Capítulo sesenta y cuatro

3.5K 383 75
                                    

Brisa:

—Creo que va a ser medio difícil superar las palabras de Isaac, pero supongo que su historia con Stef y su manera de expresarse es diferente a la mía —empieza a decir, nervioso. 

Yo también me siento así; nerviosa. 

Tengo unas tremendas mariposas en el estómago que no paran de moverse para provocarme muchas cosquillas. Apenas ha empezado a hablar y ya siento que voy a llorar. 

Lo que quería con muchísimas ganas en la mañana se va a cumplir. Él me va a pedir matrimonio. Una de las cosas que siempre soñé desde que me puse de novia con Gastón. Siempre imaginé cómo sería el momento exacto, y éste encuentro concuerda perfectamente con lo que esperaba. 

La sonrisa de emoción en mi rostro es tan firme, tan real que es imposible que se borre. 

Tengo a Gastón arrodillado ante mí, y ahora con una cajita negra abierta, dejándome ver un precioso anillo parecido al que Isaac le dio a Stef. 

Giro la cabeza por unos segundos hacia un costado para ver la cara de mis familiares. Todos están igual de sonrientes que cuando mi hermano hizo su propuesta, hasta Key. La abuela, mi madre y la mamá de Gastón derraman unas cuantas lágrimas y yo tampoco puedo evitar hacerlo. 

Mi mirada se conecta con la de Gastón, y la sincronía que creamos se vuelve algo tan perfecto que es imposible no lograr percibir el amor que nos tenemos. A pesar de las cosas que él hizo, a pesar de las cosas que yo dije y pensé de él, a pesar de nuestra separación y a pesar de nuestros conflictos del día a día, soy tan afortunada de poder decir que nuestro amor pudo y puede con todo. No nos fue fácil y estoy convencida de que las cosas tampoco lo serán en un futuro, como todo, pero que sabremos superarlo como siempre lo hacemos. 

Lo dije tantas veces y lo seguiré diciendo hasta que muera; amo a Gastón. No hay hombre como él. Es imperfectamente perfecto. Y eso..., eso es genial.

