Capítulo sesenta y uno

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Brisa:

—Me iré adentro. Comienzo a tener frío —nos dice Key, mirando directo a los ojos a Gastón. Realmente no sé si me lo dice sólo a mí o si también incluye a su hermano.

—Oh, lo siento —digo, quitándome la campera que él fue tan amable de prestarme—, ¿quieres tu campera? Sí, mejor tenla. 

Él se niega y me coloca de nuevo la campera. Miro a Gastón, quien mira a su hermano con recelo. Veo que Key le regala una pequeña mirada a mi novio y luego dirige su mirada a mí.

—Gracias —agradece—. Has sido muy atenta —me sonríe levemente. 

—No es nada, estoy disponible si necesitas hablar —respondo, y veo a Gastón fruncir las cejas. 

Key pasa por al lado de Gastón, empieza a caminar con tranquilidad pero se detiene para llamar la atención del padre de mi hija formulando su nombre. 

—¿Qué? —responde y lo mira por encima de su hombro. 

—No te molestes con ella, sólo estábamos conversando. 

Key vuelve a caminar y yo me dedico a centrar mi campo visual en el hombre que tengo en frente. Gastón me observa y no hace falta que formule ninguna pregunta porque yo sé cuál es su inquisición. 

"¿Por qué estaban abrazados?"

—Resulta que tu hermano no está pasando uno de sus mejores momentos, amor. Cuando salí de la casa lo vi aquí parado y le pregunté si se encontraba bien. Ese abrazo que viste que le dí hizo que me diera cuenta de lo mucho que lo necesitaba. Tú, siendo el hermano mayor, deberías de conversar con él. Mientras hablábamos y me contaba sobre sus dilemas me dio la impresión de que se siente solo. Está triste. Te lo dije después de haberlo visto cruzar la puerta cuando llegó con tus padres, Gastón. 

—¿Y lo de la campera...? —pregunta nada más. Me pregunto si realmente le habrá importado algo lo que le conté. Espero que sí. Es su hermano, tiene que hacerlo. Sólo espero de verdad que no se ciegue y se coloque en papel de malo por celos. Él tiene que tener por seguro de acá a la China que jamás me metería con su hermano menor. 

—Porque tenía frío —explico. 

—¿Y por qué no fuiste adentro?

—Porque quería estar aquí afuera —digo obvia. 

—Me refiero a buscar un abrigo... —explica. 

—Porque no quería... Él se la quitó y me la colocó encima. No se la iba a devolver como una malagradecida. ¿Hubieras preferido que me congelara?

—Claro que no... Sólo es que... me ha parecido algo extraño el verlos juntos de la manera en que los encontré —se excusa. 

—Sí, bueno, habla con tu hermano y verás por qué lo hice. 

—¿Qué fue lo que te contó? ¿Qué es lo que tiene? Sí se ve algo triste —acota.

—Ve y habla tú con él. No les vendrá mal una conversación de hermanos. Sé que necesita a alguien. Desde que su mejor amigo murió de seguro piensa que no tiene a nadie para descargarse así que, como buen hermano mayor, ve a consolarlo, a aconsejarle. 

—Por lo visto ya tiene una nueva consoladora —dice, refiriéndose a mí. Niego con la cabeza, en total desacuerdo con él. Lo amo, pero a veces se comporta como idiota. 

—¿Quieres por un minuto dejar de lado los malditos celos y creerme cuando te digo que él no se encuentra bien?

—No es que no te crea —replica y suspira, asintiendo con la cabeza—. Perdón, soy un tonto. 

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now