Capítulo noventa y cinco

3.4K 329 61
                                    

Brisa:

Volví del trabajo con un rumbo distinto: la casa de mis suegros.

Planeaba ir a mi casa a tomar una deliciosa ducha, pero me vi tentada a cambiar de dirección cuando mi mente empezó a atestarse de malas vibras. No podía esperar más para contárselo. Y ya que él estaba ahí, tenía que aprovechar la ocasión para charlar. No tendría la posibilidad una vez que él se fuera a su depa.

Cuando le conté a Gastón lo que me pidieron hacer, no tardó ni un segundo en levantarse con frustración del sofá. Frunció su entrecejo y empezó a negar la cabeza con repetición. Para mi suerte, sus padres habían salido hacía un rato al hospital, así que no tenía que discutir con su hijo frente a ambos. Gastón se quedará con ellos porque su mamá no está nada bien y le ha dicho que lo quiere y que lo necesita cerca. Ha tenido varios bajones de presión desde que pasó lo de Key en la mañana. Según sé, se la pasa repitiendo que no puede creer lo de su bebé, y que no volverá a ser feliz hasta que Key esté mejor.

—No. De ninguna manera, Brisa. Ni se te ocurra.

Me levanto y camino hacia él un poco dudosa.

—No quiero hacerlo, pero...

—¡No! —aclara—. No quiero oír nada más de lo que ya sé: tienes miedo de que me pase algo y por eso estás dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de protegerme. Pero déjame decirte algo, Brisa: me cansé. Me cansé de la mierda esta. No han pasado ni tres días enteros que estás con tus actuaciones y ya estoy harto. Ponte en mi lugar, a ti no te gustaría. Para nada. ¿Besarte con alguien más y poner una foto de perfil en WhatsApp? ¿Sabes lo loco y estúpido que eso suena? Además de inmaduro.

—¿Y qué quieres que haga? Muchas opciones no tengo, Gastón.

—¡Sí, sí tienes! Pero esta vez no te voy a preguntar qué es lo que quieres. Esta vez lo vamos a hacer a mi manera y se terminó el caso.

—Gastón... —trato de calmarlo frotándole los brazos. Su cuerpo está tenso. Está algo enojado por lo que le dije. Mi propuesta era hacer lo que me pidieron, pero viendo su reacción... ya no sé. Tengo la cabeza en blanco.

Él tiene razón, es una idiotez más grande que la enfermedad mental de mi acosador.

—Nuestras vidas son nuestras —remarca la última palabra—. Nadie tiene derecho a decirnos qué podemos o no hacer.

—Pero...

—¿Pero, qué? "Pero", nada, Brisa. Nada. El tipo que se vaya a la mierda. Que a nosotros nos deje de joder.

—¿Qué no entiendes cuando digo que no es fácil?

—¿Y tú qué parte no entiendes cuando te digo que me cansé de todo esto?

—Puedes ahorrarte el problema dejándome —propongo.

Alza las cejas y entrecierra los ojos.

—¿Dejarte? ¿Estás loca? Sabes muy bien que eso no haré. Ni hoy, ni mañana. ¿Comprendes?

—Entonces te tienes que bancar lo que pasa.

—¿No te has puesto a pensar que esto está muy feo...? Tanto susto, tanta amenaza, tanta llamada... Ya te lo dije, que ése se vaya a la mierda y ya. Volveré contigo a casa cuando mamá esté mejor.

—No. No volverás.

—Tú a mí me vienes con que tienes miedo de que algo me pase, pero no te das una idea del miedo que tengo yo cuando las dejo solas a las tres. Les puede suceder cualquier cosa. Emma está dentro de esa casa siempre, Brisa. ¿Cómo me sentiría yo si algún día me entero que me la arrebataron? ¿Y si te pasa algo a ti? Yo debo estar con ustedes.

Siempre Serás Tú #D2Kde žijí příběhy. Začni objevovat