Capítulo siete

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Brisa:

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Brisa:

Me tumbo en la cama, sin saber qué pensar. Siento unas ganas tremendas de llorar, pero lo extraño es que aún no he derramado ninguna lágrima. No sé qué hacer. En mi cabeza todo está realmente desordenado. No puedo dejar de pensar en la foto que acabo de ver. ¿Qué se supone que debo pensar? ¿Qué se supone que debo hacer?

Quiero llamarle y exigirle una explicación, pero es obvio que no va a atender mis llamados.

¿Estará evitándome? Porque... eso parece que hace. Y, ¿qué tal si está con ella? No... no. Me niego a pensar en que mi novio está con Tiffany. Gastón no me haría eso. Pero la foto... ¡Agh! No sé qué pensar. Sea lo que sea, estoy dolida.

Puede que haya una explicación lógica para esto, no sé cómo eso podría justificarse, pero puede que la haya. Lo extraño es que no me contesta los mensajes y que no atiende mis llamados.

Cada vez, estoy más enojada con él.

Me enferma el no saber nada de mi novio. O sea, qué irresponsable de su parte. Me debería llamar para avisarme que está bien, cosa que ahora ya sé porque vi una maldita foto en la que él tiene a esa maldita en su regazo.

No lo resisto. Quiero llamarle. Quiero oír su voz, pero me obligo a mí misma a quedarme tumbada en la cama. Ya he marcado su número muchas veces y él no es capaz de deslizar su dedo en el botón verde para hablarme.

«Maldito seas, Gastón»

Al verme en el espejo del baño, caigo en cuenta de que ahora sí estoy derramando lágrimas. Me lavo la cara y cepillo mis dientes. Vuelvo al dormitorio y me coloco ropa cómoda. Me cubro con las mantas y me obligo a dormir para poder dejar de pensar en que mi novio deja que esa zorra se siente en sus piernas.

Pego un salto en la cama al oír que mi celular suena. Salgo de la habitación con rapidez para ir hacia la cocina y atender.

Observo la pantalla.

Es Gastón.

Por fin te dignas en llamarme.

Deslizo el dedo en el botón verde y llevo el celular a mi oreja.

—¿Eres idiota o te haces? Te he llamado muchas veces en el día y no has contestado a ninguna. Te he dejado muchos mensajes y ni siquiera te has molestado en verlos. ¿Qué es lo que te pesa? —camino de un lado a otro mientras le hablo con enfado. No le grito, pero con mi tono de seriedad le dejo en claro que estoy molesta por su maldita e infantil actitud. ¿Acaso quiere hacerse el importante, o qué?—. Estaba muy preocupada por ti. Se suponía que me llamarías en cuanto bajaras del avión y estoy más que segura de que has llegado a San Francisco hace varias horas. ¿Vas a decirme por...? —me interrumpe.

—Brisa, tenemos que hablar.

¿Qué? ¿De qué quiere hablar?

Comienzo a preocuparme. Generalmente, cuando alguien te dice tenemos que hablar, nunca es bueno. Aunque, ¿De qué me preocupo? No he hecho nada malo. ¿O sí?

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now