernas siguen flaqueando y ése dolor en el pecho ha vuelto a aparecer en mí, pero ésta vez con mucha más fuerza. Es un pinchazo en el medio del pecho, un pinchazo tan molesto que deseas que desaparezca al instante. 

¿Cómo es que esto me está pasando? 

La idea de tener otro bebé con alguien que me ha metido los cuernos, no me gusta para nada, al contrario, me disgusta. Si la situación hubiese sido diferente, estaría saltando de alegría al saber que tendría otro bebé. Me refiero a que, si Gastón no me hubiese engañado, todo sería diferente, y en este momento, de seguro me sentiría feliz sabiendo que viene un bebé en camino. Aunque, amaré a este bebé sin importar nada, sin importarme en qué situación romántica esté. Saben a qué me refiero. 

Parpadeo un par de veces, logrando que algunas lágrimas más se deslicen por mis mejillas. 

Respiro hondo, y suelto el aire acumulado. Vuelvo a repetir la misma acción varias veces más, con el fin de intentar calmarme al menos sólo un poco. Mis manos limpian mis lágrimas y me dispongo a levantarme del suelo para tomar a Emma de su coche e ir a su habitación. Tomo asiento en el sofá individual de su cuarto, en el cual acostumbro a sentarme siempre que intento que se duerma, y comienzo a acariciar a mi hija, mientras observo que Toby se acuesta a un lado de mí.

Mi mente vuelve a atormentarse por pensamientos, por los recuerdos. 

Maldita sea, me estoy volviendo loca, estoy desesperada. No sé qué mierda es lo que voy a hacer, no sé cómo ni cuándo decirle a Gastón. No sé cómo va a reaccionar él... No sé nada. Tengo esa horrible sensación que me recorre el cuerpo entero. Quiero que todo vuelva a ser como lo era antes, daría mucho para que así sea, pero no puedo... No puedo hacer como si nada pasó, perdonarlo y ya... Por más que quiera, no puedo. Juro que tengo tantas ganas de enviarle un mensaje, de volver a escuchar su voz, por más que al hacerlo se me parta el corazón por milésima vez, y temo no resistir y hacerlo. No aguanto estar alejada de él, lo necesito conmigo, a mi lado. Me estoy volviendo loca con todo esto. Quiero gritar a todo pulmón, tengo ganas de romper todo lo que tengo en frente mío, quiero ahorcar y arrancarle cada maldito cabello a Tiffany por lo que pasó, pero mi mayor deseo es pegarle una patada en la entrepierna a Gastón. Tal vez de esa manera descargaría todo el enfado con el que cargo desde hace ya varios e interminables días. 

Ahora comprendo a esas personas que cierran completamente su corazón, se vuelven frías y distantes. Ahora comprendo que, cuando te hacen mucho daño, por más que cueste, te obligas a construir un muro que cubra tu corazón. Te obligas a no ser tan afectuoso con las personas, por miedo a que te vuelvan a dañar. Creo que, si llego a superar todo esto, voy a tener que construir una pared que cubra mi corazón por completo. 

(...)

La maldita alarma me avisa que es hora de levantarme. La apago al instante, y me quedo un rato más en la cama. 

Debo decir que casi no he pegado un ojo en toda la noche, y si lo hacía, me despertaba el llanto de Emma. Ella se ha pasado casi toda la noche llorando y no lograba calmarla con nada, por lo que llegué a la conclusión de que quizá extraña a su padre. Si es eso, me siento culpable, ya que yo no he dejado que él se acercara a nosotras por días. Pero, ¿qué iba a hacer? No podía verlo después de todo lo ocurrido. Me hacía daño tan sólo verlo. Aquél día en el que lo descubrí, ni siquiera podía conectar miradas con él porque me derrumbaba al instante, por lo cual, necesitaba pasar al menos un par de días en el que mi campo visual no tuviera que encontrarse con él. 

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now