—Una noche, en un boliche, choqué contigo y terminé empapado y con olor a cerveza. Cuando bajé mi mirada para ver a la autora del accidente, las luces parpadeantes me dejaron ver tu cara. Te lo dije tantas veces pero, como sabes que nunca me canso de decírtelo, lo vuelvo a repetir; no me creía lo hermosa que te veías. Habían pasado nueve años desde que no te veía, a no ser que fuera por fotos que a veces encontraba guardadas por ahí o en los retratos de casa de mis padres. Le rogué a Stef que me diera tu dirección para ir a verte. Como ya sabes, ella no quería dármelo pero la terminé por convencer. Te visité una tarde y volví a recordar todos aquellos ademanes tuyos de cuando te ponías nerviosa; como lo de enredar tu cabello. Intercambiamos números y empezamos a hablar, a tener más contacto. Te invitaba a salir, pero siempre con mucho cuidado para que no malinterpretaras mis intenciones ya que salías con alguien más. Pero bueno, creo que, de no ser por Liam, yo ya te hubiera besado el día en que llegué de sorpresa a tu casa. Y estoy más que seguro de que lo sabes. La noche en que fuiste a mi casa por la celebración de la nueva película que se había estrenado, no me aguanté y te besé, pero me rechazaste. Me había dolido un poco porque ya desde que te había visto la primera vez había sentido un tremendo flechazo, pero en lo que más pensaba era "por favor, qué bien besa". Sufriste bastante por distintas cosas que te ocurrieron, como lo del accidente. Cuando te visitaba en el hospital se notaba que no estabas nada bien y, en cada ocasión que lograba hacer que te rieras, algo en mí me gritaba que te amaba. Tu risa era lo que despertaba algo dentro mío que me hacía sentir tan vivo que era tan imposible no querer tener tu presencia a mi lado porque eras como una droga tan fuerte e irresistible, y yo era un adicto, un caso perdido cuando de ti se trataba. El tiempo fue pasando y era tan obvio lo que pasaba entre nosotros que a veces me daban ganas de robarte tantos besos y hacerte saber que eramos más que amigos, porque se notaba mucho, pero sabía que eras muy tímida como para decírmelo. Teníamos actitudes románticas y eso me llevó a darte un beso más en la puerta de tu habitación. Y fue ahí donde empezó todo, porque luego ya te había propuesto ser mi novia. Siempre supe, desde inclusive mucho antes de distanciarnos, que por ti daría todo. Como lo hice esa vez con el disparo. Por ti hago eso y más. Porque prefiero morir antes de no tenerte conmigo. Porque siempre eres esa luz en las noches y en las mañanas que me hacen sentir seguro y ser feliz. Porque en tus ojos veo todo lo que quiero y necesito. Luego llegó Emma, pasé de ser feliz a ser el hombre más afortunado del planeta. Me has dado tanto siempre que no sé qué fue lo que hice para merecer la familia que me tocó. Dicen que depender de las personas está mal, que nadie tiene que depender de nadie pero, yo sí dependo de ti para ser feliz porque, desde que te encontré en ese preciado boliche, cambiaste todo. Eres la única mujer que me llegó a tocar el corazón de una manera inexplicable, de una manera tan explosiva. Veo que te amo cada vez que te veo dormir, cada vez que me retas, que me celas, cuando me preparas el desayuno, cuando me sonríes y cuando me miras. Cuando me besas y cuando me recuerdas que me amas. Te pido perdón por tantas cosas que hice, que dije, que no dije y que no hice. Yo no soy perfecto, lo sabes, pero cuando estoy contigo tengo muchas ganas de ser alguien mejor, el hombre que siempre soñaste para ti. Desde que empezamos a salir tuve en claro lo qué quería para mi vida; a ti, y muchos niños a nuestro alrededor, incluyendo también a muchos animales. Eres la mujer que quiero para mí porque, como ya dije, lo veo. Y porque tú sabes perdonar a pesar de que cueste mucho y de que las situaciones sean pura confusión. Te amo por todo, te amo por nada. Cada defecto tuyo hace que piense que eres perfecta, que eres la princesa con la cual me quiero casar. Quiero poder llamarte "mi esposa", quiero poder gritar a los cuatro vientos que tú, eres la mujer que amé, que amo, y que amaré por el resto de mis días. Por el resto de toda mi vida. Cada milisegundo, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año, y así, para siempre. Por eso quiero dar el siguiente paso contigo, mi amor... Brisa Mikaelson, ¿aceptarías ser mi esposa y pasar el resto de nuestras vidas juntos? 

Cada palabra formulada por Gastón salió con tanta convicción y sinceridad que provocaba que mi cara me doliera por tanto mantener una sonrisa. Las lágrimas se escaparon de mis ojos una tras otra y era imposible controlarlas. 

Me encanta cuando él se expresa de esa forma, me hace sentir tan amada y protegida a la vez. 

Mi felicidad también depende de la de él, por más que para muchas personas esté mal. Pero es mi decisión. Y si depende de eso, es porque él me hace bien, por más que hayamos atravesado olas gigantes y pisado muchas veces la arena movediza. 

Sus ojos tienen un brillo especial mientras espera una respuesta de mi parte, y esa carismática sonrisa tan particular de él, se encuentra presente. 

¿Cómo no amar a Gastón?

Asiento convencida y trago saliva. No hay nada qué pesar.

—Sí, mi amor. Quiero pasar el resto de mis días contigo. 

Todo lo que siempre soñé está frente a mí. 

El anillo es deslizado por mi dedo y cabe a la perfección. Gastón se coloca de pie y, cuando todos empiezan a silbar, a aplaudir con mucha fuerza y a felicitarnos con tonos bastante elevados que estoy segura que se escuchan por toda la casa y hasta inclusive afuera, Gastón, mi futuro esposo, me besa en los labios. 

El beso es tan apasionante que me pierdo en él, en esos labios tan suaves y adictivos. En esa lengua traviesa y desesperada por encontrarse con la mía. 

Lo amo.  

De verdad. 

Lo amo con toda mi alma, con todo mi corazón, y con todo mi ser. 

«"¿Aceptarías ser mi esposa y pasar el resto de nuestras vidas juntos?"»

«Por supuesto que acepto.»

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now