Siempre Serás Tú #D2

Capítulo cincuenta y nueve

Brisa:

—Es Spencer —le aviso a Gastón con cierta molestia. No es con él, pero sí es con ella. Por más que el otro día haya parecido ser una chica a la cual le importaba que me reconciliara con mi novio, no cambia el hecho de que es una chica y es una vieja amiga de Gastón. Y además, no olvido el hecho de que él llegó a sentir cierta atracción hacia ella cuando empezaron a pasar tiempo juntos antes de que perdieran contacto. 

Me pongo celosa porque no quiero perderle otra vez. Todos ya sabemos qué pasó hace unos días atrás. Nuestro amor estuvo en riesgo y, si no bajaba mi orgullo para hablar con él, las cosas podrían haber quedado arruinadas por siempre. Se nota que, por lo poco que llegué a ver, Spencer no tiene tanto aire a zorra como Tyffany tenía, pero no me quita la incomodidad ni lo va a hacer. Por eso, si es que no quiero que las cosas vuelvan a terminar mal como la última vez, las cosas se aclararán desde ahora y los puntos quedarán bien puestos. Y si a Gastón no le gusta, pues que se joda, porque se va a joder bien feo. Se le vendrá una buena y no es exageración. Lo que voy a hacer es por prevención, es para espantar a las zorras. Él está en una relación y tiene que respetar eso. Podemos tener amigos en común pero no amigos personales de cada uno y ya. 

—¿Qué dice?

Me lo quedo viendo.

—Pregunta si pueden verse. 

Estoy en su campo visual por unos segundos y luego vuelve su mirada al frente. 

—No hemos tenido mucha oportunidad de sentarnos realmente a hablar de Spencer. Y digo su nombre completo porque sé que no te gusta que abrevie nombres de otras chicas que no seas tú. 

—No es inmaduro sentir incomodidad cuando haces eso, simplemente a veces cositas simples llegan a molestar —me defiendo. 

—No te estoy atacando, amor. Te lo digo para que veas que sí me importa lo que te incomoda y lo que no —comenta. 

—Ah —me limito a decir. 

—¿Qué quieres que haga con Spencer? ¿Quieres que no la vea más, que le diga que no podemos ser amigos? De verdad, hago lo que más desees porque quiero que te sientas cómoda. Quiero demostrarte que me importas muchísimo y que lo que pasó la última vez no se volverá a repetir jamás en la vida. 

—No sé... 

—Yo creo que sí sabes qué quieres hacer, Brisa. Anda, dímelo —alienta. 

—No la conozco bien. 

—¿Y eso qué tiene que ver? —inquiere. 

—No sé... —respondo. 

—¿Cómo que no sabes?

—No sé —vuelvo a decir—. Si te soy totalmente sincera, Gastón, no me agrada que te le acerques y que ella se te acerque. Digo, tú gustaste de ella y me da miedo que se vuelva a repetir la misma situación que con Tiffany. 

—No se volverá a repetir. 

—Tú dices eso, pero con este mensaje ya empecé a dudar... Se me vino a la mente el momento en que fui a tu depa y ella estaba envuelta en una toalla —comento. Qué feo momento. Qué cosa rara siento ahora en la panza. Siento desdén ante esa situación. Estuvo muy fuera de lugar y, ahora que recaigo bien en cuenta de esa noche, pienso que, si Gastón quería recuperarme no le convenía dejar que se bañara. 

—No... Por favor te lo pido, no empieces a hacerte la cabeza con cosas que no han pasado. Si lo haces sé que te molestarás y empezarás a pelearme. Tenemos hecho un trato. 

—No, no me siento mal, te lo juro —miento—. Sólo te digo lo que me da miedo. Cualquier cosa la culpas a ella que fue quien te envió ese texto.