Capítulo veintisiete

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Brisa:

Abro la puerta del coche para salir de él, pero la cierro al instante. 

No quiero tener que volver a trabajar. No me siento bien, y ése dolor en el pecho ha vuelto a aparecer.  

Estoy sintiendo una repentina culpa que me está carcomiendo. No he sido sincera con Gastón cuando me ha preguntado si le seguía amando. Mi maldito orgullo se está interponiendo delante de la situación en la que me encuentro, y no me gusta para nada. Pero por alguna razón no puedo evitarlo. Siempre que hablo con él después de todo lo que sucedió, le trato de muy mala manera. Admitamos que se lo merece pero, ahora que lo pienso bien, no debería de haber permitido que aquellas palabras se escaparan de mi boca. Siento culpa por haber mentido. Siento culpa porque, una parte de mí, cree que aquella lágrima que se ha escapado del ojo de Gastón, ha sido verdadera, y no una de mentira como creí en aquel momento. Pero, otra parte de mí no le encuentra mucho sentido a la situación. ¿Por qué mi ex novio derramaría una lágrima cuando le he dicho que ya no le amaba? ¿Por qué derramaría una lágrima si él me ha engañado con su estúpida ex novia? He pensado que quizás es porque él sí me quiere y está arrepentido de lo que hizo, pero siempre termino tirando ésta última opción a la basura porque, si el me quisiera de verdad, no me hubiera hecho lo que hizo. 

Recuesto mi nuca en el respaldar del asiento del piloto y vuelvo a soltar un largo suspiro, mientras mantengo mis ojos cerrados. 

Creo que en vez de mejorar, me estoy sintiendo peor. Se supone que a medida del tiempo, la situación tiene que doler menos. Y en mi caso, eso no está sucediendo. Sí, sé que han pasado tan sólo un par de días pero, pensé que ya me sentiría tan sólo un poco mejor. Siendo honesta, me siento como la vez en la que descubrí a Gastón en el sofá de casa con una zorra a horcajadas de él. Aquel dolor, aquellas ganas de matarlo, esas ganas de llorar, de gritar, de romper todo lo que se encuentre en mi camino, siguen intactas. 

«¿Por qué será que el amor tiene que doler tanto? ¿Por qué será que siempre nos enamoramos de personas que nos lastiman? ¿Por qué la vida es tan complicada?» me pregunto y sé la respuesta. La vida es así. A veces puede estar llena de colores y a veces todo puede ser de tonos oscuros. La vida es cruel con nosotros, al igual que injusta. El mejor aprendizaje de la vida viene de aquellas personas en las que confiamos y nos han defraudado de alguna manera. 

Hay varios minutos en el día en los que me quedo recordando momentos que pasé con él. Eso es lo típico que todos hacemos después de una dolorosa ruptura. Quiero evitar todo pensamiento en el que él esté involucrado pero, por más que quiera e intente, se me hace bastante dificultoso. Siempre aparece en mis pensamientos y por supuesto que lo hace. ¿Cómo no pensar en Gastón después de todo? 

A veces pienso que a las personas nos gusta sufrir, puesto a que nos hacemos daño a nosotros mismos cuando pensamos en la persona que se encargó de romper nuestro corazón. Pero, ¿quién va a culparnos? Es lo típico y además, ¿cómo no pensar en esas personas tan especiales? ¿Cómo evitar que esa persona tan especial para nosotros se haga presente en nuestros pensamientos y recuerdos? 

Respiro hondo y suelto el aire acumulado. 

Ya he estado demasiado tiempo en el auto. Estoy segura de que mi madre se molestará aún más por no haber entrado a la empresa a horario. 

Me bajo del auto y me abrazo a mí misma al sentir que el frío golpea todo mi cuerpo.

Apenas me adentro en la empresa, Hanna levanta la vista para observarme. 

Le sonrío en forma de saludo. Sé que el otro día se pasó con lo que me dijo y exigió pero, eso ya ha pasado. Me devuelve la sonrisa y, para cuando paso por su lado, su voz me detiene.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now