Siempre Serás Tú #D2

Capítulo treinta

Brisa:

Se lleva la mano a su colorada mejilla. Sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas, y yo comienzo a sentirme un poco mal por lo que acabo de hacer. 

«Le he golpeado.»

Está bien, sí, tengo que admitir que se la tenía muy merecida por acusarme de cosas que no tenían absolutamente nada que ver, y por haberse sobrepasado de la raya al decir que yo era una «puta», una «zorra» y una «perra», que quería ilusionar a su (actualmente) ex novio; Liam. Pero, he de admitir que me siento mal por haberle golpeado y por no haber sido capaz de controlar mis malditos impulsos de loca. Si me detengo a pensar, ésta es la tercera vez que reacciono muy mal ante una situación. La primera vez fue cuando golpee a Sofía en la casa de Gastón; la segunda fue cuando bajé de las escaleras echando humo por las orejas, y abofetee a la maldita zorra de Tiffany; y la tercera y última, fue hace tan sólo un pequeño instante.

Alejo todo tipo de pensamiento, y me concentro en ver a Hanna. Noto enseguida que frunce su entrecejo y, para cuando caigo en la realidad, siento cómo mi mejilla se ladea hacia un solo lado. Me percato de que hay cierto ardor en una de mis mejillas, y no tardo en mirar a la recepcionista con enojo. 

Me acaba de pegar. Hanna me acaba de pegar.

Toda la culpa que sentía hace absolutamente casi nada, se desvanece como si fuera vapor. El enojo vuelve a apoderarse de mí, pero yo me controlo para no volver a golpearle en la cara. De hacerlo, esto terminaría mal, y lo que menos quiero en este momento, es armar un escándalo en el baño de la empresa. Ya de por sí, mi vida está repleta de líos, no necesito más escándalos por el día de hoy. 

Sé que la que le ha pegado primero he sido yo pero, en mi defensa, ella fue quien empezó a atacarme con absurdas acusaciones y ofensivos insultos que provocaron demasiado enfado en mí, los cuales ocasionaron que mi mano se estrellara contra su mejilla. ¿Cómo no reaccionar mal ante ésa situación? Sí, sé que golpear nunca es la solución a un problema, pero como he dicho antes; no he podido controlarme.

—Acabas de golpearme —afirmo y frunzo el entrecejo, mientras llevo mi mamo izquierda a mi mejilla. 

Cuando estuve a punto de pegarle, no pensé y mucho menos me esperaba que ella reaccionara de la misma manera que yo. Bueno, a decir verdad, no pensé en cuál sería su reacción si yo le golpeaba. Pero desde luego, no me esperaba aquella fuerte cachetada.

—Acabo de devolverte la cachetada que tú me has dado primero —me señala con su dedo índice—. No te quejes y no pienses en hacerte la víctima, cuando la que ha empezado todo esto has sido tú, Brisa —se defiende.  

—Pues discúlpame pero, te equivocas. Tú has sido quien ha comenzado cuando me has insultado y acusado de cosas sin sentido. Te la tenías bien merecida por haberme faltado el respeto de ésa manera, Hanna. 

—¿Perdón? Ja, ¿ahora resulta que yo te acuso de cosas sin sentido? —Rueda los ojos y suelta una pequeña risa sin siquiera una pequeña pizca de gracia. Lleva ambas manos a su cadera, ladea la cabeza hacia ambos lados, y dice—: ¿Qué te cuesta aceptar lo que pretendes con Liam? Brisa, yo sé lo que tramas. Sé que, como le has visto conmigo, te mueres de celos, y ahora quieres recuperar a mi novio. 

—Ex novio —le corrijo.

—Ex novio, por ahora. Voy a recuperar a ése chico —me lanza notables miradas de odio, y vuelve a cruzarse de brazos, para luego darse la vuelta por unos segundos. Momentos después, se vuelve para verme—. Sé cómo eres. Conozco a las personas como tú, Brisa. 

—¿Ah, sí? Entonces dime, Hanna: ¿cómo soy?, ¿cómo son las personas como yo? —Le miro con atención, impaciente por oír su respuesta.

—Las personas como tú son falsas, mentirosas, siempre intentan hacerse las víctimas en todo. Las personas de familias adineradas como de la que tú vienes, son personas que quieren tener absolutamente lo poco que les falta. Como lo es en tu caso; quieres tener de nuevo a Liam para ti. Quieres que él vuelva a estar contigo —dice.