Capítulo noventa y cuatro

3.4K 298 24
                                    

Brisa:

—Y... ¿Cómo te sientes? —pregunto, sintiéndome muy estúpida al hacerlo. Es obvio que no está bien. Pero tengo esta parte intuitiva que me dice que a él le viene bien que se lo pregunte. Es una manera para que se sienta apoyado, para que vea que me preocupo por sus sentimientos.

Antes de que me acercara a él, su mirada estaba clavada en el suelo, inmerso en sus pensamientos. Las manos de la paramédica sostenían una gaza que limpiaba el rostro golpeado de Gastón. Él no hacía ninguna queja de molestia, y eso que cuando yo limpiaba sus heridas en ocasiones pasadas, se quejaba con gruñidos o con muecas. Pero ahora no hay nada en su rostro. Sólo neutralidad.

Y lo comprendo.

¿Tenía que pasar esto? ¿De verdad?

Me siento inútil porque, cuando lleguemos al edificio no podré consolarlo de ningún tipo de manera. Gastón necesita estar acompañado porque dudo mucho que se le haga fácil superar el reciente episodio.

La paramédica le coloca la última bandita pequeña en la herida de la frente, y se retira de la sala diciéndole que en semanas las lastimaduras no se notarán. Gastón no le responde. Es más, ni siquiera la mira. Jessica no sólo había llamado a la policía, sino que también había llamado a la ambulancia. Puedo imaginar que en su cabeza se pasó la imagen de su hijo mayor apuñalado.

Levanto su mentón levemente para que me mire.

Sus ojos reflejan cierto vacío y desentendimiento.

—Mi amor... —susurro.

—Estoy bien —murmura, seco.

—Sabes que a mí no me puedes mentir...

—No quiero entrar en detalles. No tengo muchas ganas de hablar. Perdóname.

—Lo comprendo... Pero quiero que sepas que yo estoy aquí para ti, ¿sí?

—Efímeramente vas a estar para mí —empieza a decir, y creo saber cómo terminará su frase—. Después, cuando salgas por esa puerta, vas a fingir que no me quieres.

Me alejo un poco de él.

—Gastón, no te la agarres conmigo.

Escaneo su cara. Está bastante golpeado. Key tiene la mano muy pesada. Por suerte, los ojos de Gastón no están tan inflamados como pensé que quedarían. Aunque sólo ha pasado casi una hora del suceso. No sé si sea más tarde cuando sus heridas empiecen a inflamarse. Espero que no.

Ahora que lo pienso... Gastón está siendo muy maltratado físicamente en los últimos tiempos.

—No quiero agarrármelas contigo, pero es la verdad.

—Tú estuviste de acuerdo con fingir molestia hacia mí también.

—No, yo sólo acepté para que te sintieras más tranquila. Pero eso no significa que esté de acuerdo, Brisa.

—¿De verdad vamos a empezar a discutir otra vez sobre esto después de lo que acaba de suceder?

Suelta el aire acumulado mientras cierra los ojos. Sus manos se posan en mi cintura y me atrae hacia él. Accedo a su intención y lo abrazo. Dejo que su cabeza se esconda en mi pecho.

—Tienes razón. Perdón... Me la estoy agarrando contigo cuando no tienes nada que ver.

—Está bien, mi amor —ejerzo fuerza en la muestra de afecto. También le acaricio el pelo y reparto varios besos en su cabeza—. Él va a estar bien, te lo prometo.

—Eso espero... —musita—. Se sienten tan bien tus caricias —suspira.

A Key lo llevarán involuntariamente a una clínica psiquiátrica en la que lo diagnosticarán. Gastón explicó con lujo de detalles a la policía que su hermano con anterioridad le decía que escuchaba voces de personas en su cabeza. Y yo comenté lo que las voces le decían a Key.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